El metal choca entre sí, la ola de muerte le pisa los talones marchitándolo todo a su paso, las hojas crujen a sus pies mientras corre desesperada con el olor a rosa avasallando su nariz. «Estoy sucia, mojada y aterrada» Espadas la persiguen, el corazón lo desemboca mientras intenta alcanzar al chico de cabello negro que está de espalda en el umbral al final del laberinto.
La apresura recordando que su sangre depende de eso, de correr. Acelera, gritos suenas detrás y una lluvia de luces amarillas desaparece a los guardias que venían por ella.
Alcanza al hombre alto, con el porte de un gato traicionero. El pelo oscuro le cae de forma desordenada sobre la frente y alrededor de las orejas. Sus facciones son afiladas y elegantes semejantes a las del animal. Pómulos definidos, nariz perfilada y sonrisa ampliamente traviesa.
—Mía. Eres y siempre mía. —los ojos violetas la hipnotizan mermado el cansancio y el beso la reanima—. Tu mente la manipuló yo. Tu muerte la dictamino yo.
—Sí. —suspira con la mente perdida en sus ojos. Con una mano levanta el mentón haciendo que lo mire uniendo sus labios con otro beso en medio de tanta sangre y la corona de oro blanco a sus pies.
—¿Te gustan las rosas? —el tono plácido y malicioso no es suficiente para desviar su atención; el cerebro le gana al corazón. Ella siempre tuvo eso presente.
Quiere responderle, negárselo y enterrar la daga que escondía en su garganta, pero él se va desvaneciendo en tanto despierta volviendo a la clase de historia.
«Otro sueño» se dijo a si misma quitando el pelo marrón de su cara.
—¿El hombre gato? —Inquiere su amiga, ahuecando la mejilla iniciando un vaivén con su puño cerca de su boca—. Te recuerdo que le rezas a otro y no voy a permitir que lo conviertas en reno. Te lo advertí y…
—Si, si, no le voy a hacer daño. Métete tu amenaza por dónde te quepa, Nova.
Dentro de la comunidad estudiantil Jenna era la única que le hacía frente, con ella no aplicaba su reputación, mucho menos la maldad que albergaba detrás ese rostro angelical. Rompe la goma de borrar y se lo tira para quite la mirada pícara de sus brillantes ojos azules, sus insinuaciones solo le causa risa haciéndola voltear a ver al chico que no está para nada enfocado en la clases sino en ella.
—Dime que no me vio babear.
—Nah… —amarra el cabello negro en una cola alta, con la voz del profesor Ricardo de fondo—. Eso lo vemos todos desde primer año, pero si te refieres a si te vio dormir, entonces sí.
«Que pena, Dios» súplica mientras ve como Adrián y Nova no paran de coquetear a la distancia, Debrah y Nayet se lanzan cuchillos con la mirada y Megan ignora la clase tecleando con frenesí en el teléfono.
Se limpió las lagañas con la imagen de esos ojos violeta que no la han dejado en paz durante tres meses.
Intenta prestar atención pero no puede. El cansancio es mayor después de quedarse hasta las cuatro de la madrugada hablando con el chico que le roba el aliento.
Se dice que la mente humana es como un laberinto: complicada pero predecible. Lo único que hay que saber para entenderla es que lo divertido la mantiene ocupada, mientras que en el aburrimiento surgen pensamientos que ni el propio Da’vinci junto con la inteligencia de Einstein y Newton podrían descifrar.
En la mente se crea la ficción que nos permiten escapar de la realidad; sirenas, dragones y grandes bestias peludas con garras afiladas… Son algunas de las grandes posibilidades que puedes crear.
Cualquiera imaginaria una escena con la persona que le gusta o soñaría despierto con su mayor anhelo, pero observando el reloj al lado del pizarrón, Jenna Steel pertenecía a ese pequeño porcentaje que iba más allá de los límites. Cuestionando la creencia humana sobre un mundo aparte de lo conocido. En otra época la condenaría por eso, y ella lo sabía bien ya que era lo que más le divertía. La ignorancia humana hacia las cosas imposible, el miedo lo desconocido y la curiosidad la valentía.
Cabecea en el pupitre, impaciente, mordiéndose el labio esperando a que—según ella—sus tortuosas horas de clases terminaran.
Quedaba menos de dos horas para finalizar y ya más de la mitad de la clase estaba lista para salir corriendo. Con sus ojos marrones haciendo un esfuerzo por no quedarse dormida, miró a la ventana fastidiada de escuchar la voz de su profesor, afuera la esperaba un pequeño gato negro que perseguía a una mariposa.
«Es bastante curioso que al darle comida a un gato callejero te siga a todas partes. Es como si te hubiese ganado su confianza.» pensó, sin apartar la mirada de la mariposa que luchaba por su corta vida.
Viéndola con mayor atención la reconoció enseguida como Pachliopta Jophon. Se extrañó ya que era originaria de Sri Lanka y que era imposible que emigrara hacia acá, una especie exótica, hermosa, muy poco común y en peligro de extinción. En sus leyendas la consideraban mágicas y de mala fortuna.
