Mateo se pasó las manos por la cara y sonrió. Con una expresión amenazante, me miró fijamente y dijo:

—¿En serio crees acaso que ya ganaste?

—¿Y qué? Ahora estamos casados, y aunque nos divorciemos, puedo llevarme la mitad de tus bienes. Además…

—Durante el tiempo en que estabas embarazada y cuidando de Lilia, ya he controlado completamente el departamento de negocios de la empresa. Puedo fundar mi propia compañía en cualquier momento.

Yo también sonreí.

Si no fuera por mi consentimiento, ¿de dónde sacaría él que esos empleados clave y los jóvenes talentos internacionales le seguirían sus órdenes?

Las decisiones importantes de la empresa siempre han estado bajo mi control. Mateo no es más que un peón para mí, uno al que le dejo presumir de su puesto.

Sin embargo, el peón claramente no comprende su posición.

Le indiqué a Enzo que le entregara el acuerdo de divorcio.

—¿Salir sin nada? Selena, ¡estás desquiciada! ¡Eso es completamente imposible!

—Si quieres divorciarte, debes darme la mit