UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 4: Un amado esposoEl silencio que siguió fue como una corriente eléctrica en el aire. Kenneth y Leny se miraban, ambos procesando la realidad aplastante de lo que acababan de descubrir… o recordar.—Estamos casados —murmuró Kenneth, más para sí mismo que para ella, mientras su voz se cargaba de incredulidad.¡Él no podía haber sido tan idiota! ¡No podía haberse casado! ¡Aquella mujer era el sueño de cualquier hombre, pero el suyo no era casarse ni…!Leny soltó una risa nerviosa.—Bueno, técnicamente sí —respondió con un encogimiento de hombros que intentaba disimular la incomodidad—. Pero también podría decirse que estamos “casados en Las Vegas”, lo que no cuenta, ¿verdad?Kenneth arqueó una ceja y su expresión se endureció de inmediato.—¡“Cuenta” legalmente, Leny! ¿Por qué demonios no anulaste el matrimonio?—¿Yo? —Leny abrió los ojos como platos y lo miró ofendida—. ¿Qué te hace pensar que me acordaba de eso? ¡¿Crees que lo mantuve en secreto a pro
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 5: Puntos ClarosKenneth la miraba como si no pudiera creer lo que estaba ocurriendo. Leny seguía con su acto dramático, sollozando y tirando de su pantalón, mientras él intentaba procesar el espectáculo que ella había montado, y sus padres, aunque confundidos, parecían tocarse el corazón con la escena. ¡Qué conveniente!Así que sin más opciones que ponerle un alto a la loca, y deseando sacar a Leny de la vista de todos antes de que el teatro se hiciera más grande, Kenneth dejó salir al abogado que llevaba dentro y actuar con rapidez.—Creo que mi esposa no se siente bien —dijo, sin molestarse en disimular su disgusto, y levantó a Leny del suelo con un movimiento firme y calculado. Su cuerpo temblaba, no por debilidad, sino por la furia que intentaba contener—. Permítanme llevarla a su habitación.Los duques no opusieron resistencia de momento y la tía Louise, por su parte, le levantó aquellos dos pulgares a su sobrina porque había que reconocerlo: bor
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 6: Negociaciones ImposiblesKenneth salió del salón con el corazón latiendo con fuerza y la cabeza a punto de explotar. Caminó sin rumbo por el pasillo hasta que se encontró en los jardines de la propiedad, y rezó para que el aire fresco le ayudara a calmarse un poco, aunque por desgracia no lo suficiente.Él había amanecido el día anterior como un bombón inalcanzable, el solterito codiciado, y ahora resultaba que estaba más casado que el Papa con Dios, ¡ahora era el marido “consorte”!Y encima el duque von Rosenberg había dejado claro que cualquier movimiento en falso podría significar su ruina total. ¡Era absurdo! Toda esa locura de Las Vegas, el matrimonio, el teatro de Leny y la amenaza del duque... era demasiado para él.Sin embargo seguía siendo un buen abogado, y no estaba dispuesto a sacrificar a sus amigos si llegaba a resultar que el duque era tan peligroso como decía, así que su primer movimiento racional fue sacar el móvil y, sin pensarlo d
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 7: Amenazas y Estrategias.Kenneth había estado tan enojado pocas veces en su vida, pero Leny parecía estar haciendo acopio de paciencia.—Créeme que tampoco estoy dando saltos con eso, ¿OK? Solo lo hago porque me lo exige mi padre…—¡Ni lo sueñes!—…¡porque el título necesita un heredero! ¡Voy a tener que hacerlo me guste o no, así que prefiero acostarme de nuevo contigo que cualquier otro! ¡Tómalo como un halago, eres un semental codiciado o algo así…! —gruñó Leny con frustración.—¡Eso es ridículo! ¡No voy a formar una familia contigo solo para perpetuar un maldito título! —declaró Kenneth con decisión.—Escúchame —insistió Leny, sin moverse—. Lo único que quiero es un hijo para asegurar la continuidad de la familia. Una vez que eso esté hecho, te daré el divorcio sin problemas. Tendrás tu libertad, y yo podré mantenerme alejada de los viejos pretendientes que mi padre pondrá en fila. A nuestro hijo no le faltará absolutamente nada, ni siquiera tien
