Sofía sintió que su mundo se derrumbaba. Las lágrimas brotaron de sus ojos sin control mientras miraba la carpeta con los informes médicos de Rolando. Todo empezaba a tener un terrible sentido. —Entonces... ¿Solo me buscó porque necesita un trasplante? —preguntó con voz temblorosa, aunque en el fondo ya sabía la respuesta.Danilo y Marleni intercambiaron una mirada cargada de preocupación. Fue Danilo quien habló primero, poniendo una mano reconfortante en el hombro de Sofía.—Mi niña, sé que esto es muy duro. Pero quiero que sepas que, no necesitas el amor de nadie más, tienes el mío, los Martinelli te amamos como si fueras sangre de nuestra sangre. No sé qué decisión vayas a tomar, porque después de todo está en tus manos, sin embargo, debo decirte que no tienes ninguna obligación con Rolando Altamira.Sofía asintió lentamente, procesando las palabras de Danilo. Se sentía abrumada por una mezcla de emociones, dolor, confusión, enojo. —No sé qué hacer —dijo finalmente, su voz apenas
Lukas trató de incorporarse, pero el dolor en su pierna lo hizo gemir. Sofía lo observó con una mezcla de preocupación y confusión mientras él intentaba procesar lo que acababa de suceder.—¿Qué estás diciendo, Sofía? ¿Asustarte? —preguntó Lukas, visiblemente desconcertado. Su rostro reflejaba auténtico desconcierto, lo que hizo que Sofía se quedara en silencio por un momento, tratando de juntar las piezas del rompecabezas.—Sí —respondió finalmente, frunciendo el ceño—. Los ruidos extraños que se han escuchado en la mansión por las noches, cosas que se caen, pasos en el pasillo… fueron provocados por ti y creo que lo hiciste para que me fuera corriendo a tu cama y te volviera a aceptar en mi vida.Lukas dejó escapar un suspiro y miró a su alrededor, como si estuviera buscando alguna explicación lógica.—Sofía, te juro que no tengo ni idea de lo que estás hablando. Esto... —señaló el cable y la cubeta— no fue obra mía, debe haber alguna otra explicación, porque yo no he hecho nada, si
Sofía y Lukas miraron al hombre con una mezcla de sorpresa y desconfianza. Era uno de los trabajadores que Lukas había contratado—Roberto, ¿qué significa esto? —preguntó Sofía, su voz tensa por la confusión y la ansiedad—. ¿Tú eres el responsable de todo lo que ha estado pasando?El hombre bajó la mirada, evidentemente incómodo. Lukas dio un paso adelante, colocándose ligeramente delante de Sofía en un gesto protector.—Será mejor que me expliques tus razones para hacer esto.—Lo siento señores, yo solo... solo estoy aquí cumpliendo órdenes...—¿Órdenes de quién? —interrumpió Sofía, sintiendo que su sospecha se confirmaba.El hombre vaciló, tragando saliva antes de responder.—Me envió el señor Danilo... él... él me pidió que instalara estos dispositivos y generara ruidos fantasmagóricos… —dijo avergonzado.Lukas y Sofía se miraron, el impacto de sus palabras cayendo sobre ellos. Danilo había estado detrás de todo esto, pero ¿por qué? ¿Qué estaba tratando de de hacer? Pensó la joven.
