Sueño...

Removí los brazos, tratando de soltarme de los agarres que tengo en las muñecas. No puedo ver nada, por lo que el sentido del oído se agudizó considerablemente. El silencio a mi alrededor me estaba volviendo loca, pues no sé qué es lo que está tramando el Sr. Blaze conmigo. Necesito saber su próximo paso a dar.

—Tu curiosidad es muy grande, tanto como lo eres tú, ¿me equivoco? — susurró en mi oído, deslizando la yema de sus dedos suavemente por mi cuello—. ¿Estás lista para sentir lo que tanto deseas saber?

—Sí.

—Eso es lo que quieres, ¿no? — bajó sus labios por mi cuello junto con sus dedos—. Te llenaré esa curiosidad tan grande que tienes, gatita...

El roce de sus labios por mi piel me estaba quemando viva. Descendió la punta de la lengua por mi cuello, por el medio de mis senos y desviando camino hacia uno de mis pezones ya endurecidos. La humedad me gobernó por completo, no solo por su lengua que recorre en círculos el rededor de mi pezón, sino por sus dedos que, pellizca y tortura el otro casi con una violencia electrizante. Las mordidas dolorosas, pero placenteras me tienen al borde de convulsionar, pues sus dientes tiran de mi pezón con una fuerza que me doblega ante él. Su otra mano quedó marcada en mi nalga derecha, aumentando así un dolor muy exquisito. Por alguna razón mi mente recibe sus mordiscos y sus azotes como si fueran la mejor sensación que mi cuerpo haya sentido antes. El segundo azote fue mucho más fuerte que, sumado a sus dientes en mis pezones, era como estar en una nube sorda y ciega. Dejé que de mí garganta escapara ese grito que me liberó el alma. Sus manos tienen una suavidad bestial.

—Mueres por saber quién domina a quién, ¿no es así? —dijo con la boca unida a mi piel.

¡Santísimo, agárrame porque me voy!

—Respóndeme cuando te hablo, Carol.

—Sí. Sí quiero saber quién domina... — logré decir.

Se separó de mí, dejándome con la respiración agitada y con ganas de seguir sintiendo sus dientes y su lengua por mi piel. No sé en qué momento llegamos a esto, pero eso ya no tiene importancia. El impacto que recibí en mi trasero me hizo retorcer estando allí colgada y amarrada en el aire. Un azote firme, rudo, pero lleno de éxtasis y placer.

—¡Oh, sí! — grité al recibir el segundo golpe.

Mi piel arde, seguro me quedarán marcas, pero no puedo negar lo bien que se siente.

—Tres golpes son suficientes para que te des cuenta quién domina a quién — el tercer golpe no solo me hizo gritar a mí, sino que también de él escapó un gemido muy gutural y fuerte—. ¿Confiarás en mí?

—Sí, Sr. Blaze, confiaré en usted.

—Muy bien. En mis manos lo único que sentirás es placer, llenura, éxtasis, lujuria, satisfacción — susurró, rozando sus labios en mi oreja.

Acarició mi trasero con ambas manos, y, posicionado desde atrás, mordió el lóbulo de mi oreja haciéndome estremecer. Seguidamente, tomó un puñado de mi cabello en una de sus manos, torció mi cuello hacia atrás y me penetró de un solo golpe, llevándome al mismísimo paraíso. La rudeza, lo profundo y la precisión con la que entró y empezó a moverse en mi interior, hizo que alucinara con sus expresiones. Si sus gemidos se oyen tan tiernos, de tan solo imaginarme su rostro un cosquilleo me invade todo el sistema. Cada golpe es mucho más fuerte que el anterior, apenas si me deja pensar con claridad. El estar colgada y amarrada, mientras tira de mí cabello, sometiéndome a sus rudas embestidas es algo que no tiene nombre. Entre más grito por las infinitas sensaciones que estoy experimentando, su pene no deja de palpitar y de crecer dentro de mí. La profundidad a la que llega hace de mi interior una presión insoportable, necesitado por explotar como nunca lo ha hecho.

—Kilian Blaze no se somete ante nada ni nadie. ¿Entiendes? — exploró circularmente mi interior, con una mano en mi cadera y la otra en mi cabello—. En este juego de placer el único que puede dominar soy yo...

Sus fuertes y anchos brazos se aferraron a mi cintura, abrazándome firmemente a lo que cada estocada me hacía temblar y gemir. Esos empujones, la dureza y el tamaño al que me estoy tratando de acostumbrar, el modo en el que me somete a recibirlo es algo que me tiene satisfecha y completamente llena...

Abrí los ojos de golpe, bañada en sudor y con la respiración entrecortada. Tragué saliva varias veces, apretando los muslos a más no poder. Estoy muy húmeda. La necesidad de querer ir al baño me tiene con un sofoco en las paredes de mi vagina insoportable. Nunca antes había tenido un sueño tan condenadamente excitante. Todo parecía muy real; su voz, sus manos, sus labios, sus dientes, sus movimientos, sus palabras...

—Todo fue un sueño, nada de eso fue real — mordí mis labios, adentrando la mano bajo las sábanas y mi ropa interior—. Malditos videos lo que me hacen pensar, sentir y soñar...

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