Capítulo 0.3
Juegos Prohibidos.
Vanessa.
Que alguien la golpeara, muy fuerte en el rostro.
No podía creer lo que había escuchado, tenía frente a sus ojos a uno de los hombres más ricos del país, su maldito socio.
Vanessa poseía gran parte de las acciones en el Buffet, mucho más sustanciosas que las de sus tíos. Tenía a alguien trabajando allí en su lugar, hasta que su carrera terminara y ella misma pasará a formar parte del equipo.
Maldición, ya no estaba tan segura de trabajar allí.
No con la tentación que posaba frente a sus orbes mirandola con diversión y deseo.
Tuvo que carraspear una vez para darse la fuerza suficiente y no continuar mirando al hombre como si tuviera tres ojos en el rostro o quizás dos cuernos de carnero le quedaría de puta madre.
—Es un gusto conocerlo.
Mentira.
El pareció adivinar el rumbo de sus pensamientos, dedicándole una sonrisa divertida que bailoteo en sus orbes.
A su lado Katia colocó una posesiva mano en el trabajado músculo de su antebrazo. Vanessa entendió la reacción, ella misma lo ataria al poste de su cama si lo tuviera como pareja.
Se mordió el labio, tomando asiento en la mesa sin mirar a nadie más, deseando que la comida llegará con rapidez y al fin pudiera marcharse. Había sido mala idea venir, no entendía su estupidez al querer que aquel hombre la mirara como lo estaba haciendo, era el maldito novio de su prima. Su jefe, estaba sumamente prohibido.
Que se enrollara con él solo traería un cataclismo a su vida.
—¿Cómo te está yendo en las clases.?
Clavó los orbes en su tío, el cual le dedicaba una mirada dulce, aquella que siempre la acompañó a lo largo de su estancia allí. Lo amaba con todo su corazón, no entendía como la arpía de Anett había podido engatuzarlo.
—Bien, tío. Muy bien en realidad. — Agradeció a las mujeres el servicio que dejaron la comida frente a ella. — En este momento estoy buscando un lugar para realizar mis prácticas.
Coloco la servilleta en su regazo, olfateando el delicioso aroma que emanaba la carne con especias que habían puesto frente a ella.
Estaba tan atenta en meter un bocado a su boca que no pudo apreciar la sonrisa cómplice que aquellos dos hombres compartieron. Nina le dio un puntapié por debajo de la mesa, provocando que levantara la mirada confundida.
—De eso queríamos hablar esta noche, tengo una muy buena noticia para ti.
Observo los rostros allí presentes, todos pasando por distintas emociones. Las dos arpías con un gesto de enfado frunciendo los morros. Su tío y el mismísimo Lucifer sonriendo con complicidad.
Les frunció el ceño.
—¿De qué hablas?
—Jack ha leído tu expediente académico, sabe que eres la alumna con más potencial, un prodigio capaz de adelantar varios años en una carrera tan difícil. Comenzaras las prácticas en el buffet mañana, como mano derecha del jefe. Después de todo, la empresa también te pertenece en cierto grado, es hora de que defiendas las acciones que posees.
El trozo de carne que se había embutido quedó atorado en su garganta. Comenzó a toser con fuerza, el rostro tornándose rojizo ante el arrebato.
Jack Lauder fue el único que se paró de su asiento, entregandole una copa de agua junto con una servilleta. Le agradeció con un asentimiento.
Quería que la tierra se la tragara allí mismo, no solo trabajaria allí, si no que vería a aquel hombre cada maldito día.
Si miraba la situación por el lado positivo, su participación en el buffet sería una buena estrella dorada en su currículum, mucho más si el mismísimo abogado del diablo se volvía su mentor. No quería aquello, deseaba una vida normal donde la tentación no se encontrara a la vuelta de la esquina.
—¿Te encuentras bien?.
No observó al hombre, temiendo que leyera en su rostro cada pensamiento.
—Sí, simplemente no he masticado muy bien la carne. — Carraspeo tomando un sorbo de agua. — Muchas gracias por la oportunidad, a ambos.
Les dedico una sonrisa, observando de reojo los rostros de aquellas dos mujeres.
—No estoy de acuerdo con esto bebe. Me molesta que no hayas escuchado mis protestas.
La voz afinada de Katia casi le perfora los tímpanos.
—Lo mismo pienso. — Anette la observó de arriba hacia abajo. — Por la forma en la que ha venido vestida hoy ya deberías saber que le gusta provocar a los hombres. No quiero que su relación corra peligro por alguien como ella.
