LE DICEN "EL CASTIGO DIVINO"
ANABELLE
—¡Otro! ¡Otro! — La audiencia apoya mi descontrol mientras yo tomo sin control.
Mi primera borrachera, no combinó licores ya que he recibido consejos, tomo agua seguido y comí hamburguesa con papitas para no caer inconsciente.
—Anabelle, no bebas más — me aconseja María José. Su voz suena en la lejanía.
—No seas aguafiestas, José —me río, no hay chiste pero me siento feliz.
Son las cuatro de la mañana, la gente es escasa y solo quedamos unos pocos. Julieta y Samuel ya no se encuentran, Andrés desapareció con una chica, la única que me acompaña es José.
Me alejo del bar y busco a Nicolás con la mirada, está en una esquina con una botella de cerveza. Me le lanzó encima y permito que me tomé de la cintura; nos besamos, sus suaves labios impactan con los míos, un beso lleno de morbo por parte de ambos. Baja a mi trasero y lo aprieta suave y exquisitamente.
Nos separamos y el comienza a besar mi cuello con besos tiernos que me erizan la piel.
—Me calientas y luego te alejas — susurra en mi oído.
—Hoy no — niego con mi cabeza y sonrío —Hoy me atrevo, ¿En tu casa?
El niega con la cabeza y me toma de la mano. Me guía por todo el salón pero quedamos a medio camino cuando los chicos del bar nos llaman.
—Par de tortolos, vengan acá —una de las chicas nos llama, y no se sabe cuál de todos está peor. María y yo aún estamos cuerdas, hemos bebido pero no demasiado, cada una sabe lo que hace.
Ambos nos acercamos al único grupo que queda en el salón. El Dj ya no está, y la música que se escucha es de un equipo de sonido.
—Nicolás quítate la camisa — Ordena la chica castaña.
—¡No! —Digo inmediatamente. Él es mi hombre —los presentes ríen y la chica aclara.
—Todos lo sabemos, no es nada malo, solo hazlo.
Nicolás se quita la camisa y la chica lo hace recostar en una mesa ya desocupada, lo riega de licor, desde su ombligo hasta sus labios. Un bloque de hielo es puesto en sus labios.
—Todo eso es tuyo Anabelle, ahora lambe —me agachó un poco y comienzo a lamberlo sensualmente, dando un espectáculo digno de admirar, llegó a sus labios y tomo el bloque de hielo.
—¡Anabelle! —No, no...Esto no está sucediendo, bebí más de la cuenta. Mi madre no puede estar aquí; por favor que no sea cierto. Me alejo de Nicolás rápidamente y observo a la mujer que se encuentra en la entrada del salón.
Todos me observan con pánico, no hay que ser adivino para entender que es mi madre.
—Joder —Musita José por lo bajo.
—Nos vamos ya Anabelle —Su voz es neutra, para cualquier persona sonaría normal. Pero no para mí, que la conozco como la palma de mi mano.
Su mirada me indica todo, me alejo del grupo de amigos sin despedirme. Paso por el lado de mi madre y observo el auto de mi Padre.
Me ubico en los asientos de atrás y mi madre ocupa el de copiloto mientras que mi padre es el conductor.
No digo nada, solo me preparo para lo que me espera. Padre me ve desde el retrovisor y con la mirada me da compasión.
Llegamos, y todo me tiembla, bajo del auto y voy a paso lento.
—Muévete —Ordena mamá y mi papá se queda en el garaje, lo entiendo, él no quiere ver lo que sucederá.
Cierro la puerta detrás de mi, y mi madre me toma del cabello.
—¡Madre! Solo aguarda yo te explico.
—¿Madre? Una zorra como tú, no tiene derecho a llámeme madre.
Lloro, sus palabras duelen más que el jalón de cabello. Me arrastra y yo trato de seguir su paso para no lastimarme, pero ella lo hace apropósito. A paso ligero y con mi cabello enredado en sus manos llegamos a mi habitación.
