Decidida Maylene abre la puerta del la habitación.—¡Una enfermera! Al instante observa a la misma enfermera que estaba cuando entró a ver a su hija y que permitió que Carl entrara. La enfermera no entiende la expresión eufórica de Maylene por lo que se acerca a paso rápido con la carpeta en mano. —¿Señora…?—¿¡Quién dejó entrar al tipo de hace unos momentos?! —no quiere gritar dentro del cuarto de Hayley así que azota la puerta para salir al pasillo. La enfermera casi balbucea cuando la oye, alzando las manos. —Fue usted, señora —la enfermera no pierde tiempo en expresarle, asustada—, usted permitió porque ésta mañana recibimos una llamada suya a recepción diciendo que Carl Pitts podría entrar a la habitación de la niña, que era su padre. La respiración de Maylene se acorta cada vez más. Ni siquiera la tranquilidad del pasillo es una ayuda para calmarse. Observando a la enfermera, la rabia y la preocupación se entrelazan en su rostro. Casi siente cómo todo su cuerpo tiem
El cielo azul próximo a la mañana comienza a aparecer con las luces del sol en el horizonte. El carro no se detiene en la colina rumbo a la montaña, un condado fuera de Londres. Hoy la ciudad no está en tempestad y la llovizna de la pasada noche dejó rastros de su aparición en el camino todavía mojado.El carro se detiene frente a la mansión distanciada de las otras casas en éste sendero oculto y de un verde opaco. La persona dentro del auto no se baja al instante, sino qué marca en el teléfono.Dos tonos después, oye el timbre y no se molesta en saludar.—Me encontraré con Shannon después de salir de aquí —habla—, tendrá todo arreglado porque se lo pediré, me debe algo también.“Ellos estorban, y lo saben. Los dos.”—Kieran no sabe qué tu existes, ¿Por qué querrías que él lo supiera? ¿Qué ganas con eso?“Es que el único que puede hacer que Declan Morgan desaparezca es su hermano” Carl es el hombre que está en el auto, y alza una ceja.” Tengo la sospecha que esa idiota le dirá la verd
—¿No las has visto antes?—Nunca.Claire pregunta y Maylene responde. Siguen en la habitación, y la pequeña Hayley sigue durmiendo. Sus pestañas rubias es lo único que Maylene observa, sentada a su lado y con los codos en las rodillas, fija en su hija. Mantiene una expresión consternada, pero intenta calmarse conforme los segundos pasan, los minutos, las horas. Sam sigue afuera, y le hizo el favor de traer su teléfono. Reece está a punto de llegar y Amy continúa preguntando por la niña mientras ella le pregunta por la señora Ellison.La señora Ellison sigue sin despertar tampoco.No le gustaría que Declan se sintiera tan abrumado por enterarse de algo que puede caerle como balde de agua. Pero sigue sin aparecer y es muy entrada la madrugada.Son las tres de la mañana y tampoco ha dormido bien.Se toma el rostro mirando al suelo. Piensa una y otra vez, y no sabe si es buena idea cansarse emocionalmente. Ahora más que nunca tiene qué ser fuerte por cualquier cosa que pase. El plan trazad
El sonido de la tormenta silba sin compasión en sus oídos. Cada parte de su cuerpo se congela, muere, no reacciona, y cuando sus ojos se encuentran con los de Declan, el infierno estalla. Las manos comienzan a temblarles y no se ha percatado qué un baño de lágrimas comienza a acoplarse en sus ojos abiertos porque lo que ha escuchado la está asesinando. Nada en el mundo puede resumir lo que sus palabras han causado en su corazón y en su mente. Hubiese preferido que esto fuese una broma, y que los ojos de Declan no estuviesen mirándola fijamente a los ojos. Se siente sin aire. El aire ha desaparecido y para mantenerse de pie Maylene vuelve a retroceder. Su rostro atrapa el pasmo de las palabras. ¿Esto es una pesadilla? ¿O cómo es posible que acabe de oír su sentencia a la muerte y todavía esté de pie? Las veces en la que pensaba en las noches cómo y cuándo sería el momento de decirle la verdad, y ahora esto. Y las fuerzas se les acaban, porque con su rostro congelado y estático por la
