EL DOLOR

Con la botella de whisky todavía en la mano, me acerqué a donde estaba Varousse. Tenía la mandíbula apretada y el cuerpo tenso, como si se estuviera preparando para el dolor que se avecinaba.

Mis labios se crisparon y una fría sonrisa se dibujó en mi rostro. Este cabrón ni siquiera sabía lo que le esperaba.

Levanté el brazo y levanté la botella por encima de la cabeza, mientras observaba cómo el whisky restante se derramaba sobre él. El cuerpo de Varousse se quedó quieto antes de soltar un aullido mientras el líquido le caía por la cara y le caía en los cortes gemelos que le hice en las mejillas.

Sí, eso debió doler un montón.

¿Alcohol y heridas abiertas? Esas dos cosas no se llevaban bien juntas, ni en sentido literal ni en sentido figurado.

Su cuerpo se estremeció con las réplicas y sus labios temblaron mientras pronunciaba sus malas palabras. —Tú... maldito... pequeño pedazo de mierda...—

Sí, tenía que dárselo, tenía una gran fuerza de voluntad. Lástima por Selensky, me gustaba des
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