Sofía corrió por el pasillo, aún riendo, mientras escuchaba los gritos furiosos de Lukas desde el baño. Se encerró en otra de las habitaciones de la casa, apoyándose contra la puerta y tratando de contener su risa.—¡Sofía! ¡Abre la puerta ahora mismo! —La voz de Lukas resonó desde el otro lado, acompañada de golpes fuertes.—¡Ni lo sueñes! —respondió ella, sin poder contener una sonrisa triunfante.—¡Esto no se va a quedar así! ¡Me las vas a pagar! —amenazó Lukas—. No sabes lo que hiciste Sofía.Ella se carcajeó y él pudo escuchar su burla a través de la puerta.—Dale, te estaré esperando, puedo defenderme muy bien… parece que te olvidaste que soy la madre de las venganzas —expresó sin temor alguno.—¡Eso lo veremos Sofía, no me acuses luego de ser un patán! Porque tú no te estás comportando como una dama —replicó Lukas.Ella no le respondió, pero decidió quedarse durmiendo en esa habitación, porque él era capaz de cortarle el cabello por venganza. Así que temiendo sus represalias,
Él apareció en la puerta, con una sonrisa inocente.—¡Este desgraciado! —exclamó sin poder contener la furia.—¿Me llamaste Miss Perfecta? ¿Algún problema? Si es para darme las gracias, no te preocupes, no es necesario —respondió en tono sarcástico y Sofía se puso roja de la rabia.—¡Eres un cínico! ¡Sabes perfectamente lo que hiciste! ¿Por qué tendría que darte las gracias si me arruinaste la ropa que compré? —acusó ella, señalando su ropa arruinada—, ¿sabes lo ansiosa que estaba esperando mis ropitas? ¡Esto no tiene perdón Lukas! Así que te desapareces porque si no te juro que mañana serás la primera página del periódico “Hombre es asesinado por mancharle la ropa blanca que le llegó de Shei* a su hermanastra” ¡Así que largo!Sofía estaba tan furiosa que no pudo evitar que lágrimas de impotencia, frustración, enojo, rodaran por sus ojos. Lukas se quedó viéndola y un deje de remordimiento se abrió paso en su interior, pero prefirió irse y esperar luego para hablar, además, tenía que i
Sofía se quedó paralizada por un momento, sintiendo aún el calor de los labios de Lukas sobre los suyos. Su corazón latió desbocado y un ligero rubor cubrió sus mejillas."¿Qué acaba de pasar?", pensó, aturdida.Lukas, por su parte, parecía tan sorprendido como ella por su impulsiva acción. Se alejó un paso, aclarándose la garganta.—Yo... lo siento —murmuró, evitando su mirada—. No sé qué me pasó, no te lo tomes en serio.Sofía parpadeó, tratando de recuperar la compostura.—Está bien —respondió, su voz apenas un susurro—, mejor comamos antes que la comida se enfríe.Los dos comieron en silencio, la tensión era palpable en el aire. Cada movimiento, cada sonido, parecía amplificado en el pequeño comedor. Sofía sentía cómo el ambiente se volvía más denso con cada segundo que pasaba, poniéndola nerviosa. “Ay, Dios, creo que no debí hacer esa última travesura ¿Será que no se lo puso?”, se preguntó, aunque la verdad es que la había puesto de manera que no le molestara de inmediato, porqu
Lukas salió de allí, compró dos toallas de mano, y un hielo, una vez en el auto se quitó el pantalón, envolvió algunos cubitos de hielo con la toalla y se la colocó en el área afectada mientras conducía a casa de su padre. Al llegar se estacionó en la entrada, se puso de nuevo el pantalón y caminó al interior de la casa, por el malestar en su piel, tropezó con la alfombra persa de la entrada, su paso urgente y el ceño fruncido anunciando tormenta. Su padre miró desde el sillón de cuero en la sala, donde estaba con un libro en las manos. —¿Qué haces aquí? —preguntó Danilo, alzando una cana ceja. —La mansión puede esperar —, gruñó Lukas, lanzando las llaves sobre la mesa. —Sofía me sacó de quicio. —¿Acaso desististe de la herencia? —La sorpresa tintineaba en la voz paterna. —Pues no, el problema es que ya no soporto a tu consentida, pero estoy seguro de que si me voy ahora para allá, seremos titular de primera plana mañana en el periódico, porque la verdad es que tengo muchas gana
