AIDENMiro la estancia de la habitación, todo parece ordenado, excepto la cama, huele a ella, a su perfume, a lavanda, inspiro profundo, también noto otro olor, uno masculino, Xander, tal vez, mi primo tiene algo con Elsa y no dudo en que las ayudara a escapar. Está huyendo de mí, lo entiendo, luego de haberla lastimado como lo hice.En el funeral, tuve que contenerme, tuve que recurrir a todas mis fuerzas para no arrastrarla a un rincón y follarla mientras enterraban a su padre. No lo hice, tenerla entre mis brazos de nuevo, me recordó lo mucho que la extraño y la amo.¿Pero cómo hacer que entienda que he estoy intentando cambiar por ella? Ya no he follado con nadie, solo con Teal, porque me cabrea, me excita su dolor y su llanto. Estoy enfermo, lo sé, no importa, ella es mi medicina, mi cura, la necesito tanto a mi lado como el aire que respiro.Me muevo por toda la habitación y llega un punto en el que miro el suelo y encuentro en una de las esquinas de la cama, un par de bragas qu
LILIBETHDespierto sobresaltada, mi pecho se agita debido a mi respiración acelerada, toco mi frente, me siento caliente, relamo mis labios y enciendo la lámpara, por un momento pensé que todo se trataba de un sueño, me pongo de pie, surge la necesidad de reconocer el sitio en el que me encuentro, el patio de la casa de Oliver me avienta a la cara la respuesta y el estómago se me encoge con ello.—Maldición.Me muerdo el labio inferior, de nuevo he vuelto al sitio al que prometí nunca más regresar, es como si el destino no se cansara de jugar conmigo. Respiro hondo, no quiero saber nada de estas personas y sin embargo, las circunstancias me han empujado a esto.Mi padre murió de un derrame cerebral, mi madre está devastada y quiere estar con la hija a la que abandonaron la mayor parte del tiempo, al igual que Aiden, es imposible que las cosas vuelvan a ser como antes.Siento remordimiento al recordar como era él quién cuidaba de mí cuando mis padres se iban por largos meses de viaje,
OLIVERLa sangre me hierve y el corazón me late frenético. Verla desnuda, abierta de piernas solo para mí, con el coño tan rojo por mis embestidas, hace que no detenga mi frenética carrera. El sonido encharcado hace que mi pulso se acelere, sus tetas suben y bajan al ritmo de mis empellones y jadea como puta diciendo mi nombre.—Oliver.Me corro dentro de ella sin dejar de mirar su vientre plano, lleno de rabia, la volteo colocándola en un posición de cuatro, empujo sus caderas para levantar su culo y paseo mi verga todavía erecta por su canal hasta posicionarla en su segundo orificio.—¿Qué haces? —inquiere agitada.No respondo, embarro el semen que gotea de mi pene en su segunda puerta.—No —intenta incorporarse pero no la dejo—. No quiero.—Te has portado mal, dime el secreto más grande que ocultes —le susurro—. O te parto el culo.—No hay secreto —vuelve a mentir.—¿Segura?Con una rodilla la obligo a abrir más las piernas, intento empujar la cabeza se mi polla, se nota demasiado
AIDENEntro y salgo del cuerpo de Teal, es con la única con la que me puedo desquitar, necesito aire, necesito encontrar a Lilibeth, es de mañana, tengo cosas que hacer, y, sin embargo, me quedo a follar enfurecido a una chica por la que no siento nada, por la que solo de verla siento náuseas.La follo porque es un recordatorio constante de que ella no es nada, solo un coño para perforar. Gime mi nombre, se esfuerza, pero no me corro, salgo de ella apretando mis bolas, haciendo que frunza el ceño y que replique.—¿Por qué lo haces? —se incorpora—. Sabes que uso anticonceptivos.Río por lo bajo.—¿Crees que soy idiota? —me acomodo los pantalones—. No pienso correr el mismo error de hace un año. No quiero hijos.—¿Tan malo es?—Contigo, sí.Me aparto de ella para darme una ducha.—¿Saldrás? —inquiere inquieta y paso de largo.No doy explicaciones, lo sabe bien, así como el que ella misma me hubiera dado la idea de ir a buscar a Lilibeth a casa de Oliver Strong, pensar en que ellos están
