Francisco comenzó abrir los ojos, se sentía cansado y apaleado, la cabeza no dejaba de punzarle y es que el golpe que le habían proporcionado había sido demasiado duro, tanto que le había abierto una pequeña herida en la cabeza que le ardía, pero la cual no podía alcanzar con sus manos, ya que estas se encontraban atadas.—¿D-donde...?—logro decir, pero su voz apenas era un hilo inaudible. Se quedó en silencio por unos segundos mientras trataba de recordar que había sucedió, luego de unos segundos, una serie de imágenes le recordó como lo habían secuestrado.Eso lo alarmo, pero trato de mantener la calma porque tenía muchas cosas en contra, la primera es que aún tenía la bolsa oscura en la cabeza, no podía ver nada a su alrededor, por lo que ni siquiera sabia en donde estaba, cuanto tiempo realmente había transcurrido desde que habían quitado la libertad y claro, si era de día o aún seguía siendo de noche.Su mente trabajó rápido, aunque no era tan audaz como Julián, él no era un idio
Quien había entrado, era uno de los hombres de Angélica, cargaba una mesa plegable y una bolsa deportiva. Francisco se quedó inmóvil para no llamar la atención, cerro los ojos como si eso le fuese a servirle de algo, pero aquel hombre que había entrado, acomodo lo que llevaba en las manos ignorando el cuerpo atado de Francisco. Al poner la mesa sobre el suelo y armarla, Francisco supo que se trataba de un material metálico no muy resistente, pero no entendía que estaba pasando.El hombre que recientemente había comenzado trabajar para Angélica, comenzó a vaciar poco a poco la bolsa deportiva sobre la mesa, descargo herramientas comunes, llaves de presión, martillo y clavos, destornilladores de diferentes puntas, una batería para auto, unos cables pasa corriente, agua e incluso algunos utensilios de cocina, ni el mismo entendía por qué estaba colocando todo eso ahí, pero eso le habían ordenado hacer, era una tarea simple, pero ya que era nuevo en el negocio, tenía muchas preguntas y d
Francisco logró soltar sus manos gracias a una navaja filosa que había logrado tomar de la mesa, se cortó varias veces, pero en su desesperación eso no le importo, continuo hasta poder liberarse. El pobre chico aún seguía tratando de reponerse ante el dolor, pero vio con horro lo que ese hombre había hecho, si escapaba era obvio que lo culparían y no quería ni siquiera imaginar lo que le harían por semejante estupidez, por lo que, aun con su dolor de cabeza intento levantarse.Desgraciadamente, aquel movimiento tan brusco lo obligo a caer sobre sus rodillas, se había mareado y después de semejante golpe no era para menos, pero su ineptitud le dio tiempo suficiente a Francisco para soltarse Cuando logro liberar su piernas, se levantó y tomo un arma punzocortante de la mesa, parecía ser un bisturí, pero no se detuvo averiguarlo. Lo sujeto con fuerza y ataco a Daniel, el arma entro por una de sus cuencas, pero no se detuvo porque sabia que su vida dependía de ello. Para evitar que escuc
Silvia sacó a Camila del hotel, por una puerta de servicio, por supuesto utilizando un buen método para mantenerla callada y tranquila, una arma y mientras ambas caminaban por la acera de la calle, Camila se preguntaba como es que Silvia no había sospechado por su cuenta la verdad sobre Julián. Él era un mentiroso de mierda y ella lo sabia y aun con eso confió en él.No había sido su culpa, sino de ella por confiar y creer en las artimañas de Julián, pero no pudo decir lo que pensaba, estaba demasiado asustada y creyó que no sería bueno provocar la ira de Silvia en ese momento, estaba demasiado alterada con la noticia.Silvia alzó la mano para pedir un taxi, por supuesto los primeros dos que pasaron la ignoraron porque llevaban pasajeros, pero el último que la vio se acercó a ellas.—¿Adónde?—cuestiono el taxista cuando Silvia obligo a Camila a entrar.—A una agencia cercana de renta de autos—expreso tratando de contener su ira, estaba tan alterada que pensó que no era buena idea usar
