—Ya estamos cerca de llegar al hospital, señora —Fred acelera lo más que puede. Y expresa éstas palabras porque sus lágrimas silenciosas son una cascada que no tiene final.Maylene mueve la cabeza como puede, pero las fuerzas están alejadas de ella, no las consigue. Y las tiene en su cuerpo sólo para sostener a su pequeña, sin que nada más la interrumpa o asuste a su hija. Acaricia su cabello, acaricia sus mejillas, y todo su cuerpo también hierve por el vapor que encierra la manta que rodea a Hayley. Descubre su rostro, y lo busca para plantarle un pequeño beso.—Mami está aquí —murmura. Se limpia una lágrima con rapidez—, aquí estoy, mi amor. Saldrás de aquí rápido, te lo juro.—Señora —la voz de Fred llama su atención, pero más lo hacen las luces blancas que entran al automóvil oscuro.Maylene acomoda a Hayley una vez más en sus brazos, acurrucándola y hablandole en voz baja para que sepa que está aquí. Fred se apresura a abrirle la puerta y la ayuda a bajar de la camioneta, y cuan
Declan sostiene con fuerza la cintura de Maylene, y parece que ha quedado en un estado de shock porque no responde o no procesa lo que el doctor acaba de decir.—¿Es grave? —es él quien pregunta al doctor. Maylene se tapa la boca con una mano, con los ojos abiertos.—Entiendo que esto puede sonar alarmante. El síndrome torácico agudo es una complicación seria de la enfermedad de células falciformes, que es una condición que afecta la forma y función de los glóbulos rojos. Es importante que tratemos esto de inmediato para evitar complicaciones mayores.—¿Qué podemos hacer? —vuelve a preguntarle, sin dejar de abrazar a Maylene por la cintura.—Hospitalizaremos a su hija para monitorearla de cerca y darle el tratamiento necesario. Esto incluirá oxígeno para ayudarla a respirar mejor, antibióticos para tratar cualquier posible infección. Necesitamos la confirmación y el pago-—Todo a mi nombre —Declan lo interrumpe. Mantiene la serenidad, aunque también la haya caído de golpe lo que ha di
— ¿Quieres comer algo en específico? —Claire acaricia la espalda de Maylene acompañada de un ligero y pequeño tono de voz. Durante todo el día no ha recibido noticias de la pequeña, y aunque le hayan dicho que su pequeña está estable, no ha dejado de sentir miedo. Sus lágrimas salen solas, siente el cuerpo pesado y la angustia no ha hecho sino empeorar con cada minuto. Cada hora cuenta, pero lo que está sintiendo por su hija no tiene nombre. Está a punto de anochecer de nuevo. —Quiero saber cómo está Hannah —responde en un hilo de voz—, debe estar preguntando por mí y no me despedí de ella, quiero saber cómo está. —Hannah es la niña más cuidada de esta ciudad, eso te lo puedo asegurar, pero llamaré a la casa para preguntar para que así estés más tranquila —la expresión de Claire tampoco ha cambiado. Es sólo de pesar—, buscaré a la enfermera para que nos den información y te traeré algo para comer. —Te lo agradezco tanto pero yo puedo ir ésta vez- —Nada de eso —Claire deja el bolso
—Quiero que te vayas —no espera ni un segundo más en advertirle con severidad, no quiere ni desea continuar con esto—, ahora vete. ¿Quién te dejó entrar?—Me iré porque sólo quería ver a la niña —Carl se mete las manos en los bolsillos—, y no quería que nadie nos interrumpiera. Te voy a refrescar la memoria un momento —Carl hace un ademán con la mano hacia su cabeza—, soy el padre de Hayley.—Es lo que le quieres hacer creer a todo el mundo —Maylene se limpia las lágrimas ya secas. Debido al cambio abrupto de emociones, tiene que agarrarse del respaldar de la cama—, no voy a permitirte que sigas aprovechándote de esto otra vez más. Te di el derecho de acercarte a mis hijas porque me ayudaste, y estaré agradecida toda la vida, pero nada más. No tienes nada qué hacer aquí y mucho menos repitiéndome esa clase de cosas.—¿Por qué? —no espera la interrupción de Carl. Su tranquilidad es peor que si lo viera enojado—, ¿Él lo sabe?La pregunta la calla, pero unos instantes. El problema de Car