Desde niña le han fascinado las mariposas y dibujarlas era su pasatiempo favorito. Una hilera de su estantería se dedicaba a ellas, desde su primer dibujo hasta sus últimas investigaciones amateurs.
Las mariposas disecadas siempre le han parecido un salvajismo de parte de los entomólogos «Siendo una criatura que dura poco debe de estar libre, debe de disfrutar.» Era su lema de vida.
Ver al pequeño insecto le era irresistible. Cuando este decidió que volar alrededor del minino no era la mejor opción, emprendió su vuelo fuera de la vista que la ventana le ofrecía a Jenna. Con el color de sus alas grabadas en su cabeza, adelantó las páginas de su cuaderno hasta llegar a la última hoja para plasmar el negro y amarillo de la mariposa
Pero en una esquina de la ya rayada página se encontraba:
¿Te gustan las rosas?
—¡No chingues, Nova! —pero la pelinegra no entendió a lo que se refería.
—Yo no fui, estúpida.
—¿Entonces quien…?
Entonces lo captó, sonrío como boba mirando por encima de su hombro aclarando el misterio ya que sabía que Rafa Wells lo había escrito.
Un chico con sonrisa coqueta y mirada traviesa, sus rizos castaños llegaban a sus pobladas cejas. Un poco retraído pero bastante divertido; Belmont High podía estar repleto de chicos atractivos, la mayoría creídos o muy perfectos para ser reales, pero Rafa no, Rafa se caracterizaba por nos andar de coño en coño como su amigo Adrián, tampoco de llamar la atención como Nayet.
« ¿Hoy a las 5? » Jenna respondió el mensaje de texto con un sí por debajo de la mesa.
Con la esperanza de que algo más interesante pasara estornudó, sus ojos se abrieron de par en par mientras intentaba resistir la fuerte punzada en su vientre.
—¿Te cagaste? —la burla se tornó sería cuando Jenna soltó un quejido de dolor.
Aun sin creer su mala suerte, Nova deslizó la cremallera de su suéter para dárselo y así, por un desesperado intento, tapara la posible mancha de sangre.
Caminó como si nada hasta al frente de la clase donde todos la miraban.
Su subconsciente, muerto de vergüenza gritaba por compasión: —¡Dejen de verme, que me sale más sangre!
Se acercó hasta la oreja de su profesor.
—Profe, necesito ir al baño. —susurra avergonzada.
El hombre de veintisiete años frunció el ceño.
—Estamos en medio de una clase, le recuerdo que esto va para el examen del lunes. —respondió, pasándose por el culo los reproches de sus alumnos.
—Lo sé, pero es que… —aprieta sus labios para soportar el cólico—, es que le llegó lo que le tiene que llegar a mi hermana y tengo que ir a ayudarla.
Casi lo gritó.
Optó por echarle la culpa a Sophia frente a todos. Las arrugas se le acentuaron más cuando expandió los ojos con las carcajadas de sus alumnos inundando el salón, la ignorada del año que le dedicó el hombre la tomó como un sí a su petición.
Caminó casi a trote lo más rápido que pudo hasta llegar al salón de su hermana.
Parada frente a la puerta de madera dudó en interrumpir la clase. Mientras, en el otro lado Sophia Steel aparentaba prestar atención al pizarrón ya que por debajo de la mesa su compañero arrastraba la mano por su pierna, a centímetros de su intimidad que seguía palpitando después del encuentro en los baño, el recuerdo le hinchaba la polla y acentuaba el rojo en las mejillas de ella, las bragas fueron corridas deleitándose con la humedad que la hace reprimir un gemido en su mano. La mayor de las Steel solo pensaba en dar otra excusa para volver al baño y ensartarse encima de la verga del moreno, y lo iba a hacer hasta que sus intenciones fueron interrumpidas por unos golpes en la puerta.
—Disculpe profe, necesito hablar con Sophia.
Como reflejo felino quitó la mano del chico en cuanto reconoció la voz. El simple hecho de que su hermana menor hubiese salido de clase para hablar con ella le inquietaba, pero lo ocultaba con una sonrisa que al instante se borra al ver la angustiosa expresión de Jenna.
—¿Qué pasa, calabaza? —preguntó cerrando la puerta a su espalda.
Jenna tragó saliva.
—Me bajó.
Por un momento los labios de la rubia se separaron en una “O”, pero de inmediato estalló en carcajadas tan ruidosas que hasta su profesora dejó de escribir en la pizarra para mirar la puerta.
Jenna la golpea con la intensión de no hacerle mucho daño, Sophia da una bocanada de aire y deja de reírse, aun así de su rostro no se borraba la sonrisa burlona.
—Pensé que no te vendría sino hasta dentro de dos semanas.
—Es obvio que se me adelanto, ¿Quieres ver? —Hace el amago de quitarse el cinturón—. Porque con gusto te estampo la pantaleta en la cara.
