La voz de mi padre hizo que diera un respingo, giro y lo veo recargado sobre el marco bajo el umbral de la puerta de caoba. Sonrío falsamente y niego con la cabeza.
—No entiendo porque me dices eso padre, no tiene nada que ver con una mujer —miento.
Mi padre tensa la mandíbula y con pies de plomo camina hacia mí, apartando la mirada y observando hacia las afueras de la propiedad.
—Ni para mentir eres bueno, te hace falta mucho por aprender —prosiguió con indiferencia—. Estoy viejo, pero sigo siendo un hombre y conozco esa mirada, se trata de una mujer.
Niego nerviosamente con la cabeza, tomando la ligera confianza de poner una mano sobre su hombro, acto que parece enfurecerlo porque enseguida me mira por debajo con desdén.
LEA Los primeros rayos del sol por la mañana, se filtran a través de la fina tela de la cortina, me había quedado a dormir en el departamento de Alana, no supe en qué momento ocurrió pero me quedé dormida, y ahora estaba a un costado de su cama. Los ronquidos de mi amiga provocan que se dibuje una sonrisa en mis labios y no dudo en vestirme en silencio, tomar mis cosas y salir de la habitación. Decido dejar un mensaje en la pequeña pizarra blanca que tenía colgada a un costado entre la nevera y la cocineta, para posteriormente salir y dirigirme a mi departamento, hoy me tocaba dar la renta, tenía que contar los pocos ahorros para emergencias que guardaba dentro de una caja de música. Pido un taxi y me pongo en marcha. Al llegar a mi edificio, una vieja construcción
—Está bien, los doctores te han revisado y estás bien, hace dos días te hicieron estudios, solo tienes un poco de anemia que se puede solucionar con una buena alimentación, dijeron que es un milagro que no haya costillas rotas, aunque la muñeca de tu mano izquierda está fracturada —me informa e intento retener todo—. Uno de los doctores dijo que cuando llegaste no apartabas esa mano de tu vientre, y que al parecer ese bebé tuyo se aferró a ti, porque tu embarazo marcha a la perfección, solo necesitas unas vitaminas y mucho reposo. Está bien, él está bien. Sin poderlo evitar, las lágrimas comienzan a derramarse de mis ojos, mi bebé se había aferrado a mí, por primera vez en la vida sentía que a alguien fuera de Alana, me quería, ese bebé que ya se convirtió en mi mundo, había elegido no abandonarme, y era mío, completamente mí
LEA DOS SEMANAS DESPUÉS Han pasado dos semanas y el recuerdo de mi último día en mi viejo departamento, no fue tan bueno como pensé cuando salí de la protección que me ofrecía Alana. Ese día se llevaron todas mis pertenencias, prácticamente vaciaron el sitio, dejándome sin nada, ni una muda de ropa. Incluso el dinero que tenía de respaldo para emergencias desapareció, mi amiga tuvo que ayudarme a terminar de pagarle a la arrendadora las tres rentas atrasadas una vez saliendo del hospital, sentí pena por ella, por tener una amiga como yo, pero por más que insistí en que no tenía la obligación de hacerlo, terminé con una patada en el culo, una regañina y un helado doble de chocolate ese día. Tampoco me dejó hacer nada hasta que me recuperase, y tuve q
Tomamos nuevamente asiento, hago acopio de mi postura y de mi actitud tan derrotista, la humillación que siento por mí misma al no poder ser capaz de dejar de lado mis nervios y pensamientos negativos, hacen que comience a respirar agitadamente. —No tienes experiencia en trabajos que manejan contabilidad y... eres universitaria, este trabajo es de tiempo completo ¿sabes algo de contabilidad, Lea? —dice y mi mundo se desmorona—. No has trabajado más que hace tres años en un restaurante de comida rápida, pero por lo que veo aquí no duraste mucho ¿puedo saber por qué? Sus ojos resplandecen con cierta malicia, pero al notar que no abro la boca para responder, frunce el ceño y deja a un lado mis papeles, recargándose sobre la silla de metal emitiendo un sonido chirriante. —¿No piensas re
Actualidad... —¿Señorita Davis? La voz seductora que empleó el tipo me sacó de mi ensimismamiento. —Lo siento —espabile con la seguridad de no ponerme en peligro estando en un trabajo en donde el tipo claramente tenía las mismas intenciones que Jeff en el pasado. —¿Qué quiere decir? Sin darle tiempo de poder formular otra pregunta llena de imprudencia, le arrebato mi solicitud y tomo mis cosas. —Tiene razón, no tengo la suficiente experiencia, lamento haberlo hecho perder su tiempo —digo rápidamente dirigiéndome a la puerta—. Con su permiso. —Oye, e
ENZO Me encontraba en mi Penthouse observando como una de las chicas de servicio me sirve un trago, llevaba cerca de dos semanas de mal humor, los negocios con mi socio mayoritario estaban yendo bien, pero Boss me estaba irritando y las empresas Smith no dejaban de joder queriendo dominar mis territorios, pero lo que más me tenía de tan mal humor era el hecho de que no haber tenido tiempo para follar un buen culo o coño. Estaba al tanto de la información que Preppy me había conseguido de Lea, pero no era suficiente, ya había investigado a su familia y su historial médico y académico, hacía tres meses que no estaba actualizado pero con eso me bastaba. La deseaba, carajo, anhelaba entrar en ella y follarla, escucharla gemir mi nombre mientras bombeaba en su interior.
LEA —Santísima m****a —gritó Alana observando con detalle mi apariencia, tomando el lugar de una madre orgullosa de su hija. Mis ojos están fijos en la chica que está frente a mí, veo mi reflejo en el espejo y se siente como si la persona que era con la imagen que mostraba, fuera totalmente una desconocida. —No soy yo —digo en tono apagado pese a que al final no me resultaba tan desagradable mi aspecto esta noche. —Vamos, no seas aguafiestas, te ves encantadora, mira esas tetas —Alana bromea señalando mis pechos—. Tendrás a más de uno a tus pies esta noche. Frunzo el ceño. —Sabes bien que no me importan los ch
Caminamos hasta donde se encontraba mi amiga, justo cuando dijo: —Vamos, te enseñaré las tetas si nos dejas pasar. Mi expresión es de completo horror cuando la escuché decir eso, pero me congelé cuando uno de los tipos le dio un codazo al que estaba a su derecha y ladeando la cabeza me señaló. —¿Por qué no mejor nos enseña las tetas tu amiga? —el tipo levanta las comisuras en dirección al cielo. —Lo siento, ella está fuera del mercado, como pueden ver tiene pareja —responde Alana señalando con un dedo la mano de Dylan entrelazada con la mía—. Ah, y está embarazada. El rostro de los tipos es todo un poema, tengo que recurrir a morderme la lengua para no reírme en sus caras, Dylan