Ella empezó a luchar con el amarre, removiendo su cuerpo con mucho ímpetu. A Peter no le quedó más remedio que aplicar fuerza en el agarre, volverla a atraer a su cuerpo con ambas manos sobre sus brazos que ya se encontraban presos entre su gran apretón, uno que él intentó que no se pasara de la ray
La enfermera arrugó mucho la cara, su cuerpo estaba lleno de tensión. —¿Te sorprende que sepa que fuiste tú quien envió la lista? Pues, no estés tan sorprendida, parece que tu noviecito hizo buenas migas conmigo, creo que le caigo bien. ¿Él sabe que tú y yo estuvimos casados? No lo creo. No se lo d
(Seis años atrás). —Tengo que cortarme el cabello, ¿no lo crees? —le preguntó Peter a Pilar mientras ella enterraba sus dedos entre las rubias cerdas de su esposo, masajeando con sus uñas el cuero cabelludo. Se encontraban en un enorme parque casi a las afueras de La Ciudad, específicamente en su
—Mírame. —La tomó suavemente de la nuca, echando su cabello hacia atrás para verla mejor. Ella, como pudo, maniobrando con su vestido, logró sentarse a horcajadas sobre él y así pudieron entrelazarse—. Te conozco, Pilar. Sé que me preguntabas si yo quería ser padre porque apenas tenemos dos años de
Ella no se movía, solo lloraba, las lágrimas salían solas. Se agarraba las manos, las colocaba en su regazo pero no movía un solo músculo. No podía mirarlo a la cara, pero no solo era la pena. Otros sentimientos se mezclaban. La enfermera pasaba la lengua por sus labios mojados por el llanto, con pa
—¡Es inaudito! Carla estuvo a punto de montarse en ese avión. ¿Qué hubiese ocurrido si...? —Maximiliano Bastidas se quitó la corbata y la lanzó sobre el escritorio de su despacho dentro de su lujoso apartamento en Londres. En ese momento se encontraba conectado a través de una videollamada con Pete
Aquella dama estuvo empeñada siempre en decirle cada vez que se veían, una serie de cosas y adjetivos que lo calificaban como un hombre totalmente equivocado por haber tomado decisiones apuradas con respecto a su amiga, la enfermera Pilar Montenegrino Hernández, o Pilar Hernández, como Lenis la cono
—¿Qué? —No le cuentes nada a nadie, a ninguno de los lugareños sobre las razón por las cuales no saldrás de la isla, invéntate algo, ya que eres buena para eso. Sobre todo no le cuentes a tu novio, el doctor. Mucho menos a él. —¿Por qué…? —La única forma de que salgas de la isla es porque yo lo