Phoenix observó a la señora desaparecer entre las plantas, caminando hacia el fondo oscuro del recinto. Algo dentro de ella la impulsaba a seguir a esa mujer. Phoenix necesitaba respuestas. ¿Cómo esa señora sabía sobre la Noctivermis? Y, más importante, ¿cómo conocía a Ruby, la madre de Phoenix? La urgencia de entender esas conexiones la llevó a seguir en silencio, sus pasos resonando ligeramente en el suelo húmedo y cubierto de musgo. Al llegar al fondo del lugar, la luz disminuyó aún más. Era un ambiente casi sombrío, las paredes apenas iluminadas por algunas lámparas de aceite. Ya no había tantas plantas esparcidas como en el resto del recinto. Solo una planta destacaba, solitaria, en una esquina. Sus hojas eran de un verde profundo, casi negras, con venas plateadas que brillaban suavemente bajo la tenue luz. En el centro de la planta, una única flor emergía, emitiendo una luz débil y opaca, como si absorbiera la oscuridad a su alrededor.Phoenix dio dos pasos hacia la señora, per
En el puerto, con el dulce viento soplando desde el Gran Río, la Reina Phoenix sentía un peso en el pecho mientras caminaba junto a Lady Marissa Dunne y sus damas. Aunque las mujeres conversaban animadamente, intercambiando risas y comentarios sobre el viaje, Phoenix permanecía en silencio, perdida en sus propios pensamientos. La advertencia de la misteriosa señora en el bosque resonaba en su mente, insistentemente. Prepárate para lo que está por venir. Esas palabras no dejaban de sonar. ¿Qué podría estar al acecho? ¿Y por qué ella, Phoenix, tendría el poder de detenerlo?"Majestad... ¿Majestad?" Eloise llamó suavemente, interrumpiendo el flujo de sus pensamientos. "Hemos llegado." Phoenix levantó la mirada y vio, anclada majestuosamente en el puerto, la galera real que los llevaría por el río. La embarcación era una imponente obra de arte, tallada en madera oscura con detalles plateados que brillaban bajo el sol de la tarde. La proa mostraba la feroz cabeza de un lobo negro, símbol
Phoenix caminaba al lado de Ulrich por el centro de la imponente galera, sus pasos firmes resonando suavemente sobre el suelo de madera mientras el viento fresco del río acariciaba su rostro. Sentía su cabello balancearse levemente, a pesar de estar recogido en un elegante moño. A su alrededor, la vastedad del río parecía infinita, con el reflejo de las nubes danzando sobre las aguas cristalinas y tranquilas. El sonido de las velas crujientes y las cuerdas tensadas llenaba el aire, mientras las banderas reales, con el emblema del lobo negro, ondeaban en lo alto, simbolizando el poder y el liderazgo del rey que la acompañaba.El área abierta de la cubierta ofrecía espacio para moverse, rodeada por cuerdas que mantenían las velas en su lugar y altos mástiles que se alzaban imponentes hacia el cielo. A su lado, un pequeño grupo de guardias, con armaduras ornamentadas, mantenía una vigilancia silenciosa, sus ojos atentos a cualquier movimiento sospechoso. El brillo metálico de sus armadura
Caminaron hacia la proa del barco, donde el enorme lobo negro tallado en madera miraba amenazadoramente al horizonte. Phoenix no pudo evitar pensar en cómo ese símbolo representaba bien al hombre a su lado. Fuerte, imponente, pero también lleno de capas que ella aún no había descifrado del todo. "Entonces, ¿cómo estuvo tu día?" Ulrich rompió el silencio. Phoenix suspiró, sus pensamientos vagando hacia lo que había ocurrido antes. "Fue interesante", comenzó, mientras sus dedos rozaban ligeramente la barandilla del barco. "Marissa me llevó a cada rincón de la ciudad. Fue... muy diferente, y los niños me regalaron esta tiara", dijo, tocando ligeramente la corona de ramas y flores en su cabeza. Ulrich la miró con una expresión apreciativa. "Es hermosa. Y se ve aún más hermosa en ti." Phoenix sintió sus mejillas sonrojarse ligeramente. No estaba acostumbrada a los cumplidos sinceros, especialmente viniendo de Ulrich. "Después, fui al herbolario con Marissa, Eloise, Seraphina
