LA ORQUÍDEA OLVIDADA
LA ORQUÍDEA OLVIDADA
Por: VIVIANA PODESTA
24 KILATES

Dedicada a María Isabel Cordero voraz lectora de historias on line

I

«24 KILATES»

“Un corazón en una riqueza que no se vende ni se compra pero se regala”Gustave Flaubert

La bombilla parpadeó haciendo que la luz diera un guiño de bienvenida, la claridad dio un manto fantasmal a aquel depósito atiborrado de marquesinas en desuso, plantas artificiales, cestos vacíos y polvo. Más figuras de cartón a un lado que hacían que dieran en llamar al lugar el 'cementerio de maniquíes'. No era un mal nombre de no ser porque estos muertos podían volver a la vida gracias a la magia de la moda siempre y cuando sus medidas no fueran grandes para la época requerida. Seguían igual de fríos de todos modos.

El voluminoso hombre de seguridad tintineo las llaves de un lado al otro y miró sobre su hombro a la jovencita tras de si. Era alta y delgada, dueña de una mirada luminosa, con una cabellera azabache y rasgos perfectos. Su poca era delgada, sus pómulos altos y sus ojos almendrados, no tenía una piel bronceada y por supuesto no correspondía en absoluto a la etnia de ese país sud americano. Gigi Junot era la recepcionista de las oficinas del primer piso del shopping que aún se mantenía en pie lejos de la modernidad y que no había sido golpeado por la crisis de la pandemia . Central Park así se llamaba pomposamente recordando que sus dueños y fundadores se habían criado con esa vista desde la ventana de su apartamento. En pleno DF en México. Aunque ahora los dueños bien podrían estar vacacionando en Europa. El hombre con más años de empleo de los que quisiera y menos de los necesarios para su retiro pensó en lo relajante que era hallar ese rostro femenino fresco e inocente antes de enfrentarse a los dueños que rara vez daban una entrevista. Dos sujetos maduros de ceño fruncido a los que él mentalmente llamaba 'momias' por no usar un insulto mayor.

La cierto es que en ese depósito donde guardaban gran parte de las decoraciones temáticas del paseo de compras, Gigi solía ocultar toda clase de cosas útiles que donaba luego a instituciones locales mentira mediante de deterioro o perdida. Ella y otras empleadas se negaban a tirar a la basura lo que pudiera ser útil a un asilo manejado por religiosas a pocas manzanas de allí.

El hombre de seguridad conocía la historia de Gigi. Su padre un inmigrante francés, al igual que la madre, las abandonó apenas un año de nacida Gigi, el matrimonio no era tormentoso sin embargo nada tenían en común y tras meses de infidelidad el hombre desapareció de la noche a la mañana. Lo creían lejos ya por otra parte ni Gigi ni su madre decidieron buscarlo. Sin otra familia la madre de Gigi se hizo cargo de Gigi,una mujer madura y sin ambiciones ,con poca salud cumplió un doble rol de crianza y le enseñó valores morales que Gigi recordaba cada día de su vida. Honradez , a eso se resumía todo. Hacía tres años que la madre de Gigi había muerto. Un lamentable accidente en la fábrica donde trabajara. Y de no haber sido por el resto de sus compañeros de empleo allí la muchacha jamás hubiese iniciado un juicio por negligencia a aquel lugar. Aún no había sentencia ni indemnización la cual sería jugosa. Gigi solo deseaba justicia y que aquel accidente no se repitiera, había rescatado la casa familiar de la hipoteca y la mantenía tan viva como podía aunque ella misma llevara una vida en extremo solitaria. Hasta aquí Gigi solo parecía acumular dinero para recuperar objetos familiares del empeño. El primero fue un soberbio piano algo desafinado. La joven era en extremo selectiva con sus amigas , lo que aquel hombre encargado de la seguridad podía llamar una muchacha anticuada, más bien decente. Lo que los otros hombres calificaría como santurrona y otros como desperdicio.

Si Gigi se arreglara más podía ser al igual que las otras recepcionistas afectas a los tratamientos raciales faciales. Una figura excelente, buen caminar ,refinadas, pequeños pechos firmes, un trasero delgado y por supuesto su educación, hablaba inglés y francés a la perfección…ciertamente podía hacer estragos en un hombre si quisiera!

