UN CONTRATO. ―Elara, ¿vas a decirme de dónde sacaste el corazón? ―Adrián la miró fijamente detrás de su escritorio. ―De dónde lo saqué no importa, lo único importante es que Rose estará bien. ―Sí, pero… ―él no sabía cómo abordar el tema. ―Dime la verdad, ¿fue tu jefe? Eso era lo que quería hablar contigo. Para Elara fue inevitable sentirse incómoda, la naturaleza de su relación con Nathaniel no era algo digno de mostrar. ―Adrián, no me hagas preguntas, ¿de acuerdo? Solo… solo cuida de Rose. El hombre apretó su bolígrafo con fuerza, no obstante, asintió. ―Está bien, tienes razón, no tengo por qué hacer demasiadas preguntas. ―No es eso, lo que pasa es que… ―Esperaré a que el corazón que conseguiste llegué, no es todo fácil como piensas, primero hay que hacer una serie de análisis y verificar que sea compatible, luego fijaremos el día de la cirugía. El tono de él era impersonal y distante. Y Elara sabía por qué. ―Adrián… yo… ―No te preocupes ―la corto ―Solamente soy el
UN CONTRATO (II)―¿Por qué rechazaste mi ayuda? ―Zayd la miró mientras agregaba un poco de azúcar a su café.―Bueno… es que ya hay un donante, la cirugía de Rose se hará pronto.Elara intentaba mantener la calma, pero su voz delataba una tensión debajo de todo. Las cejas del árabe se alzaron.―Por una parte, me alegra, pero por otra, no puedo dejar de sentir curiosidad. Hasta ayer estabas desesperada y hoy me dices que tienes todo resuelto.Elara evitó su mirada.―Lo único que puedo decirte es que mi hermana va a estar bien y que te agradezco todo lo que hiciste ayer. De verdad.―No hace falta ―Zayd se inclinó un poco y su expresión era seria. ―Elara, ¿ese corazón tiene el nombre de Nathaniel Cross detrás?Ella se puso nerviosa.―Verás, no hay que ser un genio para darse cuenta de que él te trata más como su mujer que como su empleada. Ayer estaba discutiendo contigo mientras su futura esposa estaba a unos cuantos metros. ―Él extendió su mano y tomó la de ella. ―No voy a juzgarte, pero
UNA CENA PARA RECORDAR. Nathaniel coloco su huella digital, y con un suave empujón, la puerta se abrió a un mundo inesperado. No era el desorden de siempre, sino una sala transformada en un santuario de romance. La mesa estaba decorada con un mantel blanco impecable, adornado con velas aromáticas que iluminaban suavemente la habitación. El ambiente estaba impregnado de un aire de romance, con una suave música de fondo que creaba una atmósfera íntima y acogedora. En la cocina, un chef personal se encontraba concentrado en la preparación de la exquisita cena. El aroma tentador de la comida recién preparada se mezclaba con el perfume sutil de las flores frescas que adornaban la mesa, creando una experiencia sensorial inolvidable. ―¿Te gusta la sorpresa? ―la voz de Nathaniel era un susurro, vibrando directamente en su oído. Elara se volvió hacia él, sus ojos bailando entre la confusión y la maravilla. ― ¿Tú… tú preparaste todo esto? ―Así es ―dijo Nathaniel, con una sonrisa juguetona a
UNA CENA PARA RECORDAR (+18) —¿Tienes una idea de lo que me haces? ―Nathaniel la beso nuevamente y la condujo hacia el sofá. —Eres una jodida provocación — susurró. Elara sintió que Nathaniel se acercaba más ella y juraría que un temblor le recorrió el cuerpo. Se le oscurecieron los ojos. La suavidad del azul dio paso al reflejo de una innegable necesidad. Despacio, increíblemente despacio, bajó la cabeza. La mano que Elara tenía libre se deslizó por su bíceps y sintió sus músculos, duros como el hierro. Levantó la barbilla y se acercó lentamente, sintiendo cómo se le aceleraba el pulso en las venas y como sus manos le acariciaban la cintura. Y justo cuando sus labios iban a encontrarse con los suyos, Nathaniel los esquivó y le dio un cálido beso en el cuello. Su aliento, que le llegaba entrecortadamente, le acariciaba la piel, y notaba el leve roce de la barba. Un golpe de calor la inundó y se le puso la piel de gallina. Sin aliento, se inclinó hacia él con los ojos cerrados y una