—A la bañera —Ordena cuando me suelta. No reprocho, ni alego simplemente le doy la espalda y me ubico en la ducha, me arrodilló y aguardo lo inevitable.
El agua helado me hace sobresaltar pero pronto la correa de cuero impacta contra mi espalda, haciendo que el agua sea lo de menos. Mis lágrimas se camuflan con el agua y lloro. Me duele demasiado.
1...2...3...4, la correa sigue impactando contra mi piel, mientras el agua recorre toda mi espalda, 9...10...11, paro de contar.
—¡Para! – le suplico a mamá —Para...por favor, ¡Para! —lloro, me giro ya que no soporto el dolor y ella continua golpeando, me protejo el rostro con las manos — ¡No más! —le ruego pero ella está cegada por la rabia.
Trato de levantarme pero me resbaló, los latigazos continúan y siento no soportar más...
Ya no hay más golpes, solo mi padre que detuvo el siguiente correazo.
—Es suficiente.
Mi madre se aleja del cuarto al igual que mi padre. Cierro la llave y me levanto del suelo con dificultad, estoy temblando y no para de llorar.
Tengo rímel corrido en mis ojos, algunas marcas de la correa en mi cuello, mi cabello es un manojo de nudos y mi propio reflejo me causa lastima.
¿Quién fue?
Es lo único que pienso, nadie de mi familia sabía que iría a una fiesta, alguien tuvo que avisarles. ¿Quién fue? Me duele la cabeza y la impotencia toma dominio.
—Soy un desastre.
****************
MARÍA JOSÉ
No puede ser, es la mamá de Anabelle y en tremendo estado la encontró.
—joder —Es lo único que puedo decir, Anabelle emprende rumbo y desaparece en la salida.
Varios comentarios se escuchan en el grupo pero yo no estoy concentrada en ello. ¿Qué haré?¿Qué le sucederá a Anabelle?
Me alejo directo a la salida, no tengo dinero y un taxi tampoco circula a esta hora de la madrugada. Andrés, se me viene a la cabeza; trato de recordar dónde fue la última vez que lo vi.
En el baño.
Vuelvo a ingresar al salón y voy directo al baño. No sé en cuál de los dos podrá estar hasta que escucho los gemidos de la mujer que lo acompaña.
No sé que hacer, esperar a que termine o llamarlo sin importarme interrumpir su bueno polvo.
Al carajo, primero soy yo que soy su amiga, a una mujerzuela.
—¡Andrés! —Golpeó la puerta del baño de damas, los sonidos no merman.
—¿Qué? —pregunta. ¿Enserio? No puedo creer que no pare de follar mientras le hablo, la chica gime sin importarle nada «puta»
—Necesito que me lleves — Espero un momento ya que no responde de inmediato, es incómoda la situación en la que me encuentro.
—Espérame afuera que ya salgo.
No protesto sino que directamente me dirijo a la salida.
Trato de ser paciente pero se está tardando mucho. El frío no colabora y el sueño me hace tambalear.
Pronto Andrés aparece en su moto; una Discovery 150 de color negro. Se detiene en dónde me encuentro y me pasa un casco.
Me subo y él emprende rumbo a mi casa. Observo que está conduciendo extraño pero no demuestro mucho interés.
Estamos cerca de mi casa, pronto cantaré victoria, pero la mala suerte nunca me desampara.
Nos caemos.
Ahogó un grito cuánto el taco de atrás golpea fuertemente mi tobillo, me quedo sin aire.
—Lo siento...Lo siento —Andrés quita la moto y la levanta. La calle está desolada y agradezco por ello. Andrés me levanta y me ubica en el andén.
Me duele y hago mi mayor esfuerzo para no llorar.
—¿Estás bien?
—Me duele el tobillo —El trata de acercar su mano a la parte afectada.
—¡No! — le doy un manotazo — perdóname... No quise...Solo llévame a casa.
—¿Crees que puedas caminar?
Lo intento, me levanto y no puedo apoyar demasiado el pie. Andrés me ayuda a caminar hasta la moto; me subo a esta para tratar de llegar a casa con vida.