Que el diablo se la llevara, porque estaba a punto de armar un maldito escándalo.
—¡Anette!.
Reprendió su tío, con el rostro cargado de enojo y vergüenza.
—Que hipocrita de tu parte pensar algo así, sabiendo que mi expediente está libre de actitudes come sobras. Lamentablemente no puedo decir lo mismo de tu hija.— Los rostros de ambas se volvieron blancos como el papel. — Tranquila Tía, tu gallina de los huevos de oro está a salvo de mis garras engatusadoras.
Les sonrió con burla, a su lado Nina le regaló una expresión de victoria. Debían sentirse avergonzadas realmente, no sabia como Katia había logrado ganarse al cemental, sin embargo, de lo que estaba segura era del interés por la billetera del hombre. A ambas les gustaba el buen vivir, no esforzándose por conseguir las cosas por sus propios medios.
—Eres una...
No dejó que aquella mujer continuara.
—Cierra la boca, he venido a disfrutar una comida en paz. Por una m*****a vez deja tus idioteces a un lado. — Miró al hombre estupefacto frente a ella. — Aceptaré las prácticas, gracias por la oportunidad.
Recibió dos miradas fulminantes, supo en ese momento que aquello no quedaría así. Poco le importaba, no le tenía miedo a las dos mujeres que querían comérsela viva.
—Perfecto, mañana a las ocho te espero en el despacho.
No pudo mirarlo a los ojos, no siendo conocedora del fuego que ardía allí.
Por el resto de la cena se concentro en su comida, deseando que el reloj parara su andar y no llegara el momento de volver a encontrarse con el demonio sexual que tenía enfrente.
Vanessa.
No pudo dormir en toda la noche, pensando en la cena del día anterior. Rememorando las miradas que aquel hombre le había dirigido, recordándose que por más deseo que sintiera aquel demonio de ojos bellos estaba terminantemente prohibido para ella.
Antes de que pudiera darse cuenta, cuando el reloj marcaba las cinco de la madrugada, al fin logro dormirse. Parecía que había dormido unos pocos minutos cuando la alarma sonó a las siete, dejándole saber que pronto tendría que levantarse he ir a su primer día de trabajo.
Bufando, con ganas de quedarse en la cama, se levanto y alisto. Estuvo varios minutos frente al Closet sin decidirse por la ropa que tendría que llevar, ya no quería nada provocativo, no quería que el la mirase más de una vez por miedo a ceder.
Se decidió por un conjunto de falda tubo color azul, una camiseta blanca metida dentro de la pretina, y un blazer a juego. Se coloco unos tacones de color negro, al igual que el bolso y se marcho rumbo al coche.
El reloj marcaba las nueve con cincuenta y cinco minutos cuando estaciono frente al enorme edificio donde se alojaba el Buffet. De niña, cuando sus padres aún vivían, solía perderse en aquellos pasillos enormes y elegantes. Todos los que trabajaban allí la mimaban con dulces a escondidas.
Sonrió, sintiéndose lo suficientemente segura como para ingresar por las puertas acristaladas. Dentro el establecimiento contaba con una elegante recepción, donde una hermosa mujer rubia atendía a las personas que llegaban. Se acerco hasta allí, saludando con un asentimiento de cabeza a los porteros del edificio.
—Buenos días, ¿En qué puedo ayudarle?.
La mujer le dedico una sonrisa cordial, la misma que tenia para cada persona que pasaba por allí.
—Buenos días, mi nombre es Vanessa Johnson.
La sonrisa fue remplazada por una mueca de incredulidad, al instante la mujer pareció arreglarse el cabello y ponerse recta. Después de todo Vanessa poseía gran parte de las acciones del Buffet, no como el dueño y socio Jack, pero si la suficiente como para ser considerada una vicepresidenta.
—Señorita, es un placer al fin conocerla. El señor Lauder la esta esperando en su despacho. — Le tendió lo que parecía ser un tarjeta magnética. — Pase esto por la ranura del ascensor y este la llevara directamente.
Asintió con la cabeza tomando el plástico entre las manos.
—Muchas gracias.
Siguió su camino hacia el ascensor, pasando la tarjeta por la ranura que le dijeron. Antes de que pudiera parpadear el trasto ya se encontraba subiendo a toda velocidad hacia la oficina privada del Jefe.
