Este capítulo es dedicado a esta nueva lectora, Teresa Barocio, graacias por amar mi trabajo y por venir a apoyarme, un gran abrazo
Sofía. No hubo muchas palabras en un inicio, y tampoco era mi plan entrar de lleno hacia Diego, y menos cuando la abuela estuviera presente. Ella entendió que quería hablar de algunas cosas con este nuevo hombre, y luego de que nos instalamos en la casa, y me dejaron en la sala sentada en los sofás, la abuela solo le dio una mirada a Diego, y luego me observó. —Hay muchas cosas por hacer… pero no soporto mi cabeza… siento que va a estallar… —me estremecí al verla en malas condiciones. Así como a mí, el tema de Gael debía ser devastador para ella, y no supe qué decirle. —Trata de descansar… —Tú también… no te tardes mucho. Recuerda que hay cosas que planificar… Asentí ante su consejo, y luego la vi subiendo las escaleras. Ya habría tiempo para explicarle en detalle, y esperaba que ella pudiera entenderlo. Diego estuvo silente durante todo el tiempo, y luego de que nos quedamos solos, él me miró. —Sé que es precipitado que apareciera de la nada… además de que nunca respondiste
Sofía Odiaba que tuviese que esperar. Mi recuperación iba lenta, y los días pasaban eternos, mientras cada noche había un llanto que dolía más que el otro. Cada vez que abría mis ojos por la mañana, solo quería quedarme mirando a la nada, y por primera vez en mi vida mi respiración era demasiado lenta. No sé qué parte me dolía más, pero era muy difícil. Estaba este deseo que me quemaba por dentro de vengarme, pero de repente también esta desolación que incluso dolía mucho más. Cuando abrí mis ojos, después de una semana, me quedé abrazando almohada cuando sentí otro movimiento. Mis lágrimas se escurrieron cerrando mis ojos, y recordé el día en que Gael puso la mano en mi vientre y me sonrió. Quería pensar que era una pesadilla, creer que estaba en ella, me alimentaba de alguna forma. Había algo en mi subconsciente que me decía que despertaría en cualquier momento, y que, al girarme sobre la cama, vería esos ojos negros que me hacían sentir de forma perfecta. —Estoy en una pesad
Sofía. —Ahora que no tiene la escayola, debe caminar lentamente… —moví mi pierna cuando retiraron el yeso, y luego el médico comenzó a examinar mi brazo y la herida que tenía en el hombro. Aún me dolía el movimiento, pero la herida estaba cerrada. —Cualquier cosa, no duden en llamarme… —el médico volvió a decir, y Diego asintió. —Gracias… Esta era la primera vez que estaba en una propiedad de Diego, cuando salí de la mansión, pensé que íbamos a la clínica, pero me sorprendí cuando entramos a una de sus casas, y un médico privado vino a hacerme el chequeo. Cuando el especialista y su equipo se fue, me quedé mirando a Diego tratando de mantener a raya la sonrisa que me envió. —Creo que te ves grandiosa… Miré mi barriga abultada, estaba cumpliendo los cinco meses y ya se veía un globito en mi forma. —Solo me alegro de que ya pueda caminar sin eso… realmente era muy incómodo. Diego se pasó de un sofá a otro y luego tomó mi mano, para llevarla a su boca. Dio un beso cálido en ella
Sofía. El peso de mi decisión pesaba sobre mis hombros mientras observaba las lágrimas en los ojos de la abuela. Sabía que no podía abandonarla después de todo lo que había sucedido y de lo que estaba dispuesta a hacer para buscar justicia por Gael. Pero ver el dolor en los ojos de Helena me partía el corazón. —Abuela, por favor, entiende que no puedo dejar que esto pase. Gael no merece que nos rindamos así. Ella suspiró profundamente y se limpió las lágrimas con un pañuelo. —Sofí, entiendo tu determinación, y admiro tu valentía. Pero también tengo que pensar en lo que es mejor para ti y para el bebé. Esto va a ser una batalla larga y difícil, y no quiero verte sufrir más de lo que ya has sufrido. Ya ha sido mucho, perdí a mi hija, a mi nieto… no puedo más con esto… no quiero más perdidas… por favor entiéndelo. Me estremecí ante sus palabras. La verdad era que no sabía cómo iba a enfrentar todo lo que se avecinaba, pero sentía que tenía que hacerlo. No podía permitir que don Rafae
