Capítulo 34: Siempre peleando

Monserrat

La verdad me da rabia ver la falda de cinismo de las personas, veo que ya todos ya se marcharon bueno casi todos ya que el único que falta que se marche es Alberto quien por lo visto no piensa hablar solo agacha la cabeza como si yo le fuese a pegar.

—Y es que usted no se piensa ir, o quiere una invitación a cenar —digo indignada, pues después de lo que hizo lo mínimo que me merezco es que me deje tranquila, pero el señor sigue aquí parado mirándome.

—No, no me pienso ir sí que menos me hayas escuchado, al menos merezco que me escuches no crees. —Lo dicho a este hombre el cinismo lo lleva en las venas, camino alrededor de él como cazador a su presa pues tengo que hacer algo para que se marche de una buena vez, será que él no ve que no lo quiero ver ni en pintura que su sola presencia me incómoda, que lo único que quiero es poder sacarlo de mi casa al igual que de mis pensamientos, pero no el señor sigue aquí mirándome fijamente, si no es por qué está completamente ebrio dirí
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