Peter no le respondió, respirando por la nariz y exhalando por su boca internando con eso aliviar el dolor. —¿Por qué haces las cosas así? ¿Desde cuándo te has vuelto un imprudente? —No podía estar un minuto más allá. —¿Y tu salud? ¿Y el hecho de que casi mueres? ¿Y los puntos comprometidos? ¿
Peter sonrió con tristeza, no hizo falta decirle algo al respecto. —¿George? —En el bufete. —¿El consorcio? —Me tomé el día... ¿Qué harás, Peter? —le preguntó al verlo ponerse de pie y dirigirse rápidamente hacia el pasillo de habitaciones. —Tengo que hablar con ella. —Y desapareció rellano
Pilar alzó sus manos para alejarlo, pero él supo capturar su cintura eliminando de sus sistema todo dolor y queja, atrayendo a su exesposa hacia su cuerpo, acentuando el beso al que ella se resistía sin éxito. Sentir los poderosos labios de quien fue su hombre la desbarató. De nuevo, amasando sus
Se despegaron y Lenis limpió una lágrima de su amiga con delicadeza. —¿Te está dando el coñazo? —Inclinó su cabeza hacia el pasillo de habitaciones, indicándole así que hablaba del rubio. Pilar exhaló profuso aire. —Necesitaré tu botiquín de primeros auxilios. Al cabo de un tiempo muy breve,
La puerta se cerró por dentro. Pilar de inmediato, se sentó sobre la tapa del inodoro y exhaló, tratando de que la tensión de su cuerpo se evaporara poco a poco. «Es demasiado abrumador, esto es demasiado para mí», se decía la enfermera. Afuera, el desayuno-almuerzo fue apoteósico, algo que no se
—Uno de los hombres que aprensamos en Turquía habló. —La voz de B.J se filtraba por el altavoz del móvil de Peter—. Por fin confesó haber trabajado para Tarsis, según él, desde hace poco tiempo. Dijo saber dónde estaba. Alegó que en Bulgaria. He investigado y efectivamente una empresa de bienes raíc
El rubio asintió y marcó otro número. —Señor. —Actualización. —El avión Bastidas va de regreso a Londres sin contratiempos. —¿Y el resto de la ayuda? —Ha llegado a destino, pero el hospital no ha pedido más y ha desviado insumos restantes a refugiados en Atenas y en el interior del país. —Bien
Pilar terminó de empacar, no se encontraba sola. Dejó a su hijo en el cuarto del bebé Lain mientras Carla y Lenis la acompañaban, viendo cómo acomodaba las pocas cosas que llevó. —¿Por qué lo hiciste? —La pregunta de Carla paralizó todo. El tono de voz destiló confianza y no juicio, sin embargo,