Me despido de Andrés e ingreso en silencio a mi casa, es muy tarde y mi madre me matara donde se entere. Ya dentro de mi recamara me desmaquillo y me quito la ropa para esconderla.
Caigo rendida en mi cama, no se cómo describir esta noche. Mis párpados se cierran y le permito a mi cuerpo descansar.
.
.
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No se que decir.
Pobre Anabelle.
Que buena suerte tiene Maria José.
Tan cachondo ese Andrés.
Y mira esas amistades... Que descontrol.
Hay mucho trabajo por hacer.
¿Opiniones?
Los quiero.
UNA OPORTUNIDADMaría JoséLa clase de matemáticas se me hace eterna mientras observo el reloj de pared marcando las 9:45 am, siento que el tiempo no avanza y me estresa por que tengo hambre y mi estómago me pide a gritos una golosina.Mi compañero de asiento es un nerd que hará el trabajo por los dos si le sonrió y soy gentil con él. Y es que no es por juzgar pero es un pendejo que se deja dominar por cualquiera, pues a mi han llegado rumores de intercambio.Bostezo y me recuesto en el asiento. Me levanto sin soportar la tortura y pido permiso para ir al baño.Los pasillos están desolados debido a que la mayoría de los estudiantes se encuentran en clase, y unos cuantos vagos que sólo vienen a divertirse permanecen en las canchas de fútbol o haciendo cualquier otro deporte.Camino lento con temor a lastimarme el tobillo, y pronto llegó a la cafetería. Compró una empanada y peric
El PADRE.Anabelle.Espero en la entrada de la Iglesia al nuevo sacerdote, ya tengo puesta el alba y mi cabello esta pulcramente recogido en una moña. Mis manos juntas y mi acompañante es quien me indica todo lo que debo hacer.No soy lo suficientemente creyente como para estar donde estoy, pero mi madre fue insistente, al momento de convencer a la comunidad católica de la Iglesia, para que me dieran esta oportunidad.No me agrada, pero tampoco me rendiré tan pronto, le mostraré a mamá que yo puedo con lo que ella me ha impuesto.Hace solo unos días hubo un intercambio, y por ello el sacerdote que tendremos hoy es diferente al anterior.Cuando al fin llega el padre, comprendo dos cosas; la primera es que no estoy segura de hacer mi tarea bien y la segunda, que nunca en mi vida había visto un padre guapo y joven.¿Quién coño quiere predicar la palabra de Dios teni
El CIELO EN LA TIERRAJulieta.El día está lluvioso y creo que no hay mejor momento para leer, tomo una taza de café, una cobija y me posicionó en mi ventana. Mi habitación es de segundo piso así que la vista es maravillosa.Soy de todo tipo de lecturas, a veces leo para adquirir conocimiento, en otras ocasiones por entretenimiento o simplemente para desaparecer un momento de la realidad.Tomo mis gafas de lectura y comienzo a leer el libro de Satanás de Mario Mendoza, un escritor colombiano.Pasó algunas horas hasta que por mi ventana logró visualizar una figura, enfoco un poco más y sonrió cuando noto de quien se trata. Esta bajo la lluvia con una bicicleta en mano, no con cualquier bicicleta sino con la que hace unos días usamos.Me hace señas para que baje y así lo hago, pero antes me quito las gafas.—¿Que haces aquí? —Cuestiono un poco divertida por su esta
SIN MIEDO AL ÉXITO.Maria José—No.—¿Por qué?–No sé.—¿Enserio?—Si.—Miedo al éxito —Me provoca Andrés.—Al castigo de mi madre —respondo.—No sé dará cuenta —reitera.—Convénceme —muerdo mi labio mientras comienzo a buscar que ponerme.El silencio en la línea telefónica reina por un momento.—Si te escapas conmigo no te arrepentirás.—¿Debería creerte? —Cuestiono mientras me abrigo con un buzo largo y negro.—Te enseñaré que en el mundo si hay magia.Trago grueso mientras me deleitó con su gruesa y sexy voz.—Pasa en 15 minutos.—Sabía que vendrías.Cuelgo la llamada, y terminó de organizarme, me introduzco en los jordán negros y cubro mi cabello con un gorro de lana.Ha
