Sostuvo su rostro, ella sus muñecas, las manos, luego los brazos. —Peter, no quiero que te vuelvas loco con este caso. Se que vas a querer aprensar tú mismo a Karlos y que me caiga un rayo si miento al decir que no lo entiendo, pero si no deseas que yo participe ahora, es por el gran riesgo que se
Pilar apuntó su mirada al techo, luego a cualquier rincón de la gruesa cobija, labios apretados, casi mordiéndose sus carrillos, su cabeza trayendo a colación todas las cosas que ambos vivieron. Estaban reconciliados, o al menos iban en miras a ello, pero en ocasiones sentía que apartaban demasiado
—Ella me contó algo, sí. Estuvimos conversando en Santorini, en la terraza. Sé que cuando Daniel Glint cayó presó, las acciones que él había comprado, el 10% de la junta directiva, volvió a manos de ellos. Recuerdo que cuando nos casamos el tema estaba un poco estacionado, pero que unos años después
Ya en la cama, él miraba el techo, sobaba la palma de una de las manos de Pilar quien permanecía de lado. Les acompañó el silencio durante varios minutos luego de subir hacia el colchón. —Si tu papá era de descendencia italiana, ¿por qué Mireya no aprendió a hablar el idioma? Ella suspiró y abrió
—Todo está como lo has pedido, ¿ya me puedo retirar? —informó y preguntó uno de los súbditos de Tarsis, llegando al balcón del apartamento madrileño en donde el griego junto a su hijo se había estado quedando. El hombre, vestido de camisa blanca, chaqueta gruesa y cremallera al frente color azul os
Freddy volvió a enderezar su cuello. —¿Perdón? Karlos miró al mencionado durante un par de segundos, varios más, y sonrió. —Lo último que pude hacer con la gente de la medicatura forense fue a que le enviaran esa foto a Mireya, la de la mujercita muerta dentro de la bolsa negra. Estaba muy molest
Karlos exhaló y apretó los párpados, luego los abrió y se quedó mirando a la nada, con su cabeza ligeramente ladeada. —¿Conseguiste lo de la cuenta en Andorra? El hombre asintió. Karlos movió sus dedos, pidiéndole algo. Freddy se removió para poder sacar de su bolsillo un sobre alargado y rectangu
La molestia reverberaba en el interior de Freddy Martínez mientras se hacía el silencio. Karlos aún no quiso que Freddy se retirara, por lo que fumó y bebió, y le invitó de nuevo a que bebiera, dejándose cubrir por la quietud de la noche que se profundizaba con el pasar de las horas. —Todo se está