— Pero cariño, a mi no me corresponde hablar de eso, lo que tú tienes que hacer es conversar con Christopher y aclarar tus dudas cariño, es más deberías de ir a verlo en la Empresa, te llevo yo, a mi yerno va a encantarle una visita tuya.— No quiero molestarlo mamá.— Cariño, para Christopher Davenport tu no eres una molestia, vamos, es mejor que hablen y cuanto antes mejor.— Sí, tienes razón mamá, llévame a la Empresa quizás esta conversación ya no tiene razón para seguir siendo alargada.Entre tanto Patricia Granville caminaba con paso elegante y seguro por los pasillos del centro comercial, con varias bolsas de diseñador colgando de su brazo. Su día había transcurrido con normalidad, entre compras y un almuerzo en un restaurante exclusivo. Todo marchaba bien, hasta que, en un descuido, su mirada se desvió a la pantalla de su teléfono y vio algo que la dejó completamente paralizada.Era una publicación de Adela Calloway, una de esas mujeres que no perdían la oportunidad de presumi
Parecía bajo las órdenes de Christopher fue sacada de la Empresa, Christopher ya no quería tenerla cerca y la mujer enfurecida empieza a dar vueltas en el carro hasta que en las cercanías de un parque alguien muy familiar entra en su campo de visión.El aire fresco del parque no bastaba para calmar el torbellino de pensamientos en la mente de Eda. Su pecho dolía, su garganta ardía por la necesidad de llorar, pero se mordía el labio con fuerza, obligándose a contener las lágrimas.No podía darse el lujo de desmoronarse. No ahora. No cuando todo parecía tambalearse.Se abrazó el vientre, buscando un consuelo que solo sus bebés podían darle, pero alguien llegó por detrás de ella en ese momento.—Vaya, qué coincidencia encontrarte aquí.Eda se tensó al instante.Esa voz…Levantó la mirada lentamente y su corazón se encogió al ver a Patricia Granville de pie frente a ella, con su impecable vestimenta, su cabello perfectamente peinado y una sonrisa que no llegaba a sus ojos, no parecía en n
Davenport Corporation se sentia muy diferente las horas iban pasando, pero para Christopher, el reloj parecía moverse a cámara lenta. Sentado en su oficina, no podía quitarse esa sensación extraña que se había apodefado de él. Algo no estaba bien y el CEO lo presentía, la llegada de Patricia no le efecto en lo más mínimo, de hecho Patricia no significaba nada para él, y aunque Christopher siempre decia que no se arrepiente de nada, haber sido novio de Patricia era el mayor arrepentimiento, entonces la puerta de su oficina se abrió.El asistente entró apresuradamente, sin atreverse a interrumpir la concentración tensa de su jefe.—Señor Davenport —dijo con cautela—, Ahora que esta ya sin reuniones importantes o visitas inesperadas, le dejo a conocimiento que su esposa estuvo aquí hoy.Christopher alzó la mirada, su ceño fruncido inmediatamente.—¿Eda estuvo aquí? —preguntó, la tensión en su voz palpable.—Sí, señor. Pero cuando se enteró de que estaba con la señora Granville, parece qu
Eda caminaba lentamente por las calles de la ciudad, el sol comenzando a bajar en el horizonte, pero su mente no lograba encontrar descanso. La conversación con Patricia había dejado una marca imborrable en su corazón, en su alma. Las palabras de la mujer, cargadas de veneno y dudas, se repetían una y otra vez en su mente. Patricia le había insinuado que Christopher aún tenía sentimientos por ella, que lo que había entre ellos no era más que una fachada, una actuación para la sociedad. Eda había querido ignorar esas ideas, pero algo en su interior le decía que quizás Patricia tenía razón."Después de que nazca tu hijo, Christopher se va a divorciar de ti... No eres la única mujer en su vida, Eda", las palabras de Patricia resonaban con fuerza en su cabeza. El miedo a perder a Christopher, el hombre con el que había compartido tantos momentos, la envolvía. ¿Sería cierto? ¿Realmente lo perdería?El miedo y la ansiedad se apoderaron de su cuerpo, y no podía dejar de pensar en todo lo que
