Dos días después
En el comedor de la casa, Lía madre protestaba porque no entendía por qué sus hijos querían seguir adelante con todos los preparativos previos a la boda.
—No entiendo chicos, ¿Por qué quieren seguir adelante con todo? ¿No es un gasto innecesario? ¿Y si no va a ver boda porque corrieron la fecha? —inquirió con preocupación.
—Mamá es que sí habrá boda, la verdad es que nada ha cambiado, yo nunca pensé en casarme con Anaís, todo era un plan para que apareciera el cabezota de mi hermano —explicó Marco mientras Diego lo veía con los ojos entrecerrados.
—Eres tan manipulador como tu hermanita, aunque me alegro —giró la vista hacia un lado y besó a su novia, la buscó temprano ese día para que desayunara con su familia.
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Anaís estaba nerviosa, temiendo no gustarle a Diego, estrujaba una mano con otra, tragó grueso, y le avisó de su presencia llamándolo, cuando él se giró, lo vio casi babeando por ella, y una creciente emoción empezó a sentir en su pecho, aunque esta fue mayor, cuando sin importar la gente que los rodeaba, se arrodilló haciendo un gesto con la mano, y extendiéndola hacia ella.—¡Wow! Eres el ángel más hermoso que ha bajado del cielo… soy un hombre dichoso porque la vida permitió que posaras tus ojos en mí, aun cuando había muchos mejores que yo… tu corazón se prendó de mí y yo de ti y te juro Anaís delante de nuestras familias, amigos y todos los presentes que me consumiré con gusto con tal de ver tu rostro radiante de felicidad, nunca más vas a llorar, ni a sufrir, y cuando tengas miedo yo te abrazar&eacut
Miguel caminó con pasos largos hacia el ascensor, sin poder dejar de preocuparse y hacerse decenas de preguntas «¿Qué pudo haber pasado entre ellos para que se enojaran y terminaran discutiendo así tan de repente? Se veían felices, sonrientes, después de haber visto a Diego tan enamorado, estaba seguro de que haría lo que Anaís quisiera», pensó, sin poder dejar de buscar una razón lógica para esa discusión.Frunció el ceño cuando vio que el ascensor comenzó a pararse en todos los pisos, sin embargo, nadie subía, eso le pareció extraño, más no quiso hacerle cabeza. Cuando llegó al piso indicado, comenzó a caminar por el pasillo mirando a todas las habitaciones, hasta encontrar la cuatrocientos diecisiete, tocó la puerta, pero nadie le respondió, cuando entró vio a su hermana con el rostro inclinado, cubriéndose el rostro.—Hermanito, ese Diego… es que voy a… —sollozó, aunque sorpresivamente se calló y se levantó—. ¡Ya va! Espera un momento, voy a buscar algo que dejé en la otra habitac
Miguel y Diana pasaron toda la noche juntos, estaban ansiosos por aprovechar cada minuto perdido, ella se estiró cuando sintió una pierna masculina cubriendo la suya, por un momento se puso nerviosa, extendió la vista y lo vio observándola sosteniendo su codo en la almohada sin perder detalle de ella.—Buen día, ¿Cómo está la mujer más linda del mundo? —interrogó acercándose para dejar pequeños besos en su hombro, el rostro de la joven se sonrojó y el chico sonrió con ternura—. ¿Ahora te volverás tímida? ¿Por qué? —ella permaneció en silencio ocultando su rostro avergonzada.Miguel levantó su rostro, besó primero su frente, luego su nariz y al final cubrió la boca con la suya, de pronto unos golpes en la puerta, comenzaron a escucharse, ambos, se quedaron paralizados, con un atisbo de preocupación en su rostro, hasta escuchar la voz de Anaís.—Diana, Miguel, abran la puerta… tu padre viene hacia acá —en ese momento Miguel abrió la puerta y entraron Anaís y Lía.—¡Vístete! Por muy bue
Miguel esperaba con ansiedad la respuesta de Diana, sentía como su corazón golpeteaba con fuerza en su pecho, nunca tuvo tanto miedo de ser despreciado, «Quizás le haga caso a su padre, porque es verdad, ella es una princesa y yo no soy nada». De repente, él recogió la mano y decidió marcharse.—Tu padre tiene razón… yo no soy un hombre bueno para ti —salió como si cientos de demonios la persiguieran. Todos en la habitación quedaron atónitos, por un momento Diana estuvo sumergida en sus propios pensamientos y cuando reaccionó Miguel se había ido, salió corriendo para alcanzarlo, subió al ascensor, y cuando se abrieron las puertas el chico ya estaba llegando a la entrada del edificio.—¡Miguel! ¡Miguel! ¡No te vayas! —gritó mientras todos en el vestíbulo extendían sus ojos hacia ella y él se giraba para verla—. ¡Yo te amo! Si quiero recorrer mi camino contigo a mi lado y también estoy llena de amor para ti, si te acepto, y juntos podemos construir un buen futuro para nosotros y nuestr
