CAPÍTULO 79. Una alianzaSi le hubiera dado tres bofetadas y le hubiera gritado un montón de insultos, probablemente Grayson habría puesto una cara menos espantada. Sin embargo, frente a él, Serena permanecía perfectamente ecuánime, al punto de alargar la mano y abrir la puerta del baño para salir.Fueron solo unos cuantos segundos de parálisis, pero luego Grayson salió corriendo tras ella por uno de los pasillos alternativos, solo para toparse de frente con la mole que era su guardaespaldas.—Déjalo venir, Mauri —declaró ella sin siquiera volver la cabeza mientras seguía caminando—. Tal parece que el señor Blackwell y yo tenemos mucho de qué hablar, y eso no puede hacerse precisamente en público. ¿No es así?Y debía ser una pregunta retórica, porque Grayson estaba tan frustrado que ni siquiera podía contestarla. Sus únicos movimientos eran caminar detrás de ella, sabiendo a dónde se dirigía y creyendo, equivocadamente, que sería capaz de estallar allí. Y vale decir “equivocadamente”
CAPÍTULO 80. Mi alma y el resto de mi vidaFrustrado era poco para describir cómo se sentía. Estaba aturdido, esa era la pura verdad. Serena había sido como un tren que le había pasado por encima, y ni siquiera entendía lo que estaba sucediendo. Finalmente, Grayson se dejó caer en una de aquellas sillas y enfrentó la mirada preocupada de Kenneth.—Dime que todo salió bien. ¡Por Dios, dime que el lanzamiento fue un éxito! —suplicó, pero por desgracia, su mejor amigo no tenía nada bueno que decirle.Ya bien entrada la madrugada y después de que todos se habían marchado, la situación no había cambiado en absoluto respecto a cómo estaban veinticuatro horas antes.—La fiesta fue un éxito —sentenció Kenneth—. Pero la verdad es que no recibimos ni una sola propuesta, ni un solo contrato... nada que nos ayude a salir de este pozo.Grayson golpeó la mesa frente a él y se levantó con un gesto de impotencia.—¡Maldición, esto no puede estar pasando! Se suponía que esta noche...¿Pero qué iba a d
CAPÍTULO 81. No hay justificaciónEl problema era que, después de confiar en Grayson y de sentirse tan traicionada; Serena, de verdad, sentía que no podía confiar en sus instintos cuando se trataba de los hermanos Blackwell. Sin embargo, no podía negar que ni uno solo de los momentos que había compartido con Percy le habían parecido fingidos.Frente a ella, el muchacho respiró hondo y negó con tristeza.—Si quieres saber la verdad, es esta: soy realista, cínico y desapegado. Quizás hasta tengo un poco de rencor porque, después de todo, fui un niño que creció sin amor —respondió él, metiendo las manos en los bolsillos y encogiéndose de hombros—. Y, tristemente, no era porque mis padres fueran malos. Es justo decir que ambos eran buenas personas y que había mucho amor en mi hogar; simplemente, ninguno del que había alcanzaba para mí.Serena frunció el ceño porque esa explicación no era muy comprensible para ella.—Cometí un error —gruñó Percy—. Cometí el error de nacer después de Annab
CAPÍTULO 82. Un pacto con el demonioY la respuesta era simple: no. A Serena no le bastaba con que mataran a todos y cada uno de ellos. De nada serviría para aplacar su ira si no los veía sufrir, de nada serviría para enterrar su dolor si no los veía arrepentirse y suplicar piedad, aunque ella definitivamente no estuviera dispuesta a concederla.—Es necesario, y sí, esta es la única manera, porque no quiero destruir a los hermanos Blackwell —sentenció con firmeza—. Haré que se destruyan entre ellos.Así que tomó aquel pequeño papel inútil, porque ya sabía muy bien cuál era el número de Grayson, y lo marcó en su celular para hacer una llamada mientras se dirigía hacia su despacho privado. Ni siquiera había sonado dos veces cuando escuchó su voz a través de la línea, y le pareció terriblemente ronca y preocupada.“Serena...”—Me dijeron que necesitas hablar conmigo —dijo ella, sin ningún tono especial en la voz.“Sí, quiero hacerlo. ¿Crees que podamos reunirnos en el estudio o...?”—En
