CAPÍTULO 12

tres…dos…uno…

—Tengo que irme. —me levanté de la mesa.

—Pero sí, la estamos pasando bien.

—Tú te la estas pasando bien, a mí me has ignorado toda la noche.

—Dony.

—No soy Dony, soy Dorothy. Nos acabamos de conocer y ya olvidaste mi nombre.

—Soy muy malo con eso de recordar nombres. Pero un cuerpo no puedo olvidarlo y el tuyo se ve muy muy bueno.

Se acercó y me acorraló contra la pared.

—¡Muévete estúpido!

—No vas a dejarme con las ganas.

Lo empujé con todas mis fuerzas. Lo alejé por unos segundos, pero me tomó de los brazos y me abalanzó contra la pared.

Arrancó los primeros botones de mi camisa. Mis gritos de ayuda no los podía escuchar nadie debido al fuerte sonido de la música.

—¡Suéltala imbécil!

Ahí estaba mi salvador. Con traje y zapatos elegantes. Era tan guapo que su rostro parecía ser tallado por los mejores escultores. Sus ojos son verdes como las esmeraldas. Cupido, me flecho en ese momento.

—Dory, él es mi esposo Marcos. —Habló Adriana.

La cara de Marcos era
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