Dayana se llevó el celular al oído y a los dos timbres su llamada fue atendida. — ¿Hola, Dayana? — ¡Octavio, Ayuda.. estoy en peligro... en la Universidad... Chancha de básquet...Un objeto se estrelló con fuerza en su cabeza, el sonido de el cristal reventandose lleno por completo el lugar haciendo eco en la cancha, Dayana cayó hacía al frente pero unos brazos la tomaron desde atrás amortiguado la caida.Raúl había aparecido de repente tras de ella con un florero en la mano, no podía creer que había caído como idiota en los encantos de esa mujer, ahora estaba furioso, no iba a permitir que por nada del mundo Dayana se escapara, se agachó y la giró para que quedara boca arriba, el sonido de una débil voz desesperada lo hizo girar a ver el celular en su mano. — ¡DAYANA! ¿¡Que rayos fue eso?! ¿¡Contesta carajo?! Raúl tomó el teléfono de Dayana y terminó la llamada, después lo arrojó contra la pared con todas sus fuerzas haciendo que el aparato terminara echo añicos, ella estaba deso
Tayler logró atrapar la cremallera y bajarla para desabrochar el suéter y quitárselo quedando tendido en el suelo para después ponerse de pie rápidamente, Raúl al ver que solo se quedó en su mano con el suéter lo arrojó a un lado; miró a Dayana quién estaba tendida en el suelo incapaz de levantarse aún, después miró molesto al chico entrometido frente a el que había llegado a arruinarle la fiesta. — Lárgate y te perdono la vida... esto no es asunto tuyo.– Raúl amenazó a Tayler con las mínimas esperanzas que se marchara.— No lo haré eres un maldito enfermo violador, te daré una lección.Tayler se acomodó su gorra hacía atrás y se puso en posición de pelea, Raúl soltó una risilla, inspeccionó a Tayler de pies a cabeza, tenía un muy buen físico unos músculos bien trabajados pero su posición de pelea tenía varios puntos erróneos lo cuál lo hizo darse cuenta rápidamente que no tenía conocimiento ni práctica de ningún tipo de estilo de pelea a comparación de el, así que ganarle quizás ser
Tayler reaccionó rápido y retrocedió pero aún así la navaja logró hacer un corte considerable en su ante brazo, este se quejó y llevó su mano a la herida para presionar la hemorragia. — ¡Aparta sus sucias manos de mi mujer!Raúl levantó la navaja con toda la intención de apuñalar a Tayler, de repente una fuerte detonación de arma se escuchó en el lugar, Raúl soltó la navaja y llevó ambas manos a su pierna que había sido herida y sangraba. — ¡POLICÍA NO SE MUEVA! Unos oficiales entraron apuntándole a Raúl, este levantó ambas manos y las llevó a su cabeza sin apartar la mirada de Dayana y de Tayler quién la tenía abrazada, en ese instante deseaba poder arrancarle los brazos a ese chico. Los policías tiraron a Raúl al suelo y empezaron a esposarlo, Tayler llevó a Dayana a las gradas para que se sentara, en ese momento el se dio cuenta que ella estaba en puro sostén, se sintió algo incómodo al verla y notarlo, dio unos cuentos pasos y se agachó para tomar su sudadera del suelo, dejo d
Dayana iba bajo el brazo protector de Octavio, ella se abrazaba a si misma, el suéter que llevaba de Tayler era considerablemente amplio para ella, las mangas eran muy largas y le quedaba como vestido, el aroma masculino que desprendía la tela por el perfume de Tayler le revolvió el estómago y raspo la garganta, curiosamente era el mismo aroma que le llego de Raúl cuando lo tenía encima, estaba ansiosa por regresar a casa y deshacerse de ese despreciable olor. Al salir de el edificio se dio cuenta que la noche ya había caído, la oscuridad era iluminada por las luces rojas y azules de las patrullas, se sorprendió al notar que había una pequeña multitud de estudiantes y profesores atentos en la entrada, bajó el rostro queriendo que la tierra se la tragara en ese momento, Octavio se dio cuenta rápidamente que Dayana se incomodó así que se apresuró con ella a llevarla detrás de la ambulancia y así cubrirla de las miradas curiosas y los teléfonos que la grababan. ...Por otro lado Alexan
