CAPÍTULO 158. Los medios para una venganzaTrató de abrir la puerta; quería atacarla, quería matarla con sus propias manos. De los ojos de Annabelle Huxley corrían lágrimas verdaderas, llenas de rabia y desesperación, porque le habían quitado lo único por lo que había estado peleando durante años.Le habían arrebatado su obsesión.Le habían quitado a su esposo.Y no importaba si estaba bien o mal, o si era una maldit@ loca digna de camisa de fuerza, eso no cambiaba el hecho de que había perdido algo que consideraba uno de sus motivos para vivir.—¡Te voy a matar! ¡Te voy a matar, maldit@ zorra desgraciada! ¡Tú eras la que tenías que morirte, ¿me oyes?! ¡Tú eras la que tenías que morirte, no él! —gritó, desquiciada, peleando contra la puerta del auto para abrirla, pero evidentemente el impacto había hecho que se trabaran los seguros.—Puedes intentarlo —declaró Serena, mirándola a los ojos—, pero si no quieres terminar exactamente como Jerry, te aconsejo que seas más cuidadosa a partir
CAPÍTULO 159. Una dolida viudaEl desastre estaba a punto de desatarse y ellos ni siquiera lo sabían.Por supuesto, el funeral de Jerry Huxley fue ampliamente televisado, salió en cada periódico del mundo, y las condolencias a la dolida viuda no se hicieron esperar. Aunque al final solo eran protocolos vacíos de gente que no llegaba a apreciarse entre sí ni siquiera un poco.—Me imagino que al menos el cura que oficia la misa no tendrá la desvergüenza de decir que era un buen hombre —gruñó Serena, dejando a un lado su teléfono para no seguir viendo las novedades sobre aquel espectáculo, porque indudablemente eso solo era otro show más para Annabelle. —Bueno, teniendo en cuenta que los pagos los hace su angustiada viuda —replicó Adriano con fastidio—, puedes estar segura de que el cura dirá que era mitad santo y mitad profeta. —Al final, solo son palabras vacías —añadió Aurelio, pero mientras cada uno se concentraba en lo suyo, Serena reparó en la mirada curiosa de Renzo. —¿Cómo lo
CAPÍTULO 160. Una demanda colectivaSerena repasó una y otra vez aquel documento, sin poder creer que Kenneth y Adriano hubieran organizado algo tan grande como aquello. Pero al parecer no era la única sorprendida, porque el mismísimo fiscal de distrito, al que habían citado allí, se quedó impactado cuando se dio cuenta de lo que habían venido a hacer.—Esto es... mayúsculo —murmuró, revisando también el documento.—Jerry Huxley se fue de esta vida sin pagar por lo que había hecho —sentenció Kenneth, adelantándose, porque él era el principal vocero de aquella demanda—. Pero todos sabemos que hay pruebas más que suficientes en su contra, así que no es justo que esos juicios se queden en el aire, ni que se le despida y se le recuerde como un gran hombre y un gran cineasta, cuando en realidad no fue más que un violador y un pedófilo.Sus palabras eran extremadamente claras y demasiado contundentes como para ignorarlas, y Serena se dio cuenta de que Kenneth Radley podía ser amable y bonac
CAPÍTULO 161. AcorraladaSerena se hizo a un lado justo a tiempo para que Anabelle saliera de aquella habitación hecha una furia y no le pegara con el hombro. No iba a dejarse provocar así como así, en especial cuando en aquel momento tenía la satisfacción a tope.Annabelle cada vez iba quedando más acorralada. La parte de la herencia de su padre que le habían entregado después de la supuesta muerte de Grayson no alcanzaba para mucho cuando se trataba de una mujer como ella, y encima Percy había vuelto a la productora y obviamente no la dejaría meter las manos de ninguna forma para agenciarse más dinero.Así que su única salida era aquella herencia que recibiría de Jerry, y ahora resultaba que eso se lo habían quitado también. La tensión en el ambiente era demasiado feroz para describirla, y Serena presentía que el desenlace de aquella situación estaba demasiado cerca, porque después de haber estrellado su coche contra la verja de la casa, era evidente que Annabelle no estaba precisam
