Déjame en paz, Phoenix

Las puertas de la habitación se abrieron nuevamente, y Eloise e Isadora, las otras damas de compañía de Phoenix, entraron con su habitual energía matutina. Eloise llevaba en las manos un cepillo de cabello dorado adornado con pequeños rubíes, mientras Isadora cargaba una pequeña caja de joyas.

"Majestad, buenos días," dijo Eloise, inclinándose ligeramente en una reverencia antes de acercarse a la reina. "Espero que se sienta bien; tenemos un largo viaje por delante."

Isadora mostró una amplia sonrisa.

"¡Trajimos algo especial para hoy!" exclamó, señalando a Genevieve, quien ya comenzaba a arreglar las sábanas de la cama.

"El vestido de seda dorada con bordados azules, la capa de terciopelo azul a juego y zapatos de seda dorada," explicó Isadora con entusiasmo. "Y, por supuesto, el collar de oro y los pendientes de perlas para completar el conjunto."

Phoenix asintió con una sonrisa contenida, aunque su mente estaba en otro lugar. Las damas comenzaron a trabajar de manera efici
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