Decidida Maylene abre la puerta del la habitación.—¡Una enfermera! Al instante observa a la misma enfermera que estaba cuando entró a ver a su hija y que permitió que Carl entrara. La enfermera no entiende la expresión eufórica de Maylene por lo que se acerca a paso rápido con la carpeta en mano. —¿Señora…?—¿¡Quién dejó entrar al tipo de hace unos momentos?! —no quiere gritar dentro del cuarto de Hayley así que azota la puerta para salir al pasillo. La enfermera casi balbucea cuando la oye, alzando las manos. —Fue usted, señora —la enfermera no pierde tiempo en expresarle, asustada—, usted permitió porque ésta mañana recibimos una llamada suya a recepción diciendo que Carl Pitts podría entrar a la habitación de la niña, que era su padre. La respiración de Maylene se acorta cada vez más. Ni siquiera la tranquilidad del pasillo es una ayuda para calmarse. Observando a la enfermera, la rabia y la preocupación se entrelazan en su rostro. Casi siente cómo todo su cuerpo tiem
El cielo azul próximo a la mañana comienza a aparecer con las luces del sol en el horizonte. El carro no se detiene en la colina rumbo a la montaña, un condado fuera de Londres. Hoy la ciudad no está en tempestad y la llovizna de la pasada noche dejó rastros de su aparición en el camino todavía mojado.El carro se detiene frente a la mansión distanciada de las otras casas en éste sendero oculto y de un verde opaco. La persona dentro del auto no se baja al instante, sino qué marca en el teléfono.Dos tonos después, oye el timbre y no se molesta en saludar.—Me encontraré con Shannon después de salir de aquí —habla—, tendrá todo arreglado porque se lo pediré, me debe algo también.“Ellos estorban, y lo saben. Los dos.”—Kieran no sabe qué tu existes, ¿Por qué querrías que él lo supiera? ¿Qué ganas con eso?“Es que el único que puede hacer que Declan Morgan desaparezca es su hermano” Carl es el hombre que está en el auto, y alza una ceja.” Tengo la sospecha que esa idiota le dirá la verd
—¿No las has visto antes?—Nunca.Claire pregunta y Maylene responde. Siguen en la habitación, y la pequeña Hayley sigue durmiendo. Sus pestañas rubias es lo único que Maylene observa, sentada a su lado y con los codos en las rodillas, fija en su hija. Mantiene una expresión consternada, pero intenta calmarse conforme los segundos pasan, los minutos, las horas. Sam sigue afuera, y le hizo el favor de traer su teléfono. Reece está a punto de llegar y Amy continúa preguntando por la niña mientras ella le pregunta por la señora Ellison.La señora Ellison sigue sin despertar tampoco.No le gustaría que Declan se sintiera tan abrumado por enterarse de algo que puede caerle como balde de agua. Pero sigue sin aparecer y es muy entrada la madrugada.Son las tres de la mañana y tampoco ha dormido bien.Se toma el rostro mirando al suelo. Piensa una y otra vez, y no sabe si es buena idea cansarse emocionalmente. Ahora más que nunca tiene qué ser fuerte por cualquier cosa que pase. El plan trazad
El sonido de la tormenta silba sin compasión en sus oídos. Cada parte de su cuerpo se congela, muere, no reacciona, y cuando sus ojos se encuentran con los de Declan, el infierno estalla. Las manos comienzan a temblarles y no se ha percatado qué un baño de lágrimas comienza a acoplarse en sus ojos abiertos porque lo que ha escuchado la está asesinando. Nada en el mundo puede resumir lo que sus palabras han causado en su corazón y en su mente. Hubiese preferido que esto fuese una broma, y que los ojos de Declan no estuviesen mirándola fijamente a los ojos. Se siente sin aire. El aire ha desaparecido y para mantenerse de pie Maylene vuelve a retroceder. Su rostro atrapa el pasmo de las palabras. ¿Esto es una pesadilla? ¿O cómo es posible que acabe de oír su sentencia a la muerte y todavía esté de pie? Las veces en la que pensaba en las noches cómo y cuándo sería el momento de decirle la verdad, y ahora esto. Y las fuerzas se les acaban, porque con su rostro congelado y estático por la