SABOTAJE—¿Qué pasa, Victoria? —Nathaniel se giró levemente, asegurándose de que Elara no estuviera cerca.Del otro lado de la línea, Victoria tenía el rostro distorsionado por la rabia y el dolor. Había visto a Elara y a él salir juntos de la empresa y los había seguido hasta su departamento. Victoria ardía en deseos de subir y confrontarlos, pero se contuvo; el castigo para Elara debería ser más cruel que unas simples cachetadas. Ella se encargaría de herirla donde más le doliera.Cambiando su expresión a una de angustia, Victoria adoptó un tono lastimero.—Nat, ¿puedes venir? Yo… te necesito…—Victoria, ¿tienes idea de qué hora es? ¿No puede ser mañana? —preguntó Nathaniel con un tono de molestia apenas disimulado.Ella apretó el teléfono con más fuerza, como si quisiera transmitirle la urgencia de su necesidad a través del aparato.—No, te necesito ahora. Es que… Oh Dios, Nat, los recuerdos del accidente… yo… no voy a poder tener hijos y quizás tú… Por favor, ven.Nathaniel rodó l
AMANTE.Cuando la puerta se cerró tras Nathaniel y Elara, Megan salió de su escondite, una sonrisa torcida se formó en sus labios y murmuró "zorra", antes de marcar un número rápidamente.—¿Señorita Sutherland?—Sí, soy yo —respondió una voz al otro lado de la línea. —Le tengo información —continuó Megan, su voz era un susurro cargado de triunfo y malicia. Su mirada se deslizó una vez más hacia la puerta cerrada de la oficina de Nathaniel, antes de comenzar a hablar.***—Nat... no puedes hacer esto, estamos en la oficina —Elara trató de persuadirlo, su voz temblaba ligeramente, intentando mantener una compostura que claramente empezaba a resquebrajarse. Pero él estaba decidido a obtener su respuesta. Se inclinó hacia ella, bajando la cabeza hasta que sus alientos se mezclaron, sus ojos ardían con una intensidad que no podía disimular.—Si me dices lo que quiero, entonces te dejaré tranquila —dijo, su voz un susurro que llevaba un borde de urgencia.Elara se descontrolo ante su cercaní
INFORMES PERDIDOS. Elara, con paso apresurado y la respiración ligeramente agitada, cruzó el umbral de la empresa. Había llegado tarde, un hecho inusual para ella, especialmente en un día tan crucial. La noche anterior, había estado trabajando hasta tarde con Nathaniel en el nuevo proyecto. ―Buenos días ―saludo a los dos guardias de seguridad. No hubo respuesta, solo miradas. Algunas de los hombres eran intensas, demasiado directas, cargadas de una codicia que no podía descifrar. Las mujeres, por otro lado, susurraban entre sí, soltando risitas que perforaban el aire con una frialdad desconocida. Elara sintió un nudo en el estómago, pero su determinación era más fuerte que su confusión. «¿Qué pasa? Ay Elara no te distraigas y mejor sube rápido, aún tienes mucho que hacer» pensó, decidida a no dejar que el ambiente la afectara, caminó hacia el ascensor con la cabeza en alto, aunque su mente bullía con preguntas. Pero incluso Margarita, quien siempre tenía una palabra amable o un ge
TRAMPA A LA VISTA. Elara se apresuró a seguirlo a través del pasillo. ―Nathaniel, ―dijo determinada ―puedo hacer esta presentación. Él se giró lentamente, tratando mantenerse bajo control. La presentación de ese día era importante, la empresa necesitaba dinero. ― ¿Cómo, Elara? Los informes… ―respondió con frustración. ―Solo necesito que confíes en mí, ―insistió Elara, acercándose a él. ―Mantén a los inversionistas entretenidos por unos minutos. ¿Puedes hacerlo? Nathaniel la observó, su mirada evaluando las posibilidades, finalmente, asintió. ―Está bien, ―dijo con voz ronca. ―Confío en ti. Se dio la vuelta y se dirigió hacia la sala de juntas. Tan pronto Nathaniel desapareció, Elara se giró hacia Margarita. ―Necesito tu ayuda. Margarita la miró con una mezcla de miedo y esperanza. ― ¿Cómo vas a hacer para tener los informes a tiempo? Elara le ofreció una sonrisa, no una de confianza, sino una de desafío. ―Todavía tengo mis notas y algunos esquemas, ―reveló, sacando un puñad