Capítulo cincuenta y dos
Regreso al pasado y despertar
*Cassandra Reid*
Debo volver a sentarme para no caer. ¿Por qué nos sucede esto? ¿Es que nunca podremos tener una vida en paz? ¿Qué le digo a mis hijos? ¿Y si no despierta?
«No», detengo el pensamiento con rapidez.
Va a estar bien. Tiene que estar bien.
—Podréis pasar a verlo por cinco minutos —nos comunica el jefe—. Luego solo uno de vosotros se puede quedar con él.
—Yo me quedaré —puedo ver el recelo y las protestas ahogadas en el resto de los presentes, pero mi tono imperativo no da espacio a réplicas—. Podéis pasar primero —indico a los padres y el mejor amigo de mi esposo—. Yo esperar&eac
Capítulo cincuenta y tresAtentado*Adriano Di Lauro*Alguien ha intentado matarme...Se han atrevido a desafiarme y destruiré al causante.El agarre sobre mi mano se debilita y giro hacia mi esposa de manera automática—. ¿Cassandra? —la veo llevarse una mano a la frente antes de desplomarse—. ¿Cara? Llamad a un médico —palmeo sus mejillas, pues no ha perdido del todo la consciencia—. Cara...—Estoy bien —murmura—. Solo... un poco mareada.La cabeza me duele y siento los músculos agarrotados, pero eso no me impide sostenerla para luego recostarla sobre la cama en mi lugar.Mi madre le extiende un vaso de agua, el cual ella acepta de buena
Capítulo cincuenta y cuatroRegreso a casa*Cassandra Reid*Mis amigas tratan de distraerme, pero me resulta imposible. No puedo dejar de pensar en el accidente, Adriano en coma, el atentado...Demasiada información. Intento no dejarme vencer por el estrés, pues es lo menos que necesitamos en este momento. Sin embargo, la angustia instalada en mi estómago no se irá hasta que encuentren al culpable.Soy consciente de que mi marido me sacó de la habitación para hablar sobre ello con el detective y siendo sincera, lo prefiero así. Le he hecho una promesa y si escucho algo acerca de la investigación, no la cumpliré.Un chasquido frente a mis ojos me saca de mis divagaciones y doy un pequeño saltito.—Cómetelo todo —exige mi mejor amiga con una actitud muy parecida a la de mi esposo—. ¿Pero qué sucede con vosotras dos? —ahora se dirige a Wendy también—. Estáis en la Luna.—Alguien ha intentado mata
Capítulo cincuenta y cincoReencuentro con el enemigo*Adriano Di Lauro*Reviso los valores de la bolsa, pues necesito hacer una inversión arriesgada. La investigación no ha avanzado mucho y me está costando demasiado mantener la compostura. Tengo a más de media Italia buscando al culpable sin obtener resultados.Mi mejor amigo me mira con mala cara en cuanto me froto las sienes con la yema de los dedos. Comienza a dolerme la cabeza otra vez para variar.—Deberías ir a casa —sugiere.—¿Tengo nueva niñera y no me he enterado? —cuestiono con una ceja enarcada—. ¿Has resuelto tu problema?—Algo así —contesta—. Nos falta fijar la fecha.—¿Por
Capítulo cincuenta y seis¿Dónde estás, Adriano?*Cassandra Reid*«Despierta»«Despierta»Abro los ojos de golpe, pero debo volver a cerrarlos. No puedo enfocar la vista. Todo me da vueltas y el constante movimiento del suelo empeora mi estado.Parpadeo varias veces hasta lograr alejar el mareo. Entonces, me encuentro con el rostro del psicópata. Solo recuerdo haber llegado hasta una ambulancia vacía bajo amenazas. Luego todo se vuelve confuso.¿Cuánto tiempo habrá pasado desde entonces?«Oh, Dios. He sido secuestrada»—Eso es, ragazza —acaricia mi cabeza como si fuese una mascota abandonada—. Toma. 
Capítulo cincuenta y sieteMiedo*Adriano Di Lauro*Me muevo de un lado a otro sin despegarme del jodido teléfono. Miro el reloj en mi muñeca una vez más y aprieto la mandíbula para evitar lanzar el maldito dispositivo contra la pared. Son las tres de la mañana, doce horas desde que mi mujer desapareció.La rata se ha escondido muy bien, pero no existe un hueco tan profundo donde pueda esconderse de mí.—La tengo —pronuncia mi enemigo y tal declaración me enerva más.—¿Qué haces aquí todavía? —siseo entre dientes. La cabeza me estalla y si no fuera por la desaparición de mi mujer, ya le habría roto el cuello.—Tengo la localizaci&oacu
Capítulo cincuenta y ochoUn cuento antes de dormir*Cassandra Reid*Lloro, grito y pataleo, pero mientras más me resisto, más me sumerjo en el agua. El sonido de un disparo resuena en mis oídos y de repente el cuerpo ensangrentado de mi marido yace frente a mí.Intento llamarle, pero una venda sobre mis labios me lo impide.Doy un salto y de repente me encuentro en una habitación, un Adriano más joven me recibe en la puerta. Quiero correr a sus brazos, pero una pistola pegada a mi espalda detiene cualquier movimiento.Él me envuelve entre sus brazos antes de darme un beso cargado de nostalgia, un beso que luce como una despedida.—Mírame a los ojos, cara —pide en tanto alguien me aprisiona desde atrás—. Enfócat
Capítulo cincuenta y nueveUna segunda boda*Cassandra Reid*Entrelazo nuestras manos en busca de darle un poco de confianza y le dejo tomarse su tiempo para responder.De todos los escenarios que imaginaba, este jamás se me cruzó por la cabeza.—Me hice un examen de "ADN"... —confiesa por fin—, pero nunca me atreví a leerlo. Hasta el día de hoy permanece intacto, guardado bajo llave. En ese tiempo, me negaba a saberlo. Lo perdí todo, Cassandra y mis hijos fueron el ancla al cual me sostuve para continuar. A pesar del extraordinario parecido con su madre, Ella descongeló mi alma con una simple mirada. Para mí era mi hija y punto.Aprieto el agarre sobre su puño para darle fuerzas.»Fue la mayor víctima de la situación. Tanto mis hijos como yo fuimos heridos y aprendimos a sanarnos entre los tres.
Capítulo sesentaUna depredadora sexual*Adriano Di Lauro*Me deleito en el exquisito sabor de sus labios, explorando cada espacio de su boca. No me importa que tengamos público o si mi conducta es inapropiada. Es nuestro momento, ella es mía y al mundo debe quedarle claro de una vez por todas.De solo pensar lo que hemos pasado las últimas semanas, vuelvo a temblar colérico. Estuvimos a nada de perdernos el uno a otro. Por un instante, dejé de escuchar su respiración y el miedo se instaló en la boca de mi estómago hasta calarme los huesos. Ahora no pienso quitarle el ojo de encima.Me separo unos pocos milímetros para aspirar el aroma afrutado de su cabello. Mi droga favorita.—¿Lista para abrir el baile, señora Di Lauro? —inquiero en un leve susurro, con mis labios rozando el lóbulo de su oído derecho.—No creo que pueda baila