Capítulo treinta y dos
Luna de Hiel — Segunda parte
*Cassandra Reid*
El hambre se me quita de repente y emito un largo resoplido.
— Cassandra, cielo, esos no son modos de comportarse en la mesa.
Cierro los ojos y cuento hasta diez para no perder el control frente a los pequeños.
Si Adriano tiene algo que ver en esto, juro que no se lo perdono esta vez.
» ¿No piensas saludarnos?
¿Soy una mala persona si por momentos odio a mi madre?
— Teniendo en cuenta que no fueron invitados, la cortesía sobra —interviene mi esposo con un tono neutro en tanto asesina al maitrê con los ojos, de seguro por haberles dejado pasar. Su actitud m
Capítulo treinta y tres Necesidades *Adriano Di Lauro* ¿Cómo entraron? No tengo idea, pero esto se lo cobraré al personal de seguridad del condominio. No sé en qué estaban pensando cuando se les ocurrió desobedecerme. Incluso aquí en América conocen mi nombre y mi reputación. La cena se estropea, mi buen humor también y la paciencia se me va al garete con cada palabra que sale de su boca. Gibson Reid me está buscando... y me va a encontrar. Su atrevimiento no quedará impune. Sin embargo, ahora debo centrarme en mi esposa, a quien siento a punto de desmayarse en cualquier momento. La sostengo entre mis brazos al sentirla débil en tanto descarga su frustración contra quienes se hacen llamar sus padres, pero que de ello no tienen ni un pelo. Sin importar cuán despreciable pueda ser una persona, los hijos son sagrados y ellos no han hecho más que utilizar a la suya, perjudicarla y hacerle daño. De solo recordar el resultado de mis investigaciones, enloquezco como una especie d
Capítulo treinta y cuatroDía de San Valentín*Cassandra Reid*Los ojos me pesan demasiado. Me siento agotada como si no hubiese dormido en años y mi mente se niega a despertar todavía. Sin embargo, una corriente eléctrica e inspiradora estimula mi cuerpo de manera repentina, logrando que mis párpados se rebelen contra mis ganas de dormir y abran las puertas a la nueva mañana. Una mañana sensual donde mi esposo explora cada parte de mi ser al mismo tiempo que se hunde entre mis piernas.— ¿
Capítulo treinta y cincoMami*Cassandra Reid*Me levanto de un salto y coloco los brazos en jarra—. Te he hecho una pregunta, Leah Falco.— ¿Esta es tu forma de recibirme? —cuestiona ella—. Si lo hubiera sabido no habría venido.— Pensé que no querías venir —declaro.— Así era..., pero ante la insistencia de tu marido no pude negarme. ¡Menudo poder de convencimiento tiene el italiano! —argumenta—. No me extraña que hayas caído redonda por él. Además, me ofreció un viaje en avión privado y con el buenorro de Pietro Varca. ¡Por Dios, qué hombre! Y có
Capítulo treinta y seisMía*Cassandra Reid*Me froto los ojos con las manos una vez más. Otra vez tenemos que madrugar para viajar en avión y me caigo de sueño. No he podido pegar ojo en toda la noche. Las palabras de Ella continúan divagando en mi cabeza.Mami, me ha llamado «mami». Y desde entonces no deja de repetirlo. Fue lo primero que hizo esta mañana al verme.Al parecer a Fede no le molesta y Adriano se ha mantenido al margen, ni lo ha mencionado. ¿Será que ellos también me han aceptado como tal? ¿O por el contrario, solo lo están ignorando?Me recuesto en el sillón reclinable dispuesta a dormir durante todo el vuelo mientras esperamos a Pietro, quien se supone que debe traer
Capítulo treinta y sieteCrisis*Cassandra Reid*Observo el reloj una vez más mientras la madre de mi paciente parlotea sin cesar, como si fuéramos amigas de toda la vida. Esta es la rutina de todos los días. Las mujeres de Florencia quieren conocerme y agradarme por el simple hecho de estar casada con Adriano Di Lauro. Es un fastidio y aunque en muchas ocasiones no me cuesta sonreír o mantener el hilo de la conversación, hoy solo rezo para que termine su tertulia y me deje ir a la cafetería. Como es habitual, se me ha pasado la hora de almuerzo y muero de hambre.— Bueno, mi marido me espera en la salida —por fin llegan las palabras tan esperadas—. Supongo que nos veremos en la próxima consulta... o tal vez —no me da tiempo a responder—, podríamos
Capítulo treinta y ochoAdiós a la maldición de la bruja*Adriano Di Lauro*Con el gesto pétreo e ignorando sus chillidos, la saco de la habitación a rastras mientras mi ama de llaves carga la maleta.— No se te ocurra aparecer en mi casa nunca más —le advierto desde el auto—. Ten mucho cuidado con lo que haces o en todo caso dices, Francesca, porque no volverás a ver la luz del sol. Abres la boca y los pocos privilegios que te quedan serán cortados de raíz.— ¡Contaré la verdad!— ¿La verdad? —emito una pequeña carcajada cargada de sarcasmo. La ira alimenta mi frialdad y me hace sentir más poderoso que nunca&mdash
Capítulo treinta y nueveEl Cirujano Capullo*Cassandra Reid*Miro el móvil una vez más en busca de algún mensaje o llamada perdida, pero mi bandeja de entrada sigue limpia. Esto es raro, muy raro.Cuando mi mejor amiga llevaba días sin aparecer por mi consulta, fui en su búsqueda. Entonces, me comunicaron que había pedido vacaciones. Me extrañó demasiado que no me hubiese avisado, por ello le pregunté a Romeo y sus palabras me dejaron más preocupada todavía.Leah se marchó sin decir nada a nadie. No atiende llamadas, no responde mensajes...; es como si la tierra se la hubiera tragado. Hace dos días recibí un escueto «estoy bien» que no logró calmarme ni un poco. Desde entonces
Capítulo cuarenta Altibajos emocionales *Cassandra Reid* Reparo en su aspecto una vez más. Los rizos cobrizos ahora son más ondulados y de color caoba; las libras de más se han ido dándole el cuerpo más espectacular que he visto en mi vida —incluyendo el de Leah— y las gafas de pasta han desaparecido. Sin embargo, es ella, esa heterocromía gris y dorada la reconocería en cualquier lugar. — Wendy Lambert —sin perder un segundo más, corro hacia ella—. Mira lo que trajo el viento. — Cass, ¡por Dios! —nos abrazamos con tanta fuerza a punto de soltar lágrimas de felicidad. Mi amiga de la infancia está aquí, en Florencia,frente a mí...—. ¡No puedo creerlo! — Ya somos dos —señalo—. ¿Cuánto