—¿Qué es lo qué quieres de mí? —Maylene alza su palma para detenerlo—, un beso, una acaricia, sí, podemos hacerlo. ¿Pero volver a lo que éramos antes? Tú no eres el Declan de antes y yo tampoco-—No te dejaré ir.Maylene siente la desesperación en su voz, pero ella también sostiene un rostro lleno d
—¿A dónde vas? —es lo que pregunta Claire cuando Maylene decide acercarse a las pequeñas.—No tengo mi identificación y tampoco las tarjetas que saqué en Oslo —Maylene toma a Hayley entre sus brazos, besando su mejilla—, todo se quedó en el departamento de Carl.—Ah —Claire pronuncia, como si no qui
Camina con rapidez hacia la sala, y no ve a Claire por ninguna parte. Por lo que mira todo el lugar.—¿Claire?—¡Estoy en la cocina!Maylene se lleva la mano hacia el corazón.—Ya podemos irnos —mete las cosas en su cartera. Vuelve a expresar—, ¿Claire?—¿Sí?—¿Por qué dejaste la puerta abierta del
—Sólo quiero ayudarte y lo sabes muy bien, Maylene.—Entonces hazme un favor.Carl sonríe, e incluso sus ojos brillan.—¿Qué necesitas?Maylene observa el espejo detrás de Carl. Observa detenidamente lo que sus ojos encuentran y la rabia casi la enloquece allí mismo.Revoca la mirada en él.—¿Dices
Gira la mirada una y otra vez hacia atrás, creyendo que en cualquier momento recibirá el mismo cúmulo de miradas de Carl, que claramente no está dispuesta a tolerar.El camino a la salida le hace un nudo en el estómago. El recuerdo de haber visto a esa mujer justo aquí se transforma en algo tétrico.
No le responde. Es como si se perdiera entre sus pensamientos. Pensamientos del pasado, tratando de buscar en cualquiera de sus memorias.—Sí —admite—, sospecho de algo. ***Claire empezará a quedarse en otro lugar y no en la casa de Declan. Se lo comentó devuelta, en el carro. Maylene le preguntó
—Tu madre vendrá dentro de poco —Declan responde a la queja de Hayley. Incluso le sorprende que pueda entenderlas—, ¿Y éste soy yo? —pregunta cuando señala la hoja de Hayley.—¡Oso grande! —se ríe Hannah—, un oso grande.Maylene se da cuenta que Hayley ha hecho a Declan como un oso. Incluso con bast
El rostro concuerda claramente con lo que había visto aquella noche. Y no sólo siente terror. Es prepotencia lo que sube por su torrente sanguíneo, mientras subleva aún más las ganas por demostrar está verdad. Maylene cierra la laptop, observando un punto fijo de la habitación. Lo que pasa por su