—¿Tengo...? ¿Tengo posibilidad o moral ahora para aconsejarte que siempre es mejor ser sincero? —lanzó con una mueca circunstancial. Él sonrió, pero no habló. —¿Tan malo fue? —preguntó ella. —Malo no. No es que haya sido malo, es que... —Él suspiró y se acomodó mejor—. Hablar con ella fue una de
Pilar cambió un poco su expresión y se mantuvo en silencio, mirándolo, alerta, después de sus palabras. —¿Qué sucedió en ese encuentro? —susurró ella la pregunta—. ¿Me lo vas a decir? —Tuve que lanzarle unas cuántas cosas a tu hermana. —Se encogió de hombros muy ligeramente y la miró serio. Ella
—Tu hermana ha dicho que Tarsis puede estar en España —lanzó él y la escudriñó. Sabía que Pilar era ignorante aún de lo que Mireya dijo en totalidad, pero él quería saber si la enfermera recordaba datos de su pasado viviendo con su gemela, algo que hubiese podido obviar durante el paso del tiempo.
Sostuvo su rostro, ella sus muñecas, las manos, luego los brazos. —Peter, no quiero que te vuelvas loco con este caso. Se que vas a querer aprensar tú mismo a Karlos y que me caiga un rayo si miento al decir que no lo entiendo, pero si no deseas que yo participe ahora, es por el gran riesgo que se
Pilar apuntó su mirada al techo, luego a cualquier rincón de la gruesa cobija, labios apretados, casi mordiéndose sus carrillos, su cabeza trayendo a colación todas las cosas que ambos vivieron. Estaban reconciliados, o al menos iban en miras a ello, pero en ocasiones sentía que apartaban demasiado
—Ella me contó algo, sí. Estuvimos conversando en Santorini, en la terraza. Sé que cuando Daniel Glint cayó presó, las acciones que él había comprado, el 10% de la junta directiva, volvió a manos de ellos. Recuerdo que cuando nos casamos el tema estaba un poco estacionado, pero que unos años después
Ya en la cama, él miraba el techo, sobaba la palma de una de las manos de Pilar quien permanecía de lado. Les acompañó el silencio durante varios minutos luego de subir hacia el colchón. —Si tu papá era de descendencia italiana, ¿por qué Mireya no aprendió a hablar el idioma? Ella suspiró y abrió
—Todo está como lo has pedido, ¿ya me puedo retirar? —informó y preguntó uno de los súbditos de Tarsis, llegando al balcón del apartamento madrileño en donde el griego junto a su hijo se había estado quedando. El hombre, vestido de camisa blanca, chaqueta gruesa y cremallera al frente color azul os