Él miró su boca, ella la de él... —Con permiso, iré a ver cómo están los niños. Pilar regresó a tierra. Le asintió a Susana y dio pasos hacia la mesa, apoyando sus manos sobre la madera porque su piel picaba entera y se sentía nerviosa, casi no lo podía creer, se sentía como una adolescente. —Hol
—Nena, créeme, lo recuerdo. —A Pilar le brillaron los ojos—. Igual no lo entiendo, ¿cómo es que puedes dormir con tanta cafeína? —¿Con todo esto me estás queriendo decir que ya no quieres tomándote eso? —Miró el interior de la taza de Peter. —Dame acá, claro que sí me lo voy a beber. —Arrastró la
Él sonrió más abiertamente al verla caminar, se veía hermosa. Pilar ahora llevaba el cabello completamente suelto y retocó su maquillaje. Él pensaba que no le hacía falta, pero se le veía estupendo el labial rojo en su rostro de porcelana. Siempre le encantó cómo esos colores fuertes resaltaban el i
Vio a Peter llegar a la isla. Queriendo inspeccionar el yate desde lejos, notó que era él y lo vio también descender de la embarcación. Y así mismo le siguió hasta verlo entrar a la casa de Pilar, sorprendida porque él dejó a los escoltas atrás. No pudiendo quedarse fuera de la casa de la enfermera,
Él no quedó muy convencido, pero abrazó a Pilar de la misma forma que antes y se pusieron a escuchar las nuevas tonadas que cambiaron drásticamente de ritmo, ya no eran tan enérgicas, sino cadenciosas, intensas, tonos repletos de misteriosa hermosura. El alcalde hizo un solo de violín que se metió
Peter abrió los ojos y suspiró, restregando sus manos sobre la cara para desperezarse. Pilar no solo se encontraba a su lado nuevamente, como ya sucedió en el hotel en Atenas, sino que además sus piernas estaban entrelazadas con las de él, su esencia pegada a su nariz como si fuese parte del propio
—Entendido, señor. —¿De quién es ese bote y cuándo atracó? —Se detuvo al llegar a la plaza y adelantó sus pasos hacia los pilares bajos que bordeaban Chora y daban la bienvenida. Desde allí podía verse muy bien el muelle. —De una pareja londinense. Mas bien, mitad londinense, mitad griego. Se apel
El señor asintió, le agradó escuchar ese discurso, así que le explicó quién era la enfermera Montenegrino para la población y lo que significaba para ellos el que ella viviera allím Yannys habló maravillas del rol de ella como asistente del doctor, único galeno de la zona. Yannys contempló el sembla