Amanecí en los brazos de Sergio, me sentía la mujer más feliz y afortunada del mundo, pude comprobar que mi felicidad no estaba con Royer desde el primer momento que vi a este hombre. Ambos sabíamos que nos pertenecíamos, apenas cruzamos miradas, y estaré eternamente agradecida con mi padre y con mi hermano por haber cambiado de opinión y habernos presentado, porque de haber sido de otra forma estoy segura de que no podría haberle sido fiel a Royer. No, si conocía a Sergio creo que hay cosas que definitivamente están destinadas a ser por más que tú te niegues, soy la mujer más afortunada de este planeta porque tengo la dicha de estar con el hombre de mi vida.

—¿cómo amaneces mi reina? No hacía falta que ella me respondiera porque sus ojos y su enorme sonrisa decían todo y yo también estaba igual. No puedo creer que por fin te tengo en mis brazos, sabes cuántas veces soñé con que fueras mía, no tienes idea lo difícil que era cada vez que tu hermano me decía que eso nunca iba a suceder.