Phoenix se acurrucaba en los brazos de Ulrich, el calor de su cuerpo la reconfortaba contra el frío creciente. Los dos estaban juntos en el timón, abrazados, como si ese simple gesto pudiera aislarlos del torbellino de emociones y dudas que dominaban sus mentes. Ulrich mantenía un brazo firmemente alrededor de ella, su mano sosteniendo delicadamente su cintura, mientras la otra apretaba el hombro de Phoenix, presionándola contra su cuerpo."Está bien", murmuró Ulrich contra su cabello. "Estoy aquí".Phoenix sintió cómo las lágrimas comenzaban a formarse en las comisuras de sus ojos. La fuerza del sentimiento de protección de Ulrich era un bálsamo para su corazón, pero también la hacía sentirse vulnerable. Siempre le habían enseñado a ser fuerte, a no depender de nadie, pero en ese momento, el simple acto de ser apoyada le hacía sentir algo que no podía explicar, algo que mezclaba fragilidad y fuerza. El peso de las responsabilidades, de las dudas sobre lo que vendría después, todo est
Momentos antes...La carreta se sacudía suavemente por los polvorientos caminos, el crepúsculo arrojaba tonos anaranjados sobre el paisaje. Phoenix, acomodada entre cojines desgastados, estaba envuelta en una mezcla de agotamiento y un sueño inquieto que la había perseguido durante días. Turin, su compañero de viaje, estaba sentado a su lado, observando cómo las sombras danzaban en los delicados contornos de su rostro.Cuando la noche se instaló por completo, Phoenix se hundió en un sueño profundo. Se vio acostada en una vasta cama con dosel, envuelta en sábanas de seda. Las paredes estaban adornadas con tapices que parecían contar historias antiguas, y la habitación estaba iluminada por una luz suave y dorada.Sin embargo, la tranquilidad del sueño se rompió cuando dos ojos dorados surgieron ante ella. Una sensación de incomodidad la envolvió, como si una presencia misteriosa la estuviera evaluando. Phoenix se despertó abruptamente, su corazón latiendo con fuerza en el pecho.Phoenix
AGORA...El corazón de Phoenix se aceleró. El recuerdo vagaba como una sombra olvidada, flotando entre los fragmentos de sus memorias. ¿Cómo no había reconocido ese lugar antes? Ulrich estaba a su lado, también en su forma lupina. Sus ojos dorados, brillando como brasas, observaban a Phoenix en silencio. El peso de su presencia, incluso sin palabras, la presionaba.Ella vaciló, sintiendo una ola de nerviosismo recorrer su cuerpo. No era solo la confusión de los recuerdos perdidos, sino el hecho de que, de alguna manera, ya había pasado por allí con Turin antes, sin siquiera darse cuenta.Phoenix levantó la mirada, nerviosa, encarando a Ulrich."Lo siento...", su voz resonó en la mente de ambos, un gruñido bajo en su forma lupina, mientras su postura baja revelaba su incomodidad. "Yo... no lo sabía. No tenía idea de que ya había pasado por aquí". Dudó, intentando encontrar las palabras correctas. "Turin me dijo que ese era el camino más seguro, pasamos días por el bosque... Jamás imagi
El suave sonido de risas contenidas resonaba por los pasillos mientras Isadora y Seraphina caminaban hacia la habitación reservada para ellas. La emoción era visible en sus sonrisas y en el brillo de sus ojos. La noche había estado llena de momentos intrigantes, y ambas estaban ansiosas por comentar lo que habían visto y oído.Isadora abrió la puerta de la habitación destinada a las damas de la reina y entró rápidamente, con una expresión entusiasta. Tan pronto como Seraphina cerró la puerta detrás de ella, Isadora se dio la vuelta, apenas pudiendo contener su emoción. "¿Viste cómo estaba sonrojada la reina cuando entró en su cuarto?", dijo ella, riendo en voz baja, como si compartiera un secreto prohibido.Seraphina sonrió con malicia, arreglando un mechón de cabello rubio que se había escapado de su peinado. "Ah, sí, lo vi. Apuesto a que el rey la besó antes de despedirse." Isadora arqueó una ceja y, inclinándose más cerca de Seraphina, agregó en tono conspirador: "O después