—Tenía miedo. Mucho miedo. Miedo que me dejarás sola otra vez. No es algo de lo que le gusta hablar, pero lo que siente en estos momentos en los brazos de Declan es algo que no puede describir. Hace mucho tiempo que esa esperanza se había marchado. —No voy a dejarte sola. Vuelven a mirarse a los ojos. De seguro tiene sus ojos hinchados, y lo más probable es que ya no pueda hablar de lo ronca que es está, pero esto en su pecho, lo que ocurre en su pecho basta para qué se dé cuenta que esto es real. Declan la ayuda a colocarse de pie. Sus brazos son fuertes cuando la rodean, cuando la abrazan y cuando acarician su piel. Su confesión la hizo sonrojar, pero no quiere hacérselo saber. Está demasiado sorprendida y golpeada por las emociones que será lo último que haga, ahora. —Lo juro —Declan busca su mirada cuando le eleva el rostro, sosteniendo sus mejillas que sostuvieron esas lágrimas que él mismo quitó—, sé que dudas todavía de mí, y está bien, lo comprendo. Ahora necesito que me
Los ojos de Maylene se abren y Declan se contiene para no devorarle la boca aquí y ahora. En estos momentos necesita concentrarse pero ésta en la posición donde todo lo que haga o le diga Maylene lo hará sin rechistar. —¿Por qué no lo quieres? —al verla pálida por lo que le ha ordenado baja la mirada hacia sus labios. Luego se concentra en sus ojos otra vez. —No confío en nadie y no te lo tomes personal. Sé que Claire es tu amiga y aunque el idiota de tu hermano está aquí, sigue siendo tu hermano. Pero ninguno de ellos está por encima de mis hijas. No quiero que nadie lo sepa mientras estamos aquí y la niña sigue hospitalizada —Declan observa su teléfono—, tienes qué confiar en mí. —¿Qué me estás ocultando, Declan? —Maylene no se levanta de la camilla porque sólo así Hayley se tranquiliza. La imagen es una daga a su corazón. No existe alguien más inteligente que Maylene y lo sabe, y no sabe por cuánto tiempo le mantendrá el secreto pero intenta no doblegarse ante la mirada de preo
—¿¡Le dijiste algo?!Maylene está alimentando a Hayley con su fórmula, despacio y admirando con una sonrisa a su pequeña. Al oír a Claire, toma una bocanada de aire y aún sonriendo, se moja los labios.—No pude —promete que le explicará cuando todo esto acabe, y al menos cuando sus nenas estén juntas y en un lugar seguro—, está demasiado ocupado y tiene mucho en mente.—Ah, Maylene —Claire se sienta en el mueble de la habitación—, tan sólo espero que pronto te escuche.Maylene recuerda las palabras de Declan y el beso tan ansioso que le acaba de dar para que su mente sea ya un embrollo. Hayley tiene los ojos abiertos, bebiendo su alimento y mirando a su madre. Maylene le dedica otra sonrisa.—Así será —sonríe. Finalmente después de tanto tiempo sin sentirse aliviada, puedo admitirlo con una sonrisa, y su pequeña se quita el biberón, dándoselo. Intenta levantarse pero de una vez la detiene—, no, bebé. Tienes qué quedarte aquí.—No —Hayley comienza a quejarse, sollozando—, no —repite, y
—No quiero que pasen otra noche aquí en Londres. Esa mujer ni Carl. Es Kieran quien me preocupa y si yo lo veo cerca de mis hijas o de ti va a terminar todo en sangre —Declan arregla el vestido de Hannah, y a pesar que está diciendo palabras fuertes, lo que se es una sonrisa—, qué hermosa eres. ¿Por eso me llamabas así? ¿Por qué lo sabías, verdad? —le hace cosquillas en las mejillas. La risa de la niña inunda toda la habitación—, el avión llegará cuando entre la madrugada, pero no puedes decirle ni a Sam ni a Reece a donde vas. —¿Por qué no? —Maylene toma sus brazos—, Declan… —Cuando llegue el momento te lo diré —Declan es dueño de las caricias más suaves que ha sentido. Su pulgar acaricia su mejilla—, pero tengo qué sacarlas de aquí. —Es que —Maylene suspira—, mira lo que sucedió —señala su pecho—, tienes la prueba que Kieran quiere hacerte daño a como de lugar, ¿Y quieres que me vaya nada más con ellas? ¿Qué hay de ti? No se ha cumplido un mes desde que recibiste esa bala. —Pondr