TEALHay veces en las que la vida te empuja sin razón, a lugares tocados por el diablo, este es mi caso, cometí el error de enamorarme tal vez de la persona equivocada y ahora estoy aquí, intentando recuperar las piezas perdidas de mi rompecabezas. Aiden está jugando su propio juego, uno en el que solo se basa en recuperar a Lilibeth.No se da cuenta de que ya la perdió, desde el día en que decidió violarla. Cubro mis moretones con la blusa de manga larga que traigo, he intentado de todo para que se dé cuenta de que lo amo en verdad y que le puedo dar lo que en otras nunca va a encontrar, pero es tiempo perdido.Bien, esta es mi última jugada. La gente que entra y sale de la oficina me mira raro, como si fuera una especie rara, puede que tengan razón. La puerta se abre y enseguida aparece una chica menudita.—Ya puedes pasar —me dice.—Gracias.Asiento y entro, un par de ojos llenos de rabia me miran, la desconfianza huele y está en el aire, siento que el alma se me cae a los pies cua
LILIBETHEl corazón me palpita con fuerza, siento que el aire se me va y las piernas las siento como gelatinas, los recuerdos golpean mi mente con fuerza y creo que estoy a nada de entrar en una crisis de ansiedad y pánico, ver a Aiden de nuevo, tan cerca, y a solas, hace que tenga miedo, sin embargo, no lo muestro, me mantengo firme con el mentón elevado.—Aiden —repito—. ¿Qué haces aquí?No me gusta cómo recorre mi cuerpo, como si fuera suyo, como si quisiera volver a poseerme, ajusto el nudo de mi toalla y me quedo en mi sitio, permaneciendo lo más lejos posible de él.—Te he extrañado tanto —dice dando un paso adelante.—No compartimos el mismo sentimiento.—Tú me amas —replica con enfado.Cuento los segundos con la esperanza de que Oliver no tarde en entrar, puede que conlleve a que ambos peleen, pero por lo menor en el funeral de mi padre no estábamos solos, había gente que me podía auxiliar en caso de que perdiera la cabeza de nuevo. Este, no es el caso.—No, ya no te amo, te o
LILIBETHLa mirada de Oliver me sigue por todos lados, si camino, si me lamo los labios, todo, estudia cada maldito detalle de mi y siento que no puedo estar más enfadada con la vida, el plan era simple, venir por el funeral de mi padre, solo eso, nada más, y ahora no solo tengo que soportar el hecho de que Aiden esté como demente queriendo recuperar lo que él mismo echó a perder, sino, a Oliver, quien sospecha que oculto algo, el problema es que oculto muchas cosas.—Habla —Insiste.Trago grueso, no pienso hablar. Voy a proteger mi mundo a capa y espada.—Lilibeth, de aquí no te vas hasta que hables —espeta con firmeza.—No sé a qué te refieres —blanqueo los ojos optando por una actitud sarcástica y relajada, como si nada estuviera pasando.Vuelve a quedarse callado, y he aprendido que Oliver es más peligroso cuando calla que cuando habla, me remuevo inquieta y cuento los segundos para que se canse y deje todo de lado, no lo hace. Siento que el aire me sofoca.—¿Acaso quieres que te
LILIBETHLa garganta se me seca ¿a esto quería que viniera? A verlo pelear con Aiden. Cierro los puños llena de rabia, jugó sucio, sin embargo, pese a que Aiden entra al ring, no aparta ni un solo segundo su mirada de mi. No le voy a dar el gusto de verme débil, si lo que quiere es debatirse a golpes con él, bien, seré espectadora de su show.—¿De verdad no lo sabías? —pregunta Elsa a mi lado, tan sorprendida como yo.Niego con la cabeza.—No, y no tengo idea de cómo es que los dos llegaron ahí —me cruzo de brazos—. Pero vamos a ver la pelea hasta el final.—¿Estás segura? Nos podemos ir cuando quieras.—No, no soy una mujer débil, y ellos no me van a amargar más la existencia.—Bueno.No corto contacto visual de Oliver hasta que él lo hace, obligado por la pelea, Aiden nos mira a ambos y tensa el cuerpo. Observo como se acercan y cruzan un par de palabras antes de dar inicio, la gente sigue atenta, los dos se asesinan con la mirada y mi corazón late con frenesí al escuchar la campana