ROSAS ROJAS. Nathaniel entró en la oficina, su mirada habitualmente firme se suavizó por un momento al ver el ambiente de trabajo tranquilo. Pero entonces, vio un gran ramo de rosas rojas en el escritorio de Elara y su buen humor se esfumó. Su semblante cambió instantáneamente, los músculos de su mandíbula se tensaron mientras se dirigía hacia el escritorio de Margarita. ―¿De dónde han salido esas flores? ―le preguntó a Margarita que ya había llegado. ―Oh, llegaron esta mañana para Elara. Las recibí por ella, pero… Antes de que Margarita pudiera terminar, Nathaniel ya había agarrado la tarjeta. Sus ojos la recorrieron rápidamente y leyó el mensaje: “Para la mujer más hermosa: espero que estas rosas te hagan sonreír” ―Maldito ―gruño por lo bajo y apretó el papel en su puño. La ira se dibujó en cada línea de su rostro. ―Margarita, quiero que tires este ramo ahora mismo. ―Pero, señor, no puedo hacer eso… ―la secretaria estaba asombrada ―Son para Elara y… ―¡Yo doy las órdenes aq
CASATE CON ELLA.La oficina de Nathaniel, con sus paredes de cristal y una vista impresionante de la ciudad, estaba impregnada de un aire tenso.―Las pérdidas son significativas, Nathaniel ―empezó uno de los abogados, ajustándose las gafas. ―Y eso no es todo. También estamos obligados a cubrir los gastos médicos de los heridos en el incendio.La preocupación en el rostro de Nathaniel se intensificó, sus cejas se fruncieron y su voz tembló ligeramente al preguntar.―¿Cuánto tiempo tenemos para prepararnos?El otro abogado, una mujer con postura firme y mirada directa, respondió sin rodeos.―No mucho. Las demandas comenzarán a llegar pronto. Es un caso claro de negligencia por parte de la empresa.Al oír ‘negligencia’, Nathaniel sintió cómo la sangre le hervía. Se levantó bruscamente, sus manos golpearon la mesa con fuerza, haciendo temblar los documentos a su alrededor.«¡Maldita sea Julián!» Pensó furiosamente. «¡Si hubiera estado al tanto del mantenimiento de las máquinas, nada de es
INVITACION A CENAR. Cuando Elara llegó a su departamento, encontró a su amiga mirando fijamente su laptop. ―¿Qué hay tan interesante en la computadora? ―preguntó. Sara estaba con la boca abierta y Elara rodó los ojos antes de ir a ver qué era tan especial. Se quedó perpleja al ver que su amiga estaba buscando el nombre de Zayd. ―¿Qué rayos, Sara? ¡¿Por qué está el nombre de Zayd en G****e?! ―exclamó. ―Sencillamente perfecto ―susurro la chica con aire soñador. ―Eres imposible. ―se quejó Elara mientras cerraba la computadora. ―¿Por qué? ¿Qué tiene de malo? ―replico Sara mientras volvía a encenderla ― Tenía que saber si el papacito ese era como me lo describiste. Sara se puso de pie y sostuvo los hombros de su amiga. ―Elara, déjame decirte que eres una chica con suerte. Tener un pretendiente así no le pasa a cualquiera. Es árabe, rico, guapo, sexy, y te dará el mejor sexo de tu vida. ¡Demonios, me excité de solo pensarlo! Elara se apartó de su amiga y suspiró. ―En primer lugar,
EL NOVIO SE HA IDO. ―¡Nathaniel, querido, debes estar emocionado! ―exclamó su Regina con una copa de champán en la mano. ―¿Dónde irán de luna de miel? El desinterés en sus ojos era fácil de ver. ―Todavía lo estamos pensando ―respondió Nathaniel, sin una pizca de emoción. ―Quizás Europa… o algún lugar tropical. ―Victoria se inclinó hacia él, su mano encontrando la suya sobre la mesa. ―Cualquier lugar será perfecto, siempre y cuando esté contigo. Su cercanía lo abrumaba, y el cuerpo de Nathaniel se tensaba de solo imaginar estar con Victoria de luna de miel. Su mente se negaba a cooperar y lo llevaba a imaginar a cierta mujer de cabello castaño enfundada en un mini traje de baño. Se la imaginó sonriéndole y la forma en que sus ojos se iluminarían mientras veía el océano. Pero su destino era otro y no había nada que pudiera hacer. ―Y después de la boda, ¿ya han decidido dónde vivirán? ―insistió Regina, ajena al conflicto interno de su hijo. ―Sí, esta semana veré algunas casas en
