CAPÍTULO 40 — No…
Sofía.

—¿Sofía? ¿Sofía me escucha? —yo podía escuchar, pero me costaba muchísimo abrir los ojos.

Incluso sentía una presión en el pecho, y la falta de aire.

—¿Sofía, me escucha?

El aliento me golpeó de forma inmediata, y tuve que aspirar el aire.

—Tranquila… puede toser con calma… poco a poco… —abrí mis ojos lentamente.

Estaba rodeada de cables en mis brazos, tenía una cámara de oxígeno en mi boca, y a mi alrededor había muchos rostros con tapabocas, observándome.

—Gael… —mi voz solo salió como un sonido débil, y alguien puso la mano en mi pecho.

—Respire…

—¿Dónde está Gael? —el médico negó.

—Sofía… tranquilícese… —mi agitación se aceleró muchísimo, y luego me dolió el vientre.

—No… no… Mi bebé… ¿Cómo está mi bebé? Estoy embarazada, doctor… por favor, tuve un accidente… mi esposo también… por favor…

—¡Sofía! —miré los ojos del médico que me tomó por los hombros—. Usted tiene tres días aquí… estamos monitoreando su bebé, ¿de acuerdo? Está con vida… pero usted perdió mucha sa
Maria Pulido

Este capítulo es dedicado a esta nueva lectora, Teresa Barocio, graacias por amar mi trabajo y por venir a apoyarme, un gran abrazo

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