Freya se despertó en una agradable sensación que la envolvía, sobresaltándose al percibir un aroma fresco que llenaba sus sentidos. Cuando abrió los ojos se asombró con la imponente y vigorosa figura de Crono recostada a su lado. Inclinándose, comenzó a darle delicados golpecitos en el hombro con el dedo. — Despierta, lobo sinvergüenza. Esta no es tu habitación —murmuró Freya con las cejas entrecerradas, expresando su descontento. Crono se removió con cansancio; llevaba dos días sin dormir y su agotamiento era evidente. Aun con los ojos cerrados, respondió de manera adormilada. —Déjame descansar. Por una vez en tu vida, podrías comportarte como mi Luna y déjame dormir. —¡No! Te retiras de mi habitación o te fastidiare hasta que te marches —ella no estaba dispuesta a ceder. Crono alzó la cabeza con expresión fatigada, sintiendo cómo el mal humor se apoderaba de él. Estaba a punto de responder cuando percibió el sonido de la puerta abriéndose. Giró hacia la entrada y observó a la pe
Freya llevaba una semana recuperándose; afortunadamente, sus heridas no eran de gravedad. Durante este tiempo, se dedicó a revisar los documentos concernientes a las labores sociales de la manada. Su tranquilidad se vio interrumpida cuando le informaron que su padre estaba en la mansión. Agamenón recibió la noticia de lo ocurrido a su hija. Sin perder tiempo, se dirigió hacia la imponente mansión para enfrentar a Crono, quien en ese momento se encontraba fuera de la manada, en una reunión con su gamma. Freya, salió de la habitación a toda prisa y descendió las escaleras. Al llegar a la sala se encontró a su padre y se arrojó a sus brazos con cariño. —Papi, ¿qué haces aquí? Me alegra verte —expresó Freya, rompiendo el silencio. —Cariño, me informaron sobre el incidente con la loba que tu esposo mantenía aquí. Vine a ajustar cuentas con él —respondió Agamenón mientras estrechaba a su hija entre sus brazos. La conexión entre padre e hija se intensificó en ese abrazo de protección y c
—¡Maldición, Freya! Eres una salvaje. Me arrepiento profundamente de haber convencido a tu padre de no anular el matrimonio cuando me lo propuso. La diosa Selene me ha castigado con una despiadada mate que quiere acabar con mi existencia si me descuido. —Se quejó mirándola con los ojos entrecerrados—. ¿Porque quieres matarte? —Gritó, apretando los dientes. Era la primera vez que se enfrentaba a una loba con ese carácter. Freya sintió un nudo en la garganta al observar los ojos grises de Crono oscurecerse y la furia contraída en su rostro. El temor la invadió al pensar que la fuera a castigar, se apartó rápidamente hacia el otro extremo de la oficina, dejando el escritorio como barrera entre ambos. Mantuvo la frente en alto y la mirada desafiante, aunque en su interior temblaba de miedo, reflexionó. "Creo que me he excedido". Crono dio un paso hacia ella, y en un intento por defenderse, Freya le advirtió con voz tensa. —Crono, no te acerques. Si me haces daño, te juro que la próxima
—Escúchame bien Freya, tú no te vas a meter tus narices en este asunto donde está implicada la manada Sith. Yo soy líder alfa de esta región y es mi deber investigar a fondo sobre como entraron los Kelpies. —la miró fijamente y de forma autoritaria continuó—. Ahora vas hacer una buena esposa y te vas a quedar ejecutando los asuntos que te corresponde como Luna desde esta mansión. —¡Claro que no! No voy hacer lo que me digas, en verdad eres un tonto. Los problemas que involucren a la manada Sith tienen que ver conmigo. —Soltó un gran suspiro cargado de rabia—. Ese maldito es muy inteligente para inculpar a su propia familia sin ser detectado. No te preocupes, yo lo voy a destruir con mis propias manos —los ojos de Freya se volvieron como fuego. Crono se asustó al percibir el rencor que emanaba de ellos. —Freya, tú sabes quién es el traidor. Dime ¿Quién está confabulando en mi contra? Confía en mí, yo te ayudaré a destruirlo. Freya soltó de repente una carcajada, levantándose del sofá