Sofía. Una vez fuera de la casa, Diego nos llevó a su auto y nos subimos en silencio. El ambiente estaba cargado de tensión, y la abuela y yo no podíamos evitar sentirnos afectadas por la confrontación con Camila y Fernanda. Diego ordenó un lugar, pero la abuela se apresuró a negar. —No… mi nieto está por llegar, debo reunirme con él… —Puede darle mi dirección, ya que no podrá llegar a la mansión… —ella me observó con duda, y tomé su mano. —Es lo mejor, al menos hasta que vuelen a Estados Unidos… Helena no pareció muy segura, pero asintió en silencio y allí es cuando miré a Diego que estaba un poco incómodo. —Sofía, entiendo que estés furiosa, pero no podemos permitir que esta situación se vuelva aún más complicada. Tenemos que lidiar con esto de manera legal y cuidadosa… amenazaste a esas personas delante del abogado. Asentí con resignación. Sabía que Diego tenía razón, pero no podía evitar sentirme impotente ante la actitud de Camila y Fernanda. —Lo sé… pero me sacaron de qu
Sofía.La tensión en la habitación se palpaba mientras Cristian y Diego se miraban fijamente, como si estuvieran midiendo fuerzas. Mi mente estaba dividida entre la sorpresa de conocer al hermano menor de Gael y la incertidumbre por lo que acababa de decir Diego.—Diego, yo… —comencé a decir, pero Diego me interrumpió con determinación.—Sofía, te prometí que estaría a tu lado en todo momento, y eso incluye protegerte de cualquier problema que surja. Sé que él es hermano directo de tu exesposo, pero…Cristian frunció el ceño, evidentemente molesto por la negativa de Diego.—Entiendo tu preocupación, pero soy familia de Sofía y de Gael. No tengo intenciones de hacerle daño a nadie, y mi abuela necesita estar en un lugar tranquilo después de todo lo que ha pasado. Es evidente que Sofía también.Diego se cruzó de brazos, sin ceder.—Lo siento, pero Sofía se quedará aquí. Ella necesita estabilidad y apoyo en este momento, y eso es lo que le ofrecemos.La abuela finalmente habló, tratando
Sofía. Tres días pasaron y mis dudas aumentaban, estaba desesperada porque el tiempo, o más bien los hechos ocurrieran, y no quería presionar a Diego, pero estaba en mi punto límite cuando él llegó a la casa donde me estaba quedando. —Diego… —Tranquila… mira… —él encendió una pantalla plana y puso el suficiente volumen a las noticias. Allí estaba viendo a don Rafael caminando apresurado con un montón de reporteros a su alrededor haciéndoles preguntas. “¿Es verdad que está implicado en la muerte de su hijo?” “¿Qué dice de los hechos que lo involucran en el accidente donde murió su esposa?” “¿Es verdad que su actual esposa viene de la trata de personas?” Tuve que poner mis manos en la boca, sin poder creerlo. —Esto seguirá por días… se hará un escándalo en el senado, y espero sea destituido de las filas de elección… y no solo eso… estará bombardeado por dos semanas en los periódicos y noticieros, hasta que la policía nacional deba hacer algo de forma obligatoria… Mi boca tembló
Sofía.Estaba tratando de mantener la calma, y aunque no entendía ¿Cómo? Sí… la mujer que estaba frente al espejo era yo.Estaba vestida de blanco, y mi barriga se veía más grande.—Eres muy hermosa… pronto serás la señora Slim… —me giré, pero el rostro de la mujer no era conocido, ella solo arreglaba mi vestido mientras estaba en la misma habitación de la casa de Diego, donde me había quedado en estos últimos meses.Mi rostro se veía pálido, algo ojeroso a pesar del maquillaje, y de pronto negué.¿Por qué había aceptado casarme tan rápido?Miré mi mano para ver ese anillo en mi dedo que brillaba más que toda la habitación, y luego sentí las patadas de mi bebé.No hubo tiempo para tener un pensamiento cuando la misma mujer me tomó del brazo y me dijo:—Ya es hora…No sé por qué me apoyé en ella para caminar, bajé las escaleras con cuidado y luego me esperaba un enorme festejo en el amplio jardín.La gente se levantó de sus puestos y aplaudió con fuerza, pero enseguida, noté como Diego