El hombre salió de allí y le entregó las llaves comenzando a caminar rápidamente por los pasillos.

La joven promotora de la tienda de perfumes la atrapó y la obligó a oler de aquel vaporizador la nueva fragancia cargada, parpadeo haciendo que sus pestañas postizas oscilaron e hizo un gesto significativo riendo.

-‘Orquídea salvaje' , huele! Y es arrebatadoramente masculino!

Gigi dio un paso atrás sonriendo aunque sin entusiasmarse demasiado. Orquídeas y masculinidad no parecían compatibles. Se burló de su amiga.

-A veces creo que experimentas conmigo! Está prohibido hacerlo con animales has olvidado la corriente vegana?

-Ah! Gasto millones en ti con cada muestra gratis!- la reprendió su amiga exagerando- Sabes quién vendrá promocionarla aquí mismo?

Aquí la muchacha lo gritó casi al borde del entusiasmo y se apartó para que Gigi viera un póster de publicidad Chandler Forrester! Gigi sonrío condescendiente y dejó que le explicara más

-Aquí no se habla más de otra cosa , solo publicidad, de la agencia Rutherford decidió que viniera aquí mismo a éste hermoso y sagrado recinto monumento al consumo, si, si nuestro shopping!

-Qué suerte ‘las momias' enloquecerán con tal visita!

Gigi no se entusiasmaba por tal evento. como no hacerlo? Cómo no enloquecer? la gráfica de Chandler estaba por todos lados posibles, no acabó de entender aunque Gigi debía de prejuzgarlo: atractivo pero pedante demasiado bueno para ser cierto y no deseaba conocer a famoso alguno. Le deseó buen día a su amiga y caminó a dos locales más sin perder la sonrisa, miró el escaparate de una joyería y entró en el local ante el grito de triunfo del dependiente.

-24 quilates! Auténtico- el hombre hizo un gesto ampuloso que denotaba su condición gay y se entusiasmó mirando los ojos brillantes de la muchacha.

Un anillo de 24 quilates, de diseño hueco con un de diminutos diamantes a un lado.

-Has podido repararlo!

El hombre se encogió de hombros con falsa modestia e hizo un gesto con sus manos.

- Claro, fue un regalo de todos nosotros para ti lo ves? Central Park se abastece asimismo .

Gigi lo tomó con manos temblorosas sabiendo que ella merecía eso y más .

El dependiente hizo una mueca en su moreno rostro aunque él era abiertamente gay se dijo que era una pena auténtica, una chica solitaria, pensó el hombre con un dejo de tristeza, pena que permaneciera allí y preguntó por fin a que olía ella , a orquídea salvaje Gigi le enseñó con desdén por sobre su hombro los afiches que poblaban las marquesinas.

Ese anillo pertenecía a la familia de Gigi , se había dañado y raspado , sus diamantes están intactos fue un fino trabajo algo que no figuraría en los gastos comunes como fuera , él era el dueño de aquel sitio, pagaba alquiler por el local y le debía a Gigi un par de favores como todos, y esos todos habían colaborado para que un orfebre hiciera su trabajo.

Gigi solo tenía ojos para ese anillo el hombre miró entonces la foto de Chandler Forrester y la publicidad de aquella fragancia masculina. Dio un suspiro apagado y fue allí que recibió un cálido beso en la mejilla de Gigi.

-Armand eres el mejor!

Él se había derretido ante ese gesto infantil.

-Ya tonta, estamos aquí respetando los dos metros de distancia sanitarios, además tú eres la única que sabe que me llamo Arnoldo en realidad. Arnoldo Sánchez García!

Él hombre lo dijo con un cómico pesar. Gigi se separó de él.

-Cómo sea alguien vendrá y apreciará más a Arnoldo que a Armand!

Él hombre rió con ganas.

-Es hora de que dejes de preocuparte por nosotros Gigi. Ten ya un nuevo novio no ese sapo que parecía príncipe más bien consigue a uno!

Gigi se encogió de hombros sin perder la sonrisa. Lo haría, sabría cuando llegaría el indicado. La vio marcharse con pies alados a su puesto tras un escritorio. Armand emitió otro romántico suspiro viendo a Chandler .

-Así es la vida tu desnudo ganas millones y está muchacha vestida vale oro para nosotros!!

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