Capitulo 4

Todo paso de rápido, en la gran villa había una discusión entre ellos. Cuando Dana, estaba por entrar, ellos pararon de murmurar. Eso fue, muy molesto de sus partes, el abuelo apena tenía medio día de entierro, ya estaban discutiendo sobre los derechos. Estaba ella, apoyada de Albert. Cosa, que los puso muy dudoso, de que eran esos hombres para ella. Porque, los tres la trataban, como una reina. Albert escuchó parte de la discusión y le dijo.

_ ¡Lo superarás preciosa, lo harás sé que podrás hacerlo, tú eres fuerte, muy fuerte!

_ ¡Gracias, chico, me han animado en todo esto, pero siento un vacío enorme! ¡Era lo único que me quedaba!

_ Lamentaríamos no haber venido, dejarte con estos monstruos disfrazados de familia, nos arrepentiríamos si lo hubiéramos hecho!

_ Han hecho mucho, sin ustedes no sé donde tomaría fuerza!

 Dana sonrió a Albert, y con una señal los tres caminaban en una sola dirección y se sentaron un poco alejado de la multitud. Hablaron sobre investigar más a fondo, la búsqueda de los chicos, y a sus infiltrados que se mantuvieran en alerta. 

 Cada acción también estaba siendo vigilados por los demás en la familia. Dana era la piedra en sus zapatos que sentían de arrancar a toda costa.

Cayendo la noche, el abogado llego con el testamento. Dana, estaba en su despacho cuando una sirvienta la fue a llamar. Albert, y Félix estaban abajo conversando, animadamente, con los otros chicos de la milicia. La chica hacían fila en ventana y en el patio solo para verlos. 

_ ¡Tenemos muchas cámaras encima, son muy tiernas! _ dijo uno de los soldados

_ Que, ya quieres comer carne asada?! - respondió otro.

El resto, se rieron después de retirar la mirada en la ventana, donde estaban las chicas.

Félix, caminaba en el jardín cuando Pria, intencionalmente, se hizo la que lloraba a escondida para que Félix la escuchara. Para ella si se comportaba como Dana, o mejor que ella Félix se fijaría en ella. 

_ Abuelo, de verdad te fuiste aún, no lo creó, soy la meno querida en la familia. Ahora con quien vendré a practicar, quién me enseñara lecciones?! 

Ella vio la silueta, de Félix cerca se hizo, la que no aguantaba las lágrimas y se desmayó. Cayó justo delante de Félix, por instinto de protector, la atrapo.

_ ¿Señorita despierta, se encuentra bien?

Ella movió la cabeza, ligeramente sin hacer tanto esfuerzo. Félix, la dejo sentada en el banquito, pero no se sentó, se quedó parado. Como hombre tenía disciplina y una mujer y un hombre debían mantener distancia. Con la única persona que era cercana era con Dana. 

_ ¿Se siente bien? Quiere que llame a alguien para que chequee?!

Ella movió la cabeza con delicadeza y seducción. Félix notó su fachada y se distanció un poco.

_ ¡Ya que se encuentra bien, me disculpo! 

_ Espera, me puedes hacer un poco de compañía, es muy desolado estar sola?!

_ ¡Lo lamento, no soy la persona indicada para eso!

Se alejó antes, de que ella pudiera pronunciar una palabra más. Pria se enojó, y ens us ojos la picardía de veneno se aceleró. Quiere desaparecer a Dana, solo si ella desaparece tendrá lo que quiere.

_ «Sin Dana, pues me tendrás que mirar, porque ella puede y yo no»

El abogado los llamó, para la sala principal. Cuando llegaron en la mesa, estaban sentados todos primos, primas, otras personas mayores, tíos, todo estaban en la mesa. El abogado, le señaló que se sentara, en la mesa donde siempre se sienta el abuelo. No quiso, pero él, le dijo. «sí que era de ella» Era lo que el abuelo quería, que cuando él no estuviera. Que la única, persona que pudiera sentarse en su silla, era ella.

 Aunque recibiera mirada hostil de sus primos, primas de sus tíos, tías, ellos no querían esa idea era absurda. Dana se reusaba a sentarse en la silla del abuelo, pero el abogado insistió.

 Ella se sentó, los chicos estaban parados. Todos en la sala empezaron a murmurar, de que nadie tiene ese derecho, y si lo fuera la única persona era Ernesto. Era el nieto mayor del abuelo. Pero ellos pensaban muy diferente a lo que el abuelo puso en sus testamentos. Pensaron en hacer una falsificación, pero el abogado había llegado antes, así que dejaron las cosas como esta y pensaron que el abuelo no sería tan mezquino con ellos. Félix, Alberto, y Eduardo, estaban afuera, ninguno se atrevió a entrar. Era un asunto de familia, no le convenía algo así. Cuando ellos insistían en que esa silla, no debía ser ocupada antes de leer el testamento.

_ Eso, es lo que dejo estipulado Dante fénix, antes de partir, solo leo todo como lo dejo estipulado. ¡Señorita Dana fénix, por favor toma asiento para continuar leyendo esto!

_ Será que tú y Dana sean confabulados, para leer este testamento contesto Beatrice!

Su hijo la detuvo y todo se mantuvieron en silencio. Dana, por su parte, no había abierto la boca aún. No dijo ni una palabra, en su mano solo estaba una foto del abuelo sostenido en su pecho. 