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 8: El expediente perfecto… o casiLa tía Louise, envuelta en una chaqueta de terciopelo que parecía salida de otra época, entró al despacho del duque como si estuviera entrando en su propia casa. Ni siquiera tocó. Simplemente abrió la puerta y se plantó allí, con esa sonrisa ladina que siempre usaba cuando planeaba inmiscuirse en los asuntos de los demás.—¿Qué tan malo es? —preguntó sin preámbulos, mientras avanzaba por la habitación como si fuera su reino.—¿Alguna vez vas a soltar esa copa de vino? —protestó su cuñado.—Claro que sí. La arrancarán con una espátula de mis fríos dedos muertos —respondió ella contoneándose—. Jesús convirtió el agua en vino, y yo soy su más fiel devota porque me lo bebo. Ahora, volvamos a lo importante, ¿qué tan malo es? —interrogó.Y tanto el duque como su abogado, que se habían reunido en su despacho pasadas las nueve de la noche, sabían perfectamente a lo que se refería.—Louise, no estamos en el mercado de la ciudad
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 9: Una lista de especímenesKenneth no era un hombre que dejara los problemas para luego, así que con el estómago lleno, (porque no podía demeritarse lo delicioso que estaba el condenado sándwich), decidió que la única solución era intentar razonar fríamente con Leny. Aunque, claro, razonar con ella era como intentar discutir con un gato: a veces te escuchaba, a veces no, y la mayoría de las veces se lamía las patas y te ignoraba. Aun así, cruzó el palacio decidido, con los puños apretados y la mente dando vueltas, hasta llegar a la habitación de Leny.—Sabía que ibas a venir por el postre —le coqueteó ella, sentada en el borde de la cama con una bata de seda que ponía la imaginación a volar.—¡Esto tiene que terminar, Leny! Ya basta de jueguitos. Necesito el divorcio en serio. ¡Vamos a intentar llegar a un acuerdo!Leny se cerró la bata y se levantó, cruzándose de brazos.—No voy a pedirte el divorcio, Kenneth —sentenció y lo vio apretar los dientes,
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 10: El otro lado del pacto.Kenneth miró a Leny con una mezcla de incredulidad y diversión. Aquello era un desastre, pero tal como hacía tres años, las ocurrencias de aquella mujer eran capaces de relajar el ambiente más tenso.¿En serio? ¿Esclava sexual por el resto de su vida? Y en su momento más perverso Kenneth consideró lo que eso podría implicar.—¿Qué tan esclava estás dispuesta a ser? —preguntó, con una ceja levantada y una sonrisa burlona, porque aquello no se lo creía ni ella.—¡De las mejores! ¡Una mamada diaria! Acción completa. Me dejo amarrar. Me encantan los juguetes y ya si te pasas de pervertido te admito el cinturón pero solo en el trasero y con cordura. ¡Tú úsame, por Dios, pero no me dejes! —exclamó ella con tanto dramatismo que Kenneth se llevó dos dedos al puente de la nariz, haciendo un esfuerzo por no reírse.—¡Estás desquiciada, Leny!—No, lo que estoy dispuesta es a jugármelo todo, porque de lo contrario, esas son las “cosas”
UN PACTO CON EL DIABLO. CAPÍTULO 11: Unos celos entre iguales.Kenneth y Leny no tuvieron más remedio que pasar el día juntos en la propiedad, y aunque sus interacciones eran una mezcla de risas y lanzas de sarcasmo, había algo ligero en el aire que hacía que cada momento fuera más llevadero. Mientras descansaban en los jardines, Leny le contaba sobre su familia, la extravagancia de su padre y las travesuras de su tía Louise, que siempre lograba convertir cualquier reunión familiar en un espectáculo.—Y mi madre —dijo Leny finalmente—, tiene una fijación con “la Gracia de Dios y de Su Majestad”. ¡Todo sucede por ellos! Así que en general tengo una buena familia, no me puedo quejar, pero hay obligaciones que no pueden evadirse y por desgracia, perpetuar el título es una de ellas.—Creí que eso solo tenían que hacerlo los varones —la increpó él.—Bueno… mi madre solo pudo tenerme a mí, y mi padre ama demasiado a mi madre, así que se encargó de hacerse imprescindible para Su Majestad, y