Sophia rió aún más fuerte.
—Espera aquí, Carrie.
Con impaciencia, Jenna comienza a contar a la espera de su hermana. Quince es el número en que se detiene cuando su hermana vuelve.
—Lo cuidas. —le advierte antes de entregarle un estuche blanco. Jenna le sonríe y se despide de ella con un sonoro beso en la mejilla.
Lo primero que hace al llegar al baño es encerrarse en un cubículo. Poco tiempo después, sale del pequeño espacio dispuesta a ver su reflejo sin embargo, en el gran espejo de la pared, escrito con las mismas grietas del vidrio roto está la misma pregunta:
¿Te gustan las rosas?
Su corazón se aceleró. La sangre dejó de llegarle al cerebro. No podía pestañear y mucho menos moverse. Hace un momento eso no estaba y ahora parece ser una pesadilla.
—Es una broma, una maldita venganza de la perra de Nova. —murmuraba pero ni ella se lo creía. Hasta donde sabía, ambas habían hechos las paces con el objetivo de hacer feliz a Rafa Wells.
Cuando logró recuperar el control de su cuerpo salió corriendo, atropellando a todo aquel que se le atravesará. Llegó al salón más pálida que de costumbre a la vista de sus compañeros y profesor, quienes la miraron interrogante por su repentina llegada más no preguntaron nada.
El estómago se le revolvió cuando vio su pesadilla sentada en el centro del salón. Nova Thompson estaba ahí, infernalmente sensual, con mirada pecaminosa y sonrisa tentadora, parecía la diosa de la discordia y el caos porque era eso en lo que se especializaba, en jugar con la mente de sus enemigos; desde su puesto la veía como si de verdad estuviera preocupada por el semblante con el cual entró, pero ahí estaba. Era imposible que ella lo hubiera hecho.
Pero si no fue quien la desea ver flotando muerta en una piscina ¿quién entonces?
«Era una broma. Capaz y no era para mí.» se repetía a si misma sabiendo que cuando entró al baño no había nada en los pasillos. «Capaz y no fue Nova porque sino no me hubiera ayudado con lo de mi periodo.»
A la pregunta solo le faltaba su nombre escrito en sangre para que así lo asimilara.
«Era una broma.»
O eso prefirió creer hasta que al día siguiente en su habitación, con el felino callejero siendo ya su mascota oficial y modelo de dibujo, el gato empezó a alterarse de la nada.
La piel se le erizó, hace poco había leído un artículo donde decía que los gatos eran los animales más cercanos a lo paranormal, y con lo de ayer se había puesto paranoica. Cuestionando todo y desconfiando de su mismo entorno, en todo momento estaba a la defensiva.
Con la intención de calmarlo, pasó su mano por la espalda el cual por el miedo la mordió dejando la marca de sus dientes y un rastro de pelo por su cama. Levantó la cabeza y empezó a sudar en frío. En las paredes, espejos, baldosas y cada rincón estaba escrito de nuevo esa maldita pregunta:
¿Te gustan las rosas?
JENNA’s POV.¿Te gustan las rosas?Cada fibra de mi cuerpo temblaba, estaba tan aterrada que ni siquiera podía gritar. Esto no podía estar pasando. Solo atiné a salir corriendo de mi propia habitación en búsqueda de Sophia.Llegue ajetreada a la sala donde se encontraba recostada en el sofá leyendo un libro de psicología, se lo arrebato y lo tiro sin importarme donde caiga. Antes de que pueda reprócheme la tomo del brazo y la obligo a pararse para arrastrarla hasta mi habitación.Estaba consciente de que no cambiaría nada si ella lo veía ya que no se podría hacer nada contra un demonio de ojos violetas pero por lo menos no estaría sola. «Si me cae mierda a ella igual.»En cualquier situación sabía que mi hermana siempre estaría para mí para encontrarle el lado lógico y científico a esta cosa paranormal.Pero cuando llegamos a la habitación fue incluso peor, las preguntas ya no estaban y las piernas se me volvieron gelatinas.¿Qué
JENNA’s POV. Siempre fui buena dentro de la definición que impone la sociedad; buenas calificaciones, buena hija, buena amiga, buena persona. Cometí uno que otro error y sucumbí a los pecados como cualquiera, no creo merecer por lo que estoy pasando. ¿Qué fue lo que hice? ¿No pasarle la tarea a Isaac? ¿Andar en guerra con Nova durante cinco años? ¡Ya hicimos las paces! Somos buenas amigas, hipócritas, pero amigas al fin. ¿Por qué razón estoy pagando este karma tan extraño? Me siento perdida, desorientada, aturdida, sofocada y lejos de mi familia porque este sin duda no se parece en nada a mi corrupta ciudad, tampoco parece ser otro del país o continente. Estoy muy lejos, sola y con ganas de llorar. Llevaba rato despierta, intentando entender lo que estaba pasando, dándole lógica a dónde me encuentro sin aún poder creer lo que veo. A