— Amor mío, hablaremos cuando estés fuera de peligro, solo quiero que tu y nuestros bebés estén bien — Christopher la toma de la mano y Eda podía sentir su desesperación y preocupación en la voz entonces se muerde los labios, era Christopher y ella no podía decirle que no, ella merecía escuchar la versión de Christopher — Ahora quiero que descanses, cuando despiertes yo estaré aquí y nunca me iré de tu lado, porque eres la mujer que amo Eda y yo sé que tú lo sabes así como yo se que soy culpable de esta maldita inseguridad que ahora estas experimentando, pero necesito que confíes en mi — El hombre besa el dorso de la mano de su esposa y Eda lentamente fue cerrando los ojos permitiéndose descansar.Christopher Davenport salió de la habitación con paso firme, su rostro era una máscara de hierro, impasible, inquebrantable. La frialdad en sus ojos era suficiente para helar la sangre de cualquiera que se interpusiera en su camino. Mientras caminaba por el pasillo alfombrado, sacó su teléfo
El teléfono de Patricia vibró sobre la mesa con una insistencia fría, como un recordatorio de su destino inminente. Su corazón se detuvo al tomar el teléfono un segundo antes de deslizar el dedo por la pantalla y llevar el dispositivo a su oído ella pensaba que estaba muriendo lentamente.—¿Quieres arreglar esto? —la voz de Christopher Davenport era un filo de acero, sin necesidad de elevarse para imponer su dominio—. En una hora tengo una conferencia de prensa. Ve allí y aclara esto. Si no vas… será peor, tu escoges como quieres terminar esto, y tampoco preguntes o supliques al cielo que te de una razón por la que estas sufriendo, tu elegiste este camino Patricia.Un escalofrío reptó por su espalda. No había amenaza en su tono, porque Christopher no necesitaba amenazar. Su simple afirmación era un decreto. Su voz tenía el peso de un veredicto inapelable, la gravedad de un juez que ya ha decidido la sentencia antes de que el acusado hable. Patricia supo, sin margen de duda, que no t
El salón de conferencias de Davenport Enterprises estaba abarrotado de periodistas, cámaras y micrófonos listos para captar cada palabra de Patricia Granville. Era su última oportunidad de limpiar su imagen tras el escándalo que había sacudido a su familia y su reputación. Christopher había preparado un discurso para ella, cuidadosamente elaborado para minimizar el daño, pero en el instante en que Patricia se puso de pie ante la multitud, su cuerpo la traicionó.Sus manos temblaban. El sudor perlaba su frente. Los flashes de las cámaras la cegaban y el murmullo de los reporteros la asfixiaba.—B-buenas tardes... —balbuceó, tratando de seguir el guion que tenía en sus manos. Pero las palabras se desdibujaban ante sus ojos.El silencio expectante de la sala se transformó en murmullos y cuchicheos. Un periodista tosió; otro levantó la mano para interrumpirla. Patricia sintió cómo las piernas le flaqueaban. No podía respirar.Y entonces, el pánico la consumió.Los papeles resbalaron de su
— Era evidente que desde su llegada ella nada más tenía un plan y era recuperar todo aquello que ha perdido aquí, aquello también me incluía a mi, claramente aquello era lo último que a mi me importaría, Patricia no era relevante para mi, es más su sola presencia a mi me molestaba, ella nunca cambió, mejor dicho, ha mejorado sus técnicas, técnicas que conmigo no funcionan en lo absoluto, la noche de su regreso, alguien había adulterado tu bebida y tuvo suerte de que haya sido yo quien te haya encontrado, ella en su afán de separarnos, ha terminado dándonos un empujón, aunque tarde o temprano serias mía, porque eres mi esposa, pero su plan era que tu termines entre las sabanas de otro hombre aquella noche, no obstante terminaste en mi cama, en tu mansión siendo mi mujer, al día siguiente ella se había autoinvitado para el desayuno, nadie la quiere cerca en mi familia, y es mi culpa porque yo no supe darle un alto, aunque ella tenía claro que yo no quería nada con ella.— Ella en cada o