Dayana estaba sentada en el sillón de su sala, el doctor Luis estaba revisando el estado de sus heridas las cuáles por suerte no eran graves, en otro de los sillones se encontraba sentado Octavio, ambos hombres permanecían en silencio mirando a Dayana, ella tenía la mirada al frente perdida en la televisión apagada. — Bueno Dayana te daré unas pastillas para el dolor y un ungüento para el moratón en tu rostro, te los dejaré aquí en la barra de la cocina. — Muchas gracias Luis. .– Dayana seguía demaciado quieta y seria, Raúl y Octavio se echaron una mirada nerviosa, no sabían que decirle, no existían palabras que pudieran aliviar su tormento. — ¿Donde está él?Esas otras palabras de ella los tomaron por sorpresa, Dayana volteo a ver a Octavio en espera de una respuesta, el sabía perfectamente a quién se refería estaba evitando hablar de él o mencionarlo a toda costa temiendo que eso fuera afectarla pero fue ella misma quién termino preguntando por el. — Dayana no... deberías de pre
Alexander y Edgar habían regresado juntos a casa, para Edgar parecía a ver sido suficiente el saber que se habían llevado a Dayana a su casa, pero no para Alexander, él no podía calmar la inquietud que lo poseía, necesitaba con desesperación ver con sus propios ojos que ella estaba bien, así que después de que Edgar se encerró en su cuarto al poco tiempo bajo y pido a sus escoltas llevarlo hasta la casa de ella. Cuando Dayana abrió la puerta, se topó con un Alexander que parecía a ver envejecido un par de años, se miraba algo desaliñado cargando con una preocupación en el rostro con la que no podía, para Alexander la chica frente a el no era la fuerte e inquebrantable Dayana, era una frágil y temerosa... ella pareció darse cuenta que estaba mostrando una faceta vulnerable de ella misma frente a él, aún no se había recompuesto del todo de su gran susto, así que cerró los ojos agacho el rostro por solo unos segundos, cuando volvió a levantar la cara parecía que la Dayana de siempre hab
Se hizo un silencio repentino, sus padres y Alexander la observaban con ojos muy abiertos mientras ella permanecía seria.— Tu.. lo ¿Apuñalaste? Su padre no podía creerlo, Dayana inclinó su cabeza hacía un lado y miro al piso, si sus padres no habían hablado mucho con Octavio ellos desconocían los detalles, así que no le iba quedar de otra que revivir esos momentos en su memoria nuevamente y contarles lo que paso así como lo hizo con los oficiales. — Me quedé más tiempo en la escuela ayudando a una maestra con unos documentos, cuando ya me retiraba ese hombre me pidió ayuda para llevar unas cajas, ese hombre era el maestro de deportes... lo ayudé a llevar las cajas hasta la bodega que se encontraba en el salón donde esta la cancha de basquet, empezó a hablar conmigo pero después me encerró en la bodega, empezó a decir cosas extrañas, puros disparates... cuando tuve la oportunidad lo golpeé y salí de la bodega pero me lastime la pierna y empeza a correr más lento en esa oportunidad l
Dayana ya había dejado a Alexander en la habitación, fue a un armario en busca de sábanas limpias y otra almohada, al entrar el estaba sentado en la cama observando la alfombra oscura. — Te traje esto para que estes más cómodo, puedes encender la televisión si gustas, lamento las molestias Alexander. – El se puso de pie y camino hacia ella, tomó las cosas que le había llevado y la miro directo a los ojos con ternura.— No es ninguna molesta.Dayana sintió que su corazón empezaba a emocionarse de más y un familiar calor empezaba a sentirse en su piel, así que simplemente le sonrio ligeramente a Alexander y se marchó cerrando la puerta. En cuanto Dayana se marchó empezó a desabotonar su camiseta, se recostó en la cama y encendió el televisor, la habitación era muy bonita con una decoración sencilla pero elegante, agradeció ser el quién estuviera ahí y no el tarado de Edgar. Dayana entró a su habitación cerrando la puerta tras de ella y metiéndose a la cama, se enredó entre las cobija