Sofía suspiró sin dejar de verse en el espejo, sabía que no podía hacer nada por cambiar esa situación, pero lo que si podía hacer, es no dejar que Lukas la saboteara porque si se iba en ese momento, él habría ganado, y ella no estaba dispuesta a dejarle ganar.Así que con decisión salió de allí y caminó al salón de reuniones donde la estaban esperando. Su postura erguida, su barbilla ligeramente alzada. Una pausa breve y luego sus palabras, claras y controladas.—Unas disculpas a todos, —comenzó, la mirada fija en los rostros atentos. —He sido blanco de una broma pesada. Sin embargo, creo que no debería ser un impedimento para continuar con nuestro trabajo.Un murmullo se extendió por la sala, pero ella siguió hablando sin titubear.—Claro, siempre y cuando ustedes no tengan ninguna objeción ¿Alguno la tiene? —preguntó, con seriedad, sin dejar de mirar a los presentes.Se hizo un silencio sepulcral, producto de la admiración que había despertado en todos ellos por su decisión, porque
Sofía miró horrorizada los restos destrozados de su querido peluche sobre la cama. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras tomaba con manos temblorosas lo que quedaba de su preciado recuerdo. No pudo evitar sentir que le hubieran arrancado una parte de sí misma. —¿Por qué, Lukas? —Su voz era apenas un susurro quebrado—. ¿Por qué lo hiciste?Lukas se quedó paralizado, viendo el dolor en los ojos de Sofía. De repente, toda su ira se evaporó, reemplazada por una punzada de culpa.—¿Cómo pudiste? —susurró, su voz quebrada por el dolor y la incredulidad.Lukas sintió una punzada de culpabilidad al ver la expresión devastada en el rostro de Sofía. No había esperado que ella reaccionara así.—Yo... lo siento —murmuró, dándose cuenta de que había ido demasiado lejos—. No quise... —comenzó, pero las palabras se le atoraron en la garganta.Sofía lo miró y solo susurró en voz baja.—Por favor, ¡Vete! —pidió ella abrazándose a sí misma.—No, Sofía, déjame explicarte… —no continúo hablando porq
Sofía se congeló, su mirada clavada en Lukas. La Confusión danzando en sus ojos miel. —No puedo, —susurró para sí, pero lo suficientemente alto como para que él escuchara.—¿Qué pasa, Sofía? —preguntó Lukas, con una ceja alzada.—Podemos... podemos tener una tregua —, tartamudeó ella, cruzando los brazos sobre su pecho. —Pero ya basta, no más invasiones a mi habitación, ¿entendido?Lukas permaneció en silencio, estudiándola. Su porte era tranquilo, los brazos relajados a los lados, pero había una intensidad en su mirada azul. Finalmente, asintió. —Voy a demostrarte que también puedo ser muy atento.Sofía soltó una risita incrédula. —¿Atento? Contigo eso debe ser un mito —. Sus palabras eran afiladas, directas—. Con otras, quizás, conmigo nunca he tenido la mínima amabilidad.—Puedo ser un perfecto caballero, ¿Por qué crees que todas las mujeres suspiran? —inquirió él con un toque de broma, pero ella se lo tomó en serio, sonrió de lado.—Y ahora, ¿qué? ¿Me traerás flores, Lukas? —Su
Sofía se acomodó en el asiento del copiloto, lanzando miradas de reojo a Lukas mientras conducía. Había algo diferente en él hoy, una calma que no le había visto antes. "¿Será que realmente está intentando cambiar?", se preguntó internamente, sin poder evitar sentirse un poco esperanzada. —¿Cuál es la música que te gusta más? —preguntó girando la vista hacia ella por un momento. —Bueno… en realidad me gusta mucho Jon Bon Jovi. —No pensé que una chica tan tranquila como tú le gustara el rock —dijo con sorpresa. —No soy tan tranquila, pero ese gusto es heredado, mi madre siempre la escuchaba… —respondió ella mordiendo sus labios, y temiendo cualquier broma pesada de él, sobre todo al ver sus cejas levantadas. Sin embargo, no hubo nada de eso, en segundos el interior del vehículo se llenó con la música, mientras conducía. —¿La quieres mucho? —La amo con toda mi alma, la admiro y si hay alguien a quien quiero parecerme es a ella. Mi mamá ha tenido que luchar mucho en la vida, no