HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 14. De cucharitaCuando Karina finalmente regresó al departamento esa noche, él la estaba esperando. Su expresión era sombría, y por un instante, se miraron en silencio.—¿Podemos olvidar todo lo que pasó? —le pidió él, relajando un poco la voz, y Karina arqueó una ceja, sorprendida.—¿Y ese milagro? No sabía que eras capaz de dejar un tema atrás.—No lo soy, pero uno tiene que definir sus prioridades. Mañana tengo una cena con Mera.Karina asintió con más calma de la que él esperaba y pasó a su lado.—Por supuesto. Estoy segura de que vas a pasar un rato excelente con la feminista empoderada. Es evidente que son tal para cual.Él no respondió, pero algo en su mirada la siguió mientras ella desaparecía en su habitación.Así que ese día y el siguiente fueron de tregua silenciosa, y pocas horas antes de la cita, Mikhail observaba su reflejo en el espejo del baño, con el ceño fruncido mientras miraba los puntitos rojos sobre la piel de su abdomen. Las quemadura
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 15. Espejos rotos—¿Ups? ¡¿Eso es todo lo que tienes que decir en tu defensa?! —reclamó Mikhail aunque para ser honesto no tenía idea de por qué estaba tan molesto.Karina levantó una ceja divertida.—No, claro que no. Deja que me meta al baño para sacarme todo el… cansancio de la noche, y luego me defiendo mejor.Pasó a su lado sin inmutarse y el señor magnate supo que no le iban a dar una explicación ni en ese momento ni nunca. Así que respiró hondo y se fue a bañar también, porque de lo contrario terminaría cumpliendo eso de ahorcarla con una sola mano.En los días que siguieron la tregua perduró. Se hablaban lo indispensable y se respondían con monosílabos.Un día, mientras volvía a su despacho, Karina escuchó sin querer parte de una conversación que sostenía Mikhail con su hermano, en la que hablaba de su reciente cena con Mera.—Es increíble cómo ha cambiado —decía Mikhail, con una sonrisa que Karina imaginaba totalmente embelesada—. Es una mujer impr
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 16. Una irónica realidadPor desgracia aquella aventura ya no era tan simple como Karina había esperado al inicio. Ella no era de las mujeres que se rendían ante ningún hombre con facilidad, o… nunca. Pero Mikhail tenía algo que no le pasaba por alto, era un lindo ogro involuntario. Era un lindo ogro que necesitaba sanar, el problema era que quería que lo sanara una mujer, y definitivamente, esa no era la solución, incluso si esa mujer hubiera resultado ser ella.Tres días después, estaba esperando a que sus seis horas de guardia estipuladas el despacho de Mikhail tterminaran, cuando la puerta se abrió bruscamente. Antes de que pudiera girarse, sintió un par de brazos rodeándola con fuerza, y en cuanto reconoció ese perfume floral, sonrió.—¡Viniste a invitarme a salir! —exclamó Karina, devolviéndole el abrazo a Irina—. ¡¿A que sí?!Irina rio emocionada, separándose un poco para mirarla con una sonrisa de pura gratitud; mientras Mikhail estaba casi a punto
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 17. ¿Tú quién eres?Dos días después, Karina se esmeró en preparar a Mikhail para la cena, logrando que cada detalle de su apariencia fuera impecable. Mientras lo maquillaba, él mantenía los ojos cerrados, aparentemente relajado y sin percibir la inquietud que ella sentía al ver la expectativa en su rostro.Karina sabía que Mikhail estaba emocionado, y aunque quería sentirse feliz por él, una parte de ella no podía dejar de preguntarse si esa era la decisión correcta.—¿Listo para impresionar a todos? —le dijo con una sonrisa suave mientras le pasaba el último toque de polvo en el rostro.Él sonrió de vuelta, reflejando una mezcla de nervios y entusiasmo.—Listo. O al menos eso espero. —Hizo una pausa y añadió—: Especialmente a Mera.Karina asintió, conteniendo el impulso de decir lo que realmente pensaba: que si necesitaba mentirle sobre su apariencia a la persona con la que quería estar, entonces no estaba con la persona correcta… Pero ¿quién era ella par