Cinco años despuésLas dos jóvenes se miraban al mismo tiempo en el espejo, lucían de una belleza extraordinaria, parecían un par de princesas de cuentos de hadas, con sus vestidos de novia, uno tipo tubo y el otro de corte princesa. El primero, caía en forma vertical desde los hombros hasta el suelo, amoldándose perfectamente en su cuerpo, con escote tipo barco, consistente en una ligera curva en la clavícula, llegando hasta donde inician los hombros, de manera elegante y sofisticado. El segundo, ajustado al cuerpo de Bianca, con una amplia falda con forma de “A” ligeramente entalladas en la cintura, con un escote semejante a una figura de un corazón en la parte superior, haciendo lucir el pecho y el cuello de la novia. Ambas con maquillajes suaves, zapatillas blancas y una corona de diamantes adornando sus cabezas.Las dos se tomaron de las manos sin dejar de mirarse.—¿Estás nerviosa? —interrogó Lía a su gemela.—Muy nerviosa, este fue siempre mi sueño hecho realidad, casarnos las
Diana observó como Hebe caminaba hasta pegarse cerca a una de las ventanas de la cabaña que daba a la habitación, donde se agazapó.—Angelito, no vayas a hacer ruido —pidió Hebe a su sobrino en un susurro, a quien dejaron cerca de un banco, el niño colocó su dedo índice en la boca y empezó a hacer gestos de hacer silencio.—¿Hebe que hiciste? —preguntó Diana. —Solo espera un momento, ten paciencia.Y así fue, ambas comenzaron a escuchar los besos, suspiros y gemidos, los ruidos que hacían la pareja mientras los ojos azules de Hebe se oscurecían del enojo.*****Marcos besaba a la chica, al mismo tiempo que iba desnudándola poco a poco, pese a ello, tenía la sensación de que algo no andaba bien con él, no obstante, hizo caso omiso.Cayeron en la cama embriagados por el deseo, completamente desnudos, se colocó su preservativo, sin embargo, a la hora de introducirse dentro de la chica su pen3 se volvió flácido, no respondía. La joven esperaba que él la complaciera, y los segundos pasaba
El rostro de Diana palideció, sabía que esa escena se daría tarde o temprano, se la imaginó miles de veces, en varias oportunidades la soñó, incluso hasta quiso regresar a San José a contarle, mas temía su reacción, no quería su desprecio, que negará al niño, considerando que cuando la fue a buscar a Atenas, ella le hizo creer que ahora estaba con otro; se lamentó ciento de veces por haber sido tan impulsiva, sin embargo, el mal estaba hecho y no podía regresar el tiempo para enmendar sus errores.—Miguel —. Apenas pudo pronunciar casi sin aliento. Él se carcajeó sin ganas, tratando de controlar su furia, vio de nuevo al pequeño, en sus brazos, quien lo miraba con una sonrisa radiante, ajeno al cataclismo que se estaba dando entre sus padres. Miguel no podía creerlo, sintió su corazón sangrar, no entendía como Diana pudo hacerle eso, tenía un hijo, al cual nunca vio hasta ese momento, eso era demasiado cruel.—¿Y después de cuánto? Cuatro años con ocho, nueve meses, ¿Solo tienes para
Por un momento, Miguel pensó que estaba soñando, por eso se permitió abandonarse al beso y fundirse con los labios de Diana, bebió de ellos como un sediento, hasta que sintió la pequeña mano acariciando su pecho, salió de la ensoñación, abrió los ojos de par en par y se las sostuvo por la muñeca para evitar que lo siguiera tocando.—¿Qué estás haciendo? —inquirió—. ¡No seas atrevida! Tú y yo no somos nada. Lo único que nos une es nuestro hijo, más nada, así que no te tomes esa confianza conmigo… entre nosotros nuestro único tema de conversación es Ángel, más nada —se levantó y salió a la sala ignorándola.—Miguel, por favor, no me ignores… yo me equivoqué… perdóname… —. Miguel la interrumpió.—Mejor hablemos de lo importante, mi hijo… no regresará a Grecia, mañana lo presento como mi hijo, para darle mi apellido y tenga derecho a la nacionalidad, no vas a poder sacarlo de aquí sin mi autorización y no voy a dártela —expuso con firmeza.Los ojos de Diana se humedecieron y lo tomó por e