Capítulo 50 Ayuda.

Kalila tomo su lugar en la mesa, el té de hiervas que cada día Ikigaí le preparaba fue sustituido por un gran tazón de leche fresca, que la joven tomo sin titubear, quien la viera no creería que paso toda la noche haciendo el amor con una quimera, pues la joven se veía radiante, algo que casi todos le hicieron saber.

— Estan muy hermosas hoy, más que lo de costumbre. — ronroneo Tahiel, cual cachorro enamorado.

— ¡Gracias! — rebatió con efusividad la pelinegra, porque le agradaba de sobre manera que le hablaran en plural, de esa forma Kiriko no se sentía desplazada u opacada, después de todo, el alma de la cazadora estaba permanentemente activa, si fuese como Tahiel, se podria decir que estaba en fase, y eso a Kalila le gustaba, porque al fin comprendió que si tolero todos esos años de soledad en el pueblo, hablando muy de vez en cuando con uno que otro humano, solo fue porque Kiriko le hacía compañía.

— Tu energía… — los ojos de Ukara centellaron, con un aviso, que el propio brujo des
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