Peter asintió y se levantó, comenzando a caminar al rededor de la interrogada. Necesitó alejarse de ella un momento, colocando sus brazos en jarras, dándole la espalda y regresando a ella sin sentarse. —¿Dónde está Tarsis? Ella absorbió por su nariz. —En Italia —lo dijo con una expresión de liger
Después de escribir el mensaje, Peter se acomodó mejor delante de Mireya y contó hasta cinco para retomar la palabra. —¿Qué fue lo que le viste a ese imbécil? Ella se enderezó de súbito, notando el cambio brusco en el agente. —¿Perdón? —Siempre has sido su amante, le diste un hijo y jamás te dio
Pilar acababa de conversar con Susana e Hilda, también estuvo hablando un poco con Carla. Supo cómo se encontraba su hijo y Victoria, cómo se encontraba la casa, si se sabía algo de Anafi, si la gente allá comentaba algo sobre lo que sucedió y también quiso saber si todos estaban bien atendidos y cu
—Sigue descansando, voy a darme una ducha. —¿Pero qué ha pasado? —Te contaré todo, tranquila. —Se acercó a ella y sobó su mejilla, provocando que los poros de Pilar se abrieran y que su cara se inclinara sobre su masculina palma—. Ha sido una larga noche, duerme un poco más, ¿está bien? Te lo cont
—¿Tengo...? ¿Tengo posibilidad o moral ahora para aconsejarte que siempre es mejor ser sincero? —lanzó con una mueca circunstancial. Él sonrió, pero no habló. —¿Tan malo fue? —preguntó ella. —Malo no. No es que haya sido malo, es que... —Él suspiró y se acomodó mejor—. Hablar con ella fue una de
Pilar cambió un poco su expresión y se mantuvo en silencio, mirándolo, alerta, después de sus palabras. —¿Qué sucedió en ese encuentro? —susurró ella la pregunta—. ¿Me lo vas a decir? —Tuve que lanzarle unas cuántas cosas a tu hermana. —Se encogió de hombros muy ligeramente y la miró serio. Ella
—Tu hermana ha dicho que Tarsis puede estar en España —lanzó él y la escudriñó. Sabía que Pilar era ignorante aún de lo que Mireya dijo en totalidad, pero él quería saber si la enfermera recordaba datos de su pasado viviendo con su gemela, algo que hubiese podido obviar durante el paso del tiempo.
Sostuvo su rostro, ella sus muñecas, las manos, luego los brazos. —Peter, no quiero que te vuelvas loco con este caso. Se que vas a querer aprensar tú mismo a Karlos y que me caiga un rayo si miento al decir que no lo entiendo, pero si no deseas que yo participe ahora, es por el gran riesgo que se