CAPÍTULO 83. En inicio del apocalipsisLos labios de Grayson se convirtieron en una fina línea llena de frustración mientras miraba a aquella mujer. No la reconocía, no era capaz de entender el odio oscuro y visceral que la animaba, pero por desgracia su hermano menor tenía razón: a menos que le siguiera el juego, jamás lo descubriría.Se acercó a ella despacio, controlando toda aquella vorágine de malos sentimientos que se provocaban el uno al otro, y la miró a los ojos, desesperado por encontrar a la mujer de la que hacía un año se había enamo...No. Ya no podía usar esa palabra.Pero había otras, otras que tampoco habían desaparecido y que emergieron de golpe en el mismo segundo en que sus cuerpos se rozaron.La sintió ponerse de puntillas contra él y rozar sus labios lentamente, como una invitación, repartiendo su aliento cálido sobre las comisuras de su boca hasta que tuvo que cerrar los ojos o, de lo contrario...Y ese era el problema: seguía sin haber opciones para él. Solo pud
CAPÍTULO 84. Una gran cena familiarAquella, sin dudas, era la peor de las confrontaciones. La invitación a Jerry Huxley no le había llegado para una cena familiar, y mucho menos para el anuncio de un compromiso, sino para una negociación privada con Grayson Blackwell, a ver si el maldito asunto del divorcio se resolvía de una buena vez.Sin embargo, había llegado para toparse de frente con toda la familia reunida, incluyendo a alguien a quien no había visto en más de un año.—¡¿Pero esto qué demonios es?! —gruñó, impactado, y antes de que pudiera darse la vuelta, tres personas más, a quienes nadie esperaba, irrumpieron en la casa.Adriano era un mar de encantos, y su primer gesto fue para saludar a todos, especialmente a la señora Blackwell, que no sabía ni dónde meterse.Aurelio parecía un perro de presa, uno que saludó de lejos, con gruñidos, mientras se enfocaba en uno solo de los hermanos Blackwell, quien le devolvió exactamente el mismo gesto de antipatía.Y por último estaba Re
CAPÍTULO 85. Un anillo familiar“Demasiada”. La palabra correcta era "demasiada".Habían pasado cinco años, y Grayson no estaba del todo seguro de conocer la historia completa sobre lo que Jerry Huxley le había hecho a Serena. Por lo poco que ella había querido contarle o le había dicho a los abogados, una violación parecía ser la hipótesis más acertada. Sin embargo, no pudo evitar percatarse de cada reacción en su familia tras aquella amenaza de Serena, y había “demasiada intensidad” en cada una de ellas.Jerry terminó por sentarse en aquella silla con movimientos lentos y frustrados.Percy y su madre tenían expresiones que iban desde la curiosidad hasta la incomprensión.Pero en los ojos de su hermana solo había odio, como si la verdad no le interesara... o como si ya la supiera.Pero mientras él analizaba cada rasgo en su familia, Serena lo analizaba a él, porque en su rostro también había incredulidad e incertidumbre.—Muy bien, ahora que todos nos pusimos de acuerdo, vamos a pros
CAPÍTULO 86. ¿Por qué no?Grayson sentía que el corazón se le iba a salir de la impotencia, de la frustración, porque todo aquello parecía un maldito torbellino de decisiones, de odios, de venganza, como un guion tan mal escrito que estaba lleno de desaciertos, y nadie fuera capaz de comprender qué demonios sucedía hasta el final.—¡¿Pero te volviste loca?! —gruñó acercándose a Serena y sacudiéndola por un brazo, porque no podía creer que fuera capaz de decirle aquello a una mujer que ya se balanceaba peligrosamente sobre la baranda de un balcón.—No, si yo estoy para camisa de fuerza —se rio Serena encogiéndose de hombros—. Pero tengo una vocación oculta por ayudar a los demás, por eso quiero explicarle a tu hermana que si se lanza desde cinco metros de altura, lo único que va a hacer es romperse un pie o dislocarse un hombro. Y si tiene muy, muy mala suerte, es probable que se rompa la columna y se quede paralítica por el resto de su vida. ¡Ya sabes, orinándote y ensuciándote encima,