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Enrique estaba listo con su traje bien puesto. Se veía muy guapo a como fuera, terminé de bajar las escaleras y me dirigí a él, no sabía lo que podría pasar en la dichosa cena pero tenía que poner de mi parte para no hacerlo quedar mal.

—Estoy lista —le dije.

Enrique me miró y se quedó sorprendido al verme, ni siquiera lo disimuló, entonces me recorrió con la mirada de pies a cabeza. Mi cabello iba suelto, me pinté los labios en rojo y había elegido unas sandalias negras de tiritas. No encontré algo mejor.

—Estas... —suspiró—... hermosa.

Mordí mi labio inferior.

—Gracias. No pude encontrar algo mejor así que...

—¿De que hablas? Deslumbrarás hoy en esa cena.

Reí.

—Tampoco exageres —murmure, empezando a caminar hacia la salida.

—Es la verdad —me siguió. Nos montamos en el auto hacia donde sea que sea el evento. El camino en el auto fue un poco incómodo pero rápido, agradecí cuando llegamos. Habían más autos de lujo estacionados allí, en todas partes. El lugar era enorme, una mansión de
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