En las primeras horas de la madrugada, Freya sintió una incómoda inquietud. Su cuerpo empezó a sudar. En ese momento se inclinó abruptamente, abriendo los ojos de par en par.—No puede ser —murmuró con la preocupación palpable en su voz. Su loba había liberado prematuramente el celo. Con rapidez, se liberó de la sábana que la cubría y se dirigió al closet en busca de su maletín. Lo abrió con urgencia, extrayendo de él un collar que se lo colocó alrededor de su cuello para evitar que ese lobo la marcara.Freya extrajo también una caja de inhibidores. Volvió a colocar el maletín en su sitio y se dirigió hacia la cama. Con cuidado, colocó las pastillas sobre la mesa de noche, consciente de que en cualquier momento debía tomarlas. Planeaba usarla cuando su celo alcanzará su punto máximo, para mitigar la intensidad de su instinto lobuno.Después de asegurarse de tener todo listo, Freya se recostó nuevamente en la cama, esforzándose por mantener la calma. Cerró los ojos y se sumergió en un
Después de terminar de colocar el mueble, Freya se dirigió hacia la mesa y tomó unos cubos de hielo. Cerró los ojos y comenzó a deslizarlo suavemente por su cuerpo. En ese momento, se percató de la necesidad de controlar sus impulsos y satisfacer sus deseos de aparearse. Decidió abordar la situación al día siguiente, planeaba llamar a Isis para que le trajera inhibidores. Mientras tanto le tocaba satisfacerse por su cuenta. Crono sintió sus latidos acelerados, su corazón quería escapar de su pecho al contemplar la forma tan seductora que Freya estaba. Incapaz de apartar la mirada de aquel hermoso cuerpo que ejercía una fascinación sobre él, no pudo contenerse. Colocó su mano en su pantalón y, bajó el cierre, liberando su hombría. En un instante de frustración, se reprendió internamente. "¿Desde cuándo te convertiste en un pervertido, Crono?" A pesar de la lucha interna, no pudo resistirse y comenzó a masajearse mientras se mordía el labio inferior para sofocar cualquier gemido involu
Freya y Crono apenas durmieron unas horas, y cuando Freya despertó, lo hizo aturdida. Un embriagador aroma cítrico y amaderado se filtró por sus fosas nasales, despertando sus sentidos. Aun adormecida, se frotó los ojos para despejar la niebla del sueño. Después de unos instantes, pudo distinguir la figura de un hombre atractivo, de ojos grisáceos y cabello castaño, que se encontraba sentado en sus talones frente a ella. —Hola —susurró él, con la mirada seductora. Freya bostezando, todavía somnolienta, le preguntó. —¿Qué haces? —Su cerebro consciente intentaba desesperadamente convencerla de que lo apartara, pero su cuerpo se estaba calentando y bloqueaba todas las señales de alerta que su mente intentaba enviar. —Necesito estar dentro de ti —susurró con voz varonil, tomando las manos de Freya y colocándolas detrás de su cabeza. —Te estás aprovechando de mi celo, lobo rastrero —expresó ella con una voz mimosa y sensual. Crono se hundió en ella, escuchando cómo soltaba un gemido e
Freya despertó antes del amanecer, sintiendo que la bruma de celo que la envolvía se disipaba lentamente. Su mente, era un torbellino de emociones, un huracán que amenazaba con destrozar los recuerdos de los tres días mágicos con Crono. Cada instante con él había sido una maravilla, Pero la realidad la llamaba, recordándole que no podía flaquear en su misión. Parpadeó varias veces, indecisa entre quedarse y sumergirse en el abrazo reconfortante de su mate o mantenerse firme en sus planes. Un suspiro pesado, cargado de melancolía, escapó de sus labios al recordar también que aún faltaba la reacción de él al descubrir la presencia de quien, en su vida pasada, fue su gran amor. Ella se inclinó con cuidado adolorida, no quería despertarlo. Antes de colocar la mano en la manilla, inhaló profundamente, permitiendo que la esencia de su mate impregnara cada poro de su ser. Un suspiro lento y poderoso escapó de sus labios, como una última caricia a la conexión que compartieron en esos tres dí