Los agentes empleados y compañeros de Peter Embert se encontraban dentro de una camioneta negra de lujo y vidrios blindados que el departamento de Inteligencia español proporcionó para el jefe bajo acuerdos estratégicos. Pasados ya tres días desde la conversación entre los exesposos allá en Santorin
Eran las 16:00 horas en Madrid cuando una segunda camioneta se sumó a ellos por orden del jefe, apostándose en una esquina, alejados del vehículo principal. El equipo ya llevaba su uniforme puesto, se sentían preparados y ansiosos. Chalecos antibalas, portaarmas ajustados y completos, botas, móviles
—Luz verde, ya saben qué hacer. Usen la orden si es necesario. La otra camioneta se movió, estacionó frente al edificio, ocupando el mismo lugar donde estuvo el jefe. De allí bajaron dos hombres vestidos todos de la misma forma y una mujer del equipo de Inteligencia Español, ninguno mostraba demasi
Hablando en inglés, el agente de seguridad e Inteligencia extranjera Peter Embert se mostraba ante el aprensado con su rostro serio, aunque aplicando las técnicas de su amigo, el abogado: la cara de póker nunca fallaba, era un precioso recurso que intimidaba y confundía. Peter siguió mirándolo sin
Se hizo largo ese silencio antes de que Martínez lo rompiera. —No sé de qué hablas, exijo hablar con mi abogado... —No sabes de qué hablo y tampoco sabes dónde estás y cuál es tu situación. Tienes encima cargos muy serios. ¿Te suena Grecia? Sin mencionar ese país, serás acusado por atentar contra
El interrogado apretó los labios formando con ellos una mueca de arrogancia, algo de asco asomándose allí. —Te han traicionado, ¿no es así? ¿Delegaste alguna función y esa persona te ha fallado? ¿O fue tu jefe quien te jodió? —El silencio continuó—. ¿Freddy? —No soy yo quien se encarga de hacer es
—Nunca has querido a tus sobrinas, pero sí a la tía Tina. ¿Vas a dejar que le preguntemos todo a ella? No hay discriminación aquí, Albertina puede recibir el mismo trato que te damos, para ella no será diferente. Puedes evitarlo desanudando esa lengua, o estaremos aquí toda la noche, la mañana sigui
—Semejante basura... —susurró, pero con la clara intensión de que el insultado le escuchara. Era lamentable entender que su exmujer llegó a vivir bajo el techo de gente como él—. Dime una cosa, ¿por qué no le contaste a Karlos que Mireya tenía una gemela? —De nuevo instaló el rostro póker. A parte d