MICHAEL.Le doy la última calada a mi cigarrillo, mientras observo el paisaje turbio e inestable que tengo ante mi.Los quejidos de dolor y los susurros de consuelo me obligan salir al exterior, subo al árbol del patio trasero que posee una mini casa en la cual aún quepo.Tomo las colchonetas que aún conservo en el lugar más una manta calurosa que poseo desde niño y preparo una cama improvisada.Conecto los audífonos a mi móvil y tomo una libreta, y comienzo a escribir lo que a mi llega, todos los relatos son nostálgicos, tristes y sobra mencionar que aburridos. Solo una persona los leía cuando aún era muy cercana a mi.La lluvia se incrementa queriendo purificar el alma de un mundo ya perdido en el mal, mientras yo me pierdo y me encuentro pensando en ella.Ese rayo de luz que nunca abandona sus ojos, su manera de comportarse, de relacionarse, parece tan ingenua, tan delicada p
MICHAEL.Le doy la última calada a mi cigarrillo, mientras observo el paisaje turbio e inestable que tengo ante mi.Los quejidos de dolor y los susurros de consuelo me obligan salir al exterior, subo al árbol del patio trasero que posee una mini casa en la cual aún quepo.Tomo las colchonetas que aún conservo en el lugar más una manta calurosa que poseo desde niño y preparo una cama improvisada.Conecto los audífonos a mi móvil y tomo una libreta, y comienzo a escribir lo que a mi llega, todos los relatos son nostálgicos, tristes y sobra mencionar que aburridos. Solo una persona los leía cuando aún era muy cercana a mi.La lluvia se incrementa queriendo purificar el alma de un mundo ya perdido en el mal, mientras yo me pierdo y me encuentro pensando en ella.Ese rayo de luz que nunca abandona sus ojos, su manera de comportarse, de relacionarse, parece tan ingenua, tan delicada p
SAMUEL.—No sé qué regalarle —admito en voz alta mientras Michael me escucha, como siempre luce despreocupado mientras fuma un cigarrillo, sus ojos parecen perdidos pero se con seguridad que me escucha.—¿Que le gusta? —pregunta y medito un momento.—Los chocolates, las gomitas, los libros, el café y la naturaleza.—Hay lo tienes —responde y bebe de su bebida.Siendo sincero el parque de nuestro municipio me agrada demasiado, siempre lleno de color y parece tratar de adentrarte en su mundo alegre.—¿Que? Le regalo todo lo mencionado.—Tal vez —me reprocha con la mirada —Julieta es original, pasiva y suele ser algo tímida, tienes que pensar en algo que a ella le sorprenda aunque para otra persona sea algo trivial ¿Comprendes? —Enarca una ceja.—No —admito con una mueca.—Tarado —dice entre dientes —le regalaras chocolates, un libro,
EL PARTIDO.Maria José.—Tu te encargas de seleccionar el texto narrativo —le señaló a Miguel el periódico que el maestro nos ha dado —Yo me encargo del descriptivo. Y tu Andrea del texto informativo —Coordino a mi grupo y empezamos a trabajar.—María José... —comienza la intensa de mi compañera —¿Crees que podrías enseñarme a maquillarme? —siendo sincera me ha causado lastima, Andrea no es fea, solo que no sabe resaltar sus atractivos. Solo tiene un par de espinillas y eso es todo, pero su autoestima se encuentra en el suelo.—¿Para que quieres maquillarte? —cuestionó y observo como Miguel rueda sus ojos, y disimuladamente lo golpeó por debajo del suelo haciendo que este produzca una mueca de dolor.—Quiero sentirme linda, eso es todo —admite con vergüenza mientras sus mejillas regordetas adquieren una tonalidad roja.—Eres guapa a lo natural, no caigas en lo superficial, pero