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 18. Opiniones respetablesLa tensión en la mesa era casi tangible después del intercambio de; y Mikhail ni siquiera se molestón en disimular su incomodidad mientras de su boca salía aquel tajante:—¡Karina!Pero antes de que él continuara, Irina intervino de inmediato, con voz calmada y una sonrisa tensa que le dirigió a Mera mientras la miraba a los ojos.—Karina es mi amiga —dijo con firmeza—, y por eso está aquí. Si ella no estuviera, probablemente nada de esto habría sido posible, porque ella sí ha estado preocupándose por Mark y por mí. Así que acostúmbrate porque la vas a seguir viendo.La intervención de Irina no estaba destinada a relajar la atmósfera, pero al parecer los señores Angelov estaban lo suficientemente acostumbrados a mediar conflictos, porque de inmediato intentaron retomar el curso de la cena. Ambos comenzaron a hacer preguntas a Mark, mostrando un genuino interés por su recuperación, y la velada lentamente recobró el tono amable, al m
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 19. Un volcán en erupciónEl ambiente en aquel reservado del restaurante era espeso. Y el silencio se sentía tan denso que parecía imposible romperlo. Mikhail ni siquiera imaginaba cómo podía haber esperado una respuesta positiva de su parte o quizás… quizás había malinterpretado completamente aquel beso.Sin embargo antes de que él pudiera decir cualquier cosa, fue ella quien habló, con voz baja y medida:—Tienes razón en que nos parecemos mucho, y yo también creo que seríamos perfectos el para el otro, pero no puedo estar contigo. No quería decirlo de esa manera, Mikhail. Me duele mucho tener que decirte que no… en serio.—¿Entonces por qué lo haces? —preguntó él, intentando contener la frustración—. Mera, llevo años sintiendo esto por ti. ¿Por qué no quieres darme una oportunidad?Mera miró hacia la ventana, como si el paisaje nocturno le diera la fuerza para explicar lo que venía a continuación.—No es por ti, créeme. Me gustas, Mikhail… mucho más de lo
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 20. Un marido felizKarina entró a su habitación, cerrando la puerta con suavidad mientras el peso de la noticia le caía encima. Mikhail se iba a casar. Aunque en el fondo sabía que Mera no estaba realmente enamorada de él, lo que dolía era que Mikhail, de una forma que casi le parecía ciega, realmente creía en ella, lo suficiente como para ir hasta el final.Pero ella lo había sabido desde el principio, él había sido claro, casarse con mera era su mayor meta.La certeza de que su tiempo con él estaba a punto de terminar la invadió, así que tomó una decisión: haría una última salida con Mikhail, una donde pudiera despedirse y dejarle un buen recuerdo, y seguir adelante.Así que a la mañana siguiente, después de dejarlo listo para el trabajo, Karina salió a dar un paseo por la ciudad, sin rumbo fijo, sin prisa. El aire fresco le calmaba el ánimo, y la hacía sentirse más ligera, como si por un momento pudiera olvidarse de Mikhail y de todo lo que estaba por o
HERIDAS PERFECTAS. CAPÍTULO 21. Dos pruebasEstaba apenas atardeciendo, y Mikhail esperaba en la entrada del departamento cuando Karina apareció, sonriéndole con una energía que él apenas entendía a veces. Aquella mujer no dejaba de ser contradictoria, pasaba de rayito de luz a descarga eléctrica en cuestión de segundos, ¡y nunca se le veía venir!—¿Estás listo? —le dijo y sin esperar respuesta comenzó a caminar hacia la salida.—¿Por qué tenemos que salir tan temprano? Ni siquiera sé adónde vamos y todavía no es de noche —respondió él, alcanzándola y ajustándose la gorra que llevaba puesta.—Será de noche cuando lleguemos, no te preocupes.Karina le dedicó una sonrisa afable y siguió avanzando, como si estuviera empeñada en que él descubriera por sí mismo la importancia del lugar al que iban a visitar.Esta vez no irían en auto, sino que ella disfrutó un paseo de casi dos kilómetros por la ciudad mientras lo escuchaba refunfuñar. Pero en efecto ya había oscurecido cuando llegaron a u