CAPÍTULO 162. Un sonido especialLa respuesta utópica era “Sí, me voy a portar bien”, y eso fue exactamente lo que salió de los labios de Grayson. Pero la respuesta práctica era muy diferente, porque no había costura, herida o balazo que disminuyeran ni un poco el deseo que sentía por ella. ¡Y encima la condenada volvía a ronronear!Era como si en el mismo momento en que estuviera a su lado su cerebro y el resto de su cuerpo entraran en esa paz profunda donde por fin podía descansar. El problema era que el calor del cuerpo de Grayson también provocaba otras cosas menos… pacíficas.Se dio cuenta cuando uno de aquellos sonidos de repente adquirió un tono distinto, uno que lo hizo abrir los ojos en un segundo y morderse el labio inferior, porque podía imaginar qué era aquello que estaba soñando.Los dedos de Grayson fueron a recorrer despacio el cuello de Serena, bajando por esa curva entre sus pechos y sonriendo mientras apartaba despacio uno de los tirantes de su bata y descubría la ar
CAPÍTULO 163. Una conclusión forenseEra muy difícil explicar esa necesidad, o mejor dicho, era absurdamente sucio hacerlo. Su sexo dolía en latigazos intermitentes que escalaban hasta su vientre, sus paredes se contraían con ferocidad, como si tuviera hambre, hambre de él; y su boca no alcanzaba para tomar todo el aire que necesitaba.Aquel deseo escalaba por su columna con cada roce del miembro de Grayson contra su trasero, sentía su roce demasiado suave y…—¡Oh Dios! —dio un respingo cuando lo sintió tantear su entrada y sus dedos se pusieron blancos contra el borde de la piscina mientras Grayson deslizaba su miembro dentro de ella despacio.Había algo demasiado especial en aquella lentitud, en reconocer cada centímetro que invadía, cada trozo latente y ávido de su sexo. Jadeó mientras llegaba a su final, sintiendo aquella conexión que no había forma de romper, y acariciándola, besándola, mordiéndola mientras se acomodaba en cada forma posible y luego una de sus manos bajaba hasta
CAPÍTULO 164. Una maldad subestimadaSerena sabía que era una locura, que después de toda la seguridad que Renzo, Aurelio y Adriano le habían metido a aquel edificio, escaparse de sus guardaespaldas era como hacerles la mayor ofensa; pero en el mismo momento en que había puesto un pie en aquel estacionamiento lleno de cámaras para esperar a Kenneth, sus ojos se habían centrado en aquella figura que no intentaba ocultarse dentro de su auto, sino que más bien parecía estar esperando por ella.La muchacha sintió como si el corazón se le hiciera añicos en un segundo, algo tenía que estar pasando, algo demasiado grave como para que Annabelle se atreviera a esperarla en el estacionamiento del estudio cuando acababa de ser citada por el fiscal para la revisión de pruebas de un caso de asesinato.Así que contra todo el buen juicio del mundo pero siguiendo una terrible corazonada, Serena se acercó a aquel auto despacio.—¿Qué haces aquí? —la increpó con un tono molesto y siseando entre dientes
CAPÍTULO 165. Un poco de tiempoEn el mismo instante en que aquella foto había entrado en el celular de Grayson, lo había hecho saltar como un resorte de su cama sin importarle lo que le doliera; y por supuesto que lo primero había sido llamar a Serena.Era irreal. Aquello se sentía como si estuviera cayendo por el maldito agujero del conejo, viendo cómo el mundo se hacía demasiado grande a su alrededor. No podía ser que Annabelle le hubiera hecho aquello a su hermano, no podía ser…“Me dijo que no involucrara a los Viscontti o lo lastimaría. Pero tengo que hacerlo, Grayson. ¡Tengo que advertirles porque no tenemos a nadie más!”, la escuchó decir al teléfono y se llevó las dos manos a la cabeza con un gesto de impotencia, pero de fondo le llegó aquel sonido particular de un auto en movimiento.—Serena, espera… ¡Annabelle no solo fue y te dijo esto porque sí! ¿Verdad? ¿Qué es lo que quiere? ¿Por qué quiere cambiar a Percy? ¡Dime! —la interrogó Grayson con el corazón en la garganta y es