—¿De verdad crees que puedes venir aquí y ofrecerme dinero para algo tan serio? —la voz de Sofía temblaba, más de furia que de miedo, mientras sus ojos se clavaban en los de Lucio. Podía sentir el resentimiento ardiendo en su pecho, un resentimiento que había estado oculto en ella por mucho tiempo, aunque ni siquiera sabía que lo tenía, pero que ahora, frente a esta cruel propuesta, hervía en su interior.Lucio, impasible, se cruzó de brazos y frunció el ceño. No parecía dispuesto a retroceder.—No es una propuesta cruel, Sofía. Es solo una transacción. Todos necesitamos algo y estamos dispuestos a pagarte bien por tu ayuda. Mi padre necesita de tu médula.Antes de que Sofía pudiera responder, una figura alta y protectora apareció detrás de ella. Lukas, quien se había despertado y al no verla, decidió bajar, acercándose rápidamente al grupo. Su expresión era una mezcla de indignación y determinación.—¿Cómo te atreves a hablarle así? —Lukas se plantó frente a Sofía, interponiéndose e
Sofía se quedó paralizada, mirando fijamente el anillo que Lukas sostenía frente a ella. Era un hermoso anillo de compromiso, con un diamante brillando en el centro. Pero más allá de la belleza de la joya, era el significado detrás del gesto lo que la dejó sin aliento.—Lukas... yo... —balbuceó, sin saber qué decir. Su corazón latía con fuerza, una mezcla de emoción y pánico creciendo en su interior.Lukas, aún arrodillado frente a ella, la miró con ojos llenos de amor y esperanza.—Sofía, sé que este puede no ser el momento ideal, con todo lo que está pasando en tu vida. Pero quiero que sepas, que quiero unir mi vida contigo.Sofía se quedó sin palabras, abrumada por la propuesta de Lukas. Miró a sus padres, quienes sonreían alentadoramente, y luego de vuelta al hombre arrodillado frente a ella, sosteniendo ese hermoso anillo con tanta esperanza y amor en sus ojos.—Lukas... —comenzó, tratando de ordenar sus pensamientos y emociones—. Esto es tan inesperado. No sé qué decir...Lukas
Ella se quedó mirándolo con una expresión de preocupación en su rostro, sin poder controlar el conflicto interno que sentía la estaba desgarrando. Por un lado, la idea de ayudar a un hombre moribundo, a pesar de sus defectos, la llenaba de compasión. Aunque por otro, no podía ignorar la traición y el engaño que sentía por haber sido buscada solo por conveniencia.—Tranquila, mi amor, no tienes por qué ponerte aquí.—No sé qué es lo correcto, Lukas —murmuró, volviendo a apoyarse en su pecho—. ¿Y si decido no ayudarlo? ¿Podré vivir con la culpa?—No es tu culpa, Sofía —continuó Lukas, su voz firme—. No eres responsable de las decisiones de Rolando ni de su salud. No te sientas culpable por una situación que tú no creaste. Y si decides ayudarlo, que sea porque es lo que tú realmente quieres hacer, no porque te sientas obligada. Tienes que pensar en lo que es mejor para ti también, Sofía. Tu bienestar es lo más importante.Sofía sabía que Lukas tenían razón, pero eso no hacía que la decis
—¿Qué estás diciendo? —gruñó, su voz temblando de rabia—. ¿Cómo puedes ser tan egoísta? ¡Es tu padre!Lukas se interpuso rápidamente entre Sofía y Lucio, su postura protectora.—Cálmate —advirtió Lukas con voz firme—. Sofía tiene todo el derecho a tomar esta decisión.Rolando, aún sentado en el sillón, alzó una mano temblorosa.—Por favor, Sofía... reconsidéralo.—Lo siento, pero no lo haré, no tuviste reparo en intimidar a mi madre, e incluso la primera vez que la visitaste la tiraste al suelo y no te importó que pudieras hacerle daño.Sofía sintió que su determinación se fortalecía con cada palabra. La imagen de su madre lastimada por este hombre que ahora le suplicaba ayuda le daba la fuerza para mantenerse firme.—No puedo ayudar a alguien que ha lastimado a mi familia —continuó Sofía, su voz temblando ligeramente pero sin perder su firmeza—. Quizás biológicamente seas mi padre, pero nunca has sabido actuar como un verdadero padre. Lucio dio un paso amenazante hacia Sofía, pero L
Rolando tomó el celular con manos temblorosas, sus ojos recorriendo la pantalla con incredulidad. A medida que leía, su expresión pasaba de la confusión al shock, y finalmente a una furia apenas contenida.—Lucio... —gruñó, su voz baja y peligrosa—. ¿Qué significa esto?Lucio dio un paso atrás, tropezando con una silla. Sus ojos saltaban de Rolando a Lukas, buscando desesperadamente una salida.—Yo... yo... —balbuceó, incapaz de formar una frase coherente.Sofía se acercó a Rolando, y miró la pantalla por encima de su hombro. Sus ojos se abrieron aún más al leer el contenido. Era innegable: los resultados de compatibilidad mostraban claramente que Lucio era un donante perfecto para su padre.—¿Cómo pudiste? —susurró Sofía, con una mezcla de rabia e incredulidad—Intentaste hacerme sentir mal para que le donara mi médula a un padre que nunca había visto en mi vida y ni siquiera me quiso, pero tú que eres su hijo con quien te has criado, mentiste sobre tu compatibilidad para no donarle.