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Gracias a Dios que estás viva, Su Majestad.

De repente, Ulrich se levantó de la cama, jadeando, con los ojos muy abiertos. Miró a un lado y vio a Phoenix dormida a su lado, con una expresión tranquila y serena en su rostro.

La voz de Mastiff resonó en su mente, seria e implacable.

"Relájate, fue solo un sueño. Nunca traicionaría a Pryo, y mucho menos con Elara. No soy tú."

Ulrich respiró hondo, aliviado. "Gracias a Dios."

"Pero recuerda," continuó Mastiff, con voz severa. "Acepté que tuvieras esta pequeña fiesta con Phoenix, pero ahora espero que cumplas tu promesa. De lo contrario, el sueño dejará de ser solo un sueño y se convertirá en tu peor pesadilla."

Con un suspiro pesado, Ulrich se levantó de la cama, dejando a Phoenix dormida. Sabía que no podía ignorar la advertencia de Mastiff. Vistiéndose rápidamente, dejó los aposentos de la reina, su mente todavía llena de imágenes de ese maldito sueño.

Mientras Ulrich caminaba por los pasillos silenciosos del palacio, sabía que necesitaba encontrar una manera de lidiar con Mastif
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