Vanessa capturo su reflejo en el espejo antes de que las puertas se abrieran, lanzo un suspiro al aire y salió del aparato dirigiéndose a unas enormes puertas de madera. Solo tubo que tocar una vez.
—Adelante.
La voz de aquel demonio traspaso la madera, su propio cuerpo, mientras Vanessa entraba topándose de lleno con aquellos ojos de cazador y sonrisa lobuna.
Capítulo 0.4 Vanessa. Nunca podría acostumbrarse a la forma en que el la miraba, como si fuera una diosa renacida, alguien a quien venerar y desear. Tubo que volver a recordarse quien era ese hombre y a quien pertenecía. —Buenos días. El saludo salió tenso, sus piernas dos palitos de gelatina que parecían no poder mantenerla en pie. Jack le dedico una mirada de arriba hacia abajo, una mirada pausada, tomándose el tiempo suficiente sin tener vergüenza. Vanessa tubo la impresión de que cada rincón que aquellos ojos recorrían, unas manos invisibles la acompañaban, calentando hasta el lugar más frio y escondido de su ser. —Buenos días. Se sentía de una manera extraña a su alrededor, ansiosa, le cosquillaba el estomago. Como cuando era adolecente y algún muchacho la tenia loca. Se sentó en la silla frente a el, bajo la mirada más dominante que había visto en su vida. Sus pensamientos se fueron por una senda equivocada, preguntándose si aquel hombre seria así de pasional y dominante
Capitulo 0.5vanessaDecidieron marcharse del Mc Donalls al momento justo en el que se dieron cuenta como la parte delantera del local comenzaba a llenarse de mujeres y hombres con cámaras.Estos intentaron ubicar los aparatos hacia arriba, con el afán de tomarles una foto atraves del cristal.—Malditos buitres.Fue el único susurro de Jack antes de levantarse de la mesa tomándola de la mano, arrastrándola rumbo a las escaleras.Vanessa dirigió una mirada hacia la hamburguesa a medio comer, un puchero surco sus labios.Bajaron deprisa, como si estuvieran haciendo algo malo.—Disculpe, ¿Tiene una puerta trasera?.Una de las muchachas del mostrador los miro como si tuvieran un tercer ojo saliendo de sus frentes. Los mofletes redondos coloreándose de un color carmín al divisar el espécimen masculino que tenia enfrente.Vanessa sintió empatía hacia la muchacha, ella misma reaccionó así cuando lo tenia enfrente.—S..Si..Cla..Claro. — Se aclaro la garganta. — Acompañame.Siguieron a la much
Capitulo 0.6Vanessa.Las cosas pasaron demasiado rápido como para poder captarlas al instante, en un segundo tenia a Jack pegado a ella y al otro, en cuanto abrió los ojos, aquel hombre se había tele transportado a una distancia considerable.Intento disimular, colocar una expresión que no fuese tan evidente.Fallo en el intento, girándose hacia el casillero con rapidez, fingiendo buscar la carpeta que ya tenía en las manos.—Hola.La voz de Katia resonó por la habitación como un yunque de culpa cayendo sobre su espalda, haciéndola perder el aliento.—Te he dicho que no me gusta que vengas sin avisar.No pudo pasar por el alto el tono filoso en la voz de Jack, aquella tonalidad ronca y sensual había sido remplazada por una frialdad que nunca antes había escuchado en él.Sintió la tensión en el aire, la mirada de Katia haciendo agujeros en su espalda. Dio una respiración onda, llenándose de valor antes de dar la cara.Con lentitud giro sobre sus talones, creyendo que todo lo que había
Vanessa.Los primeros minutos dentro de aquel coche fueron abrumadores, Jack parecía estar demasiado metido en pensamientos cabrones y ella no podía dejar de sentir un aro de culpa envolviéndola.Se reprendía mentalmente por lo que estuvo a punto de hacer, sin embargo, por más que buscara no encontraba ni una gota de arrepentimiento en su interior. Más bien orgullo herido al saber que podría convertirse en lo que tanto odiaba. Su prima.La mujer que existiendo un centenar de pollas en el mundo, parecía tener predilección por las que Vanessa elegía saborear.—¿En qué estás pensando?La voz de Jack la saco de sus pensamientos tan repentinamente que pego un sobresalto.—Me gustaría saber en que estas pensando tu, ya que pareces querer estrangular el volante con las manos.Dio un vistazo a dichas manos, blanquecinas por la fuerza ejercida sobre aquel objeto inanimado que de nada tenia la culpa.Una risa estrangulada, como el volante, salió de entre los labios del semental.Observo como po
