AVALANCHA

Un muro de nieve se precipitó hacia ella.

Mierda. ¡Avalancha!

Mary corrió, pero el agua se movía con la fuerza de un veloz tsunami. La engullía en cuestión de segundos. Un gran trozo de hielo o roca le rozó la cabeza y la derribó. Aturdida, sin embargo, la adrenalina se activó y se puso de pie.

Un cuerpo enorme la envolvió como un útero mientras la nieve caía sobre ellos. Tanto ella como su salvador morirían congelados. Mary cerró los ojos para dormir para siempre.

Entonces el sonido y el entierro terminaron. Estaban atrapados en las profundidades de la nieve. El hombre los había envuelto en una bolsa de aire, pero ¿por cuánto tiempo? En un ataúd congelado.

—Mary, ¿estás bien?

—¿Lonnie? —Aquí en persona. Sintió un corte en la frente.

Una parte de ella quería abofetearlo por hacerle creer que había muerto en la explosión terrorista, y otra parte quería besarlo cada centímetro de su cuerpo. Ninguna de las dos cosas era posible. Temblaba tan fuerte que parecía que estuviera sufriendo un
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