(Doce años antes). Pilar se giró en su cama luego de que una serie de ruidos interrumpieron su sueño. Estaba cansada. Fue su cumpleaños y esa noche fue un poco larga; no precisamente por la celebración, sino que además, la especialización de estudios quiroprácticos aspiraban todo de sí. Lanzó un s
—¿Por qué lo dices? ¿A caso no es de aquí? —Nop. Es griego. Está aquí en Madrid por negocios. —La miró, de nuevo colocándose de lado—. Pilar, es millonario. La enfermera sonrió, arrugando las cejas. —Pero rico, rico —continuó Mireya—. Tiene millones, Pilar, es en serio. —¿Y cómo sabes tú eso? Te
(Tiempos actuales). Ya empezaba el frío en esos principios de septiembre, la brisa atacaba los ondulados y suaves cabellos castaños de Mireya, sentada en una banca de cemento y hierro frente a un hermoso claro de grama con vista al mar negro. Usando un abrigo marrón oscuro, jean y botas, mantenía
Él se sentó en la cama, ella permaneció de pie en medio del espacio entre la puerta y el colchón. La contempló por un instante, la miraba igual que antes, con deseo, ella sabía que también con amor, aunque era un sentimiento que ahora solo él comprendía. —Te ves hermosa —habló en griego. Ella le r
Casi dos años sin saber una de la otra. Desde que nació el pequeño Piero, ambas no se comunicaban. Ahora se verían y Mireya no sabía bien cómo expresar esa emoción, o cómo no expresarla tanto. —Vas a escribirle lo que yo te diga. Si piensas que puedes darle cualquier información adicional fuera de
Peter se encontraba sentado en el despacho de su amigo y abogado George J. Miller, siendo ya principios de septiembre en La Ciudad. El abogado aún no llegaba a su oficina, su secretaria le avisó al rubio estar ocupado en la sala de juntas con un caso especial, por lo que era probable que tardara un
El rostro de Pilar era tétrico. Fingía. Peter la observó bien, agrandó la imagen, escudriñó. Ella parecía sonreír, pero no era cierto, estaba fingiendo todo. —No quería estar allí... —susurró él, hablando de ella. Las exclamaciones de su exesposa la segunda vez que la llevó para interrogarla, lleg
Peter dejó el móvil sobre la mesa y tuvo que quedarse aún más quieto, tenía el estómago revuelto, no quería seguir ahondando en esa terrible y delicada realidad, no quería comprender que tuvo en su cama al amor de su vida durante dos años con un posible trauma por violación o amenaza y que jamás se