—Se encuentran policías hablando con el señor Declan por una situación que señala al señor Kieran como el culpable. Ha tenido una larga conversación, sigame, señora Dodson. No espera un segundo en seguirlo. Reece y Sam estarán al pendiente de todo lo que ocurra. Y una patrulla la escolta a una de
Está atada de pies a cabeza a Declan Morgan. Siempre lo estuvo. Siempre lo va a estar. Por más que lo haya odiado, por más que quiso infringirle el mismo dolor qué él le causó, siempre le perteneció. Al igual que él a ella. Conoció a Declan Morgan después de siempre creer que terminaría casada co
La luz de la mañana ilumina la habitación, y cuando Maylene se da cuenta que sigue aquí, y que lo de anoche no fue un sueño, alza la mirada. Su corazón se detiene. Declan está dormido, abrazando su cintura. La imagen es tan irreal como lo que han hecho. Intenta levantarse para no despertarlo.
—Está soltero y nada te ata a él, ni siquiera las niñas. No finjas que creas que tienes algo con él solo por quién¿Las bebés? No puedes atar a un hombre a ti por unos hijos. Un sonido sordo aturde el pasillo. Lindsay se toma la mejilla, mirándola sorprendida. —Estás hablando de mi marido como
Le aturde los sonidos del bullicio de los policías al mando de Carrison. También el respirar entrecortado de Lindsay a su lado, y sobretodo, la última mirada de Madeleine antes de que la arrastren lejos del departamento.—Acompáñenme, señorita Lindsay —uno de los oficiales llama a su prima.Maylene
Pero eso nunca ocurre.Y su tranquilidad es demasiado cuando vuelve a verlo, ya arreglado y esperando por ella. La perseguía el miedo y la incertidumbre todas éstas semanas, y luego de años sumergida en la oscuridad, es extraña la sensación de reconforte en sus venas. No quiere decir qué todo sea bu
Maylene coloca su otra mano encima de la que pertenece a la de Declan.—Estoy muriendo cada día que las tengo lejos. Esto quiebra mi alma —Maylene intenta no sollozar—, me enloquece saber qué hemos tenidos que separarnos tantos días. No sabes cuánto las extraño, no sabes cuánto quiero a mis bebés.E
—¡Mami!—Oh, Por Dios —Maylene se le quiebra la voz cuando escucha a su pequeña Hayley en los brazos de Amy. Sus ojos empiezan a llenarse de lágrimas cada segundo, su pequeño corazón se estruja en pedazos, y da pasos hacia delante—, Dios Mío.—Mami, mami —Hannah suelta la mano de Rebecca, corriendo