La temperatura había bajado considerablemente, Francisco podía ver el calor que emanaba por la abertura de sus labios. Se encontraba sentado sobre el suelo esperando que alguien fuera por él.Había caminado por toda esa habitación y descubrió que se trataba de una bodega, en la que tal vez guardaron costales de harina alguna vez, había encontrado algunos de ellos, vacíos y maltratados por el agua que se filtraba por las tuberías, así como de los muros. Al no poder salir por la puerta, opto por buscar alguna ventana u otra salida que pudiera usar, pero por más que camino, se dio cuenta de que no había ninguna otra salida más que esa maldita puerta que custodiaban unos guardias bien armados.Tenía un arma con un limitado número de municiones y un par de cuchillos que no le servirían de mucho a menos que se enfrentara a sus atacantes cuerpo a cuerpo, pero eso era un escenario poco probable a suceder, por lo que, después de tener un ataque de ansiedad que tuvo que ahogar para que no lo es
Silvia apuntó a los empleados que ahí trabajaban mientras caminaba hacia uno de los escritorios. Todos, incluso Camila se agacharon y se trataron de cubrir con sus manos, por supuesto, esa acción poco podía hacer para protegerlos, pero lo hicieron por instintivo, para tratar de evitar mirará a Silvia a los ojos. Ella, en cambio, busco por los escritorios sin vacilar, buscando entre lo que había encima, una de las cajas que contenían las llaves de los autos que ponían en renta y efectivamente encontró una, pero para su mala suerte, estaba cerrada con un candado de seguridad. Sabia que el empleado que atendía ese puesto debia tener la llave, por lo que busco con la mirada al empleado más cercano a ella, lo tomo por la camisa y le apunto la cabeza. —¡Abre la m*****a caja!—le ordeno haciendo un gesto con la cabeza para que aquel hombre dirigiera su atención hacia lo que ella necesitaba. El tipo reaccionó con nerviosismo y asombro, Silvia era delgada y por la complexión de su cuerpo deduj
Julián entró a la bodega y lo que vio, no le sorprendió en lo absoluto. Observo a detalle aquella escena caótica, en donde un joven estaba inconsciente sobre el suelo, la silla donde se supone debería estar Francisco, estaba tirada y vacía, era evidente que ahí había ocurrido algún tipo de violencia, eso por supuesto si lo sorprendió, porque no creyó que él fuese capaz de recurrir a la agresividad para salir de esa situación, sin embargo, las circunstancias lo ameritaban.Dio un paso y luego otro, lo hizo con cierta calma hasta llegar ante el cuerpo de chico a su pies, se inclinó un poco y verifico si en realidad seguía con vida.—¿Qué diablos paso aquí?—escucho la voz de Angélica detrás de él, justo en el momento que confirmaba que el chico solo se encontraba desmayado. Se levantó de su sitio y miro a su alrededor, todo estaba oscuro y en silencio a excepción de lo que Angélica balbuceaba.—No lo sé, pero no creo que represente un problema—asevero confiando en sí mismo y en lo que er
Francisco retuvo el aliento cuando dejo de escuchar los pasos de Julián, si en realidad él era Juliano Salazar, estaba en un gran problema, porque en comparación con él, Francisco no podía ganar, Julián era el hijo de un narco y él solo era un político corrupto que bien o mal había tocado muy pocas veces un arma, por supuesto, solo para tomarse alguna fotografía con algún equipo táctico que el gobierno había adquirido para la policía o el ejército.Estaba perdido, pero su orgullo y por su puesto su rencor lo mantenían en pie y con esperanza de sobrevivir, tan solo debia tener buen pulso para poder darle a su cabeza, pero sus manos temblaban de miedo mientras que las de Julián sostenían el arma con firmeza.—Sabes, antes de que publicaras esa estúpida fotografía, estaba pensando en renunciar, por un breve instante comencé a creer que la política no era lo mío—revelo Julián pensando en lo que Camila le había dicho, iba a ser padre y aunque por su cabeza pasaron mil y un pensamientos, su