Capítulo 0.8Vanessa.Eran las siete en punto cuando un hermoso deportivo freno frente a ella frunció el ceño confuso hasta que la ventanilla del copiloto fue bajada dejando entrever el rostro de su peor pesadilla.— ¿Nuevo coche?Murmuro, entrando por la puerta que fue abierta para ella. Le tendió un vaso de café recién salido de la máquina.—Este es más adecuado para ir a interrogar familias.Estaba más que de acuerdo con aquellas palabras.—¿Por dónde comenzamos?Coloco las carpetas encima de sus piernas, tomando un sorbo de café. Jack comenzó a manejar totalmente concentrado en la carretera, no pudo evitar mirarlo, analizar la pose segura como el volante tapizado en cuero se deslizaba entre sus manos varoniles.Su entrepierna se humedeció, ¿Desde cuando la excitaban los hombres manejando?. Desde que un demonio de orbes depredadores lo hacia.—No pude dormir por unas horas en la noche, buscando las direcciones familiares de las victimas. Iremos a casa de los padres de Michelle una
Juegos Prohibidos. Capítulo 0.9 Vanessa. El resto del día se lo pasaron de casa en casa, interrogando a las familias. Recibiendo la misma respuesta que obtuvieron con los padres de Michelle; Un famosos centro Abortivo clandestino, donde una mujer joven les ofrecía otra opción con su embarazo a cambio de dinero y su silencio. Vanessa estaba simplemente conmocionada cuando salieron del último hogar, una parte de ella gritaba de alegría ya que tenían suficiente evidencia a la que aferrarse. Otra parte, sentía un dolor inmenso por aquellas jovencitas y la decisión que tuvieron que tomar guiadas por la pobreza. —¿Qué haremos ahora? El sol se estaba ocultando por el horizonte cuando entraron al coche de un Jack pensativo, pleno crepúsculo nocturno y la sombra de este parecía caer sobre el caso que tenían entre manos. —Ahora tendremos que avisarle a la policía, este caso tiene demasiadas cosas involucradas. La Señora Leblanc se enfrentará a varios años de prisión si lo que hemos aver
Capítulo 1.0 Vanessa. Al entrar a su casa Nina ya se encontraba allí, asesinando una rodaja de pizza con sus dientes., tenía la mirada perdida como si su peor enemigo se encontrara en el pedazo de masa, salsa y queso que se encontraba en sus manos. —¿Mal día? Sonrió, desparramándose en una de las sillas del comedor. Sintió el peso del mundo en sus hombros aplastándola. Necesitaba un baño rejuvenecedor junto con una tila para poder dormir en la noche. —De mierda. Los orbes de Nina se clavaron en ella, no tenían una gota de esa efervescencia que la caracterizaba. Vanessa decidió hacer de terapeuta, después de todo no sería la primera ni la última vez que adoptaba ese papel. —Cuéntame, ¿Quién ha sido el cacas que te trae con mal careto? Tomo un trozo de pizza entre los dedos, dándole un buen mordisco. Agradeciendo las grasas malas que seguramente querrían amoldarse en su vientre plano. —Hoy ha sido mi primer día como secretaria en la corporación inmobiliaria. — Gruño, dándole ot
Capítulo 1.1 Vanessa. Se encontraba acostada en el lecho, después del cotorreo intenso que había llevado a cabo con Nina, estaba exhausta físicamente. Sin embargo, el cerebro suyo no paraba de funcionar sumiéndola en un insomnio contradictorio. Tenía los orbes clavados en la mesita de luz, donde las llaves de su coche parecían brillar en medio de la penumbra de la habitación. Si pudiera relatar el dilema interno, diría que en sus hombros una Vanessa Angelicál y Otra Demoníaca mantenían una discusión. La versión angelical ordenándole que durmiera de una m*****a vez y no hiciera nada imprudente. La versión demoníaca que agarrara las m*****as llaves y saliera cagando leches hacia la morada de la señora Leblanc. ¿Qué pretendía descubrir yendo al lugar?, ni ella misma lo sabía era más como un presentimiento. Dio mil vueltas en la cama hasta que no aguanto más la curiosidad, levantandole a hurtadillas, colocando un chándal viejo y una sudadera. Tomo las llaves del coche saliendo lo má