EL NOVIO SE HA IDO (II) En el baño, Elara tomó varias respiraciones para tratar de tranquilizar su corazón. Y de repente el sonido de la puerta cerrándose con fuerza hizo que se girara. Sus ojos se encontraron y en los de Nathaniel había una ira que amenazaba con estallar. ―Elara, ¿quieres explicarme qué demonios haces con ese imbécil? ―Hola, Nathaniel, no esperaba verte aquí. ―dijo ella con indiferencia, y sin intenciones de responder su áspera pregunta. ―Responde ―exigió él dándole una mirada intensa ―Estás disfrutando mucho tu nueva compañía, por lo que veo. Elara alzó los labios en una sonrisa deliberada y se cruzó de brazos. ―Muy atento por lo que veo; sin embargo, no olvides que estás aquí con tu prometida. El comportamiento de Elara era como echar fuego a la gasolina, Nathaniel dio un paso amenazante haciendo que ella retrocediera. ―No me gusta verte con él. ― sentenció ― ¿No fui claro la última vez? ―Y yo también fui clara ―ella mantuvo la mirada desafiante ―no tienes
EL TIEMPO SE AGOTA. Cuando el auto se detuvo, Elara salió disparada hacia la entrada, su rostro era pura preocupación y prisa. Zayd, con su astucia característica, no se quedó atrás y la siguió de cerca, mientras Nathaniel terminaba de estacionar el coche con urgencia. Al llegar a la habitación de Rose, la escena que les recibió era desoladora. La pequeña estaba conectada nuevamente al oxígeno, su rostro pálido como un papel. ―¿Qué pasó? ¿Adrián? ―Elara lo agarró por las solapas de su chaqueta, su voz temblaba exigiendo una explicación ―Tú dijiste que… Adrián sostuvo la mirada de Elara, su expresión era un muro que intentaba contener una tormenta. ―Sé lo que te dije, Elara, ―dijo con voz firme, aunque sus ojos se desviaron un momento hacia Zayd antes de volver a concentrarse en ella. ―Pero ya sabes cómo es esto… no era 100 % seguro de que mejoraría. Elara negó con la cabeza, su cuerpo empezó a temblar ligeramente, como si las palabras de Adrián fueran golpes que no podía parar.
DAME UN HIJO.El jardín del hospital estaba en calma, pero el corazón de Elara era muy diferente, no podía dejar de sentirse ansiosa y querer regresar junto a su hermana.―¿Qué es lo que quieres, Nathaniel? ―su voz temblaba ligeramente. ―¿De verdad no podías esperar hasta mañana? Mi hermana está allí y me necesita. No puedo creer que tú…Nathaniel se detuvo y la miró fijamente y lo dijo sin rodeos.―Quiero que tengas a mi hijo.Las palabras la golpearon como una tormenta inesperada.―¿Qué?―Lo que escuchaste, quiero que tengas a mi hijo.Elara se preguntó si había escuchado mal, pero ahora le quedaba claro que no.―Un… ¿Hijo? Tú… ¿Te volviste loco?Él dio un paso adelante y la tomó de los hombros, con una determinación que le hizo temblar.―Quieres salvar a tu hermana, ¿verdad? Entonces dame un hijo. Acepta ser la madre y yo te daré el corazón que ella necesita.Elara se quedó sin habla y retrocedió instintivamente.―Tú… has perdido la razón. ¿Cómo… cómo me pides eso? Además, tú vas a
UN CONTRATO. ―Elara, ¿vas a decirme de dónde sacaste el corazón? ―Adrián la miró fijamente detrás de su escritorio. ―De dónde lo saqué no importa, lo único importante es que Rose estará bien. ―Sí, pero… ―él no sabía cómo abordar el tema. ―Dime la verdad, ¿fue tu jefe? Eso era lo que quería hablar contigo. Para Elara fue inevitable sentirse incómoda, la naturaleza de su relación con Nathaniel no era algo digno de mostrar. ―Adrián, no me hagas preguntas, ¿de acuerdo? Solo… solo cuida de Rose. El hombre apretó su bolígrafo con fuerza, no obstante, asintió. ―Está bien, tienes razón, no tengo por qué hacer demasiadas preguntas. ―No es eso, lo que pasa es que… ―Esperaré a que el corazón que conseguiste llegué, no es todo fácil como piensas, primero hay que hacer una serie de análisis y verificar que sea compatible, luego fijaremos el día de la cirugía. El tono de él era impersonal y distante. Y Elara sabía por qué. ―Adrián… yo… ―No te preocupes ―la corto ―Solamente soy el