Freddy volvió a enderezar su cuello. —¿Perdón? Karlos miró al mencionado durante un par de segundos, varios más, y sonrió. —Lo último que pude hacer con la gente de la medicatura forense fue a que le enviaran esa foto a Mireya, la de la mujercita muerta dentro de la bolsa negra. Estaba muy molest
Karlos exhaló y apretó los párpados, luego los abrió y se quedó mirando a la nada, con su cabeza ligeramente ladeada. —¿Conseguiste lo de la cuenta en Andorra? El hombre asintió. Karlos movió sus dedos, pidiéndole algo. Freddy se removió para poder sacar de su bolsillo un sobre alargado y rectangu
La molestia reverberaba en el interior de Freddy Martínez mientras se hacía el silencio. Karlos aún no quiso que Freddy se retirara, por lo que fumó y bebió, y le invitó de nuevo a que bebiera, dejándose cubrir por la quietud de la noche que se profundizaba con el pasar de las horas. —Todo se está
El niño volvió a recostar su cabeza a un lado del pecho de su papá para seguir escuchándole. —En Grecia, ellos tuvieron una hija. Y esa dulce hija, muy bonita, al crecer, muchos eran los ojos que la veían. Qué hermosa era, todos querían conquistarla, pero su padre ya tenía planes para ella. Como en
—A la abuelita María. —Exacto, a la abuelita y madrileña María Hernández. ¿Ves cómo es la vida? ¿Lo ves, hijo? Por eso conocí a tu madre aquí. ¿Te imaginas que el señor Montenegrino jamás hubiese tenido la necesidad de vivir acá? ¿O de que nosotros no hubiésemos tenido que buscar apoyo en tierras e
Peter no se durmió, al contrario de Pilar. Fue excelente haber tenido relaciones, porque intuía que esa era la única forma de que ella pudiese conciliar el suelo. Entrelazó sus dedos con los de ella, los besó, sobó sus uñas y sus palmas y se permitió pensar en las gemelas juntas, se tomó el tiempo
—¿Qué sucede? —indagó Peter. —Jefe, algo está pasando con Tyler allá en La Ciudad. Le envié informe de todo lo que ocurre en el caso de Tarsis y esperaba uno suyo sobre el estatus de la seguridad del puerto con respecto al fallo ocurrido en la búsqueda de C.H y otro sobre Vlachos en el cayo, pero n
Peter se detuvo en seco al entrar a la habitación, Pilar estaba despierta. Ella se giró e irguió su cuerpo, hasta recostar su espalda en la cama, aún sus piernas bajo el edredón, cubriendo su desnudez con la misma cobija. —¿Sucedió algo? Pensé que estabas acá mismo en el hotel. ¿Saliste? —¿Llevas