SE DERRETÍA DE DESEO

Se puso el abrigo y salió de la casa, esperando salir corriendo, aunque no estaba segura de hacia dónde.

Su corazón se alegró al verlo avanzar por el sendero. Como si hubieran estado separados durante años, corrió hacia él. —Lonnie—. El hombre oso la abrazó y ella gimió. —Estaba tan preocupada—.

Lonnie le levantó la barbilla y sonrió, sus ojos azules brillaban y la derretían de deseo. —No es necesario. Tu protector es invencible —dijo con confianza y bravuconería.

—Odio admitirlo, pero si algo te pasa, estoy en serios problemas—.

—Confío en que encuentres una forma de salvarte —suspiró—. ¿Estás listo para una larga caminata, doctor?

—Sí.—

—Bien. —Le cruzó el brazo con el de ella y se encaminaron hacia Namche—. ¿Parto normal?

La sensación de los músculos duros como una roca de su brazo presionados contra ella dejó a Mary sin aliento, recordándole la visión de la noche anterior de su delicioso y musculoso cuerpo desnudo. —Sí, afortunadamente—.

—Sin embargo, ¿hiciste que la joven esteril
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