El abogado empezó con la lectura del testamento. Todos estaban, eufórico, esperando lo que había dejado el abuelo en el testamento. 

 Todos escuchaban atentamente, lo que el abogado decía. Él antes leyó una pequeña línea y le entrego una carta a Dana.

_ Antes de todo, señorita Dana, el dejo esta carta, la debe leer cuando esté calmada y sin apuros.

Luego de decir eso empezó.

«*Todos mis terrenos, casas, negocios del extranjero internacional, impresas, quedan en la mano de niña. 

 Mi única nieta, la que me ayudo a fortalecer mi negocio. Que ha estado, siempre, a mi apoyo. Todo queda su cargo y a su nombre. Es la única, heredera de todo lo que poseo.

 Ahora, el resto que quiera algo, tiene que pedírselo a Dana. Quien, quiera ser parte del negocio, tiene que pedírsela Dana. Y, tienen que trabajar, para merecérselo. Dana, queda como la presidenta general de la corporación G. Sea, aquí en otros países, sea internacional. 

Dana es la única presidenta que pueda ocupar el puesto, nadie más de la familia que tenga el apellido, pueda estar ocupando el puesto de la presidencia, ocupar mi silla, que no sea Dana fénix.*»

Todos quedaron pasmados tras escuchar la noticia. nadie más tenía el derecho excepto Dana. La miraron con odio, y repudio. Querían devorarla y hacer que desaparezca en este instante. Ya que, el testamento estaba leído. Todo respiraron hondo. Aceptaron este testamento. 

_ Cuanto, te pago Dana para que falsificaras este testamento.?!, dijo Beatrice al ver que no gano nada

_ La señorita Dana, nunca tuvo contacto conmigo, aquí está el sello del señor Dante, ahora con su permiso lo entregó a su legítimo dueño. El señor Dante estipuló, si quieren lograr algo, tiene que trabajar para ellos. Dana ha trabajado, y se ha ganado el puesto. Les toca trabajar, para ser merecido. 

Dicho esto, el abogado se paró y se marchó. 

Dana, sabía que muchas empresas quedarán a su cargo, pero no espero que el abuelo le dejara todo en totalidad. La había puesto en el ojo del huracán, y ella era capaz de, manejarlo lo ha hecho durante años. 

_ Algo, debe estar mal, como el abuelo puede dejarle todo a cargo de esta chiquilla?!

Su tío, repleto de furia, estaba en desacuerdo.

_ Esto me parece, una broma de muy mal gusto. Como tu Dana podrás manejar todas las empresas. Sabes cuanto hemos trabajado para ahora tú te ganes todo?!

 

Al terminar todo, Albert, entro para acompañar a Dana, habían notado que tenía malestares. Y no hablaba. 

_ ¿Dana, explícalo, como que él te dejó todo a ti? Eres solamente una nieta, cómo es que te dejo todo a ti. Nosotros que somos sus parientes cercanos. ¿Aquí está sus hijos, como que te dejo todo a ti qué pasó? ¿Explícanos?, ¿cómo el abuelo murió Dana?, sospechamos que algo hiciste!_ dijo una prima Génesis

_ De qué estás hablando?, cómo pretendes decir que Dana, ha hecho algo al abuelo, acaso sabes qué…!

Antes de que Albert pudiera hablar lo detuvo. Le agarro la mano, para que no comenzar hablar.

 El capitán le había dicho, que habrá momento de hablar y callar. Que trabajara en secreto, que hay cosas que tendrá que saber solo ella. No dejo que Albert, explica que estuvo en el ejército. Ni su rango en ellos. 

_ Como todos pueden ver, yo los encontré a ustedes aquí, yo no estaba aquí cuando el abuelo falleció. No saben cuanto me duele, no poder verlo. Me duele más, a mí qué a ustedes, más era mi abuelo, es lo único que me quedaba. Y, ustedes nunca, han estado del lado de él y ahora que está muerto, quieren pelear por lo que él, ha dejado y quién es que se lo merece. Yo, no le pedí nada si él, lo dejo porque fue su voluntad. Yo no estuve, presente cuando pasó a mí me dieron la noticia recién.

 Dana hablaba con toda la fuerza que le quedaba. La furia, la tristeza, todo se habían acumulado dentro de ella. Eduardo y Félix, la conocían como la palma de su mano. Y esta vez ella no pudo ocultar su dolor, nada de lo que sentía. Ella hablaba y las lágrimas salían. 

_ ¿Y, volviste para poder reclamar tu posición, verdad Dana? Tu posición, como una presidenta, porque el abogado te dijo que te sentaras en la silla y siquiera protestaste. ¿Te sientas directamente, sabías lo que estaba pasando verdad? Que le pasó al abuelo Dana?!

_ Que están insinuando-contestó Félix enojado

 El mayor domo de la familia entro a la sala y hablo

_ La señorita Dana, no estaba aquí cuando el señor Dante hizo el testamento. Él falleció y muchos meses antes me había entregado unos papeles que debía manejar, hice todo como él lo pidió, pero si no llego a tiempo culpan a Dana, de la muerte de la persona que ella más amaba. ¡Dana no necesita de la familia para vivir ella…! 

Antes de que digiera algo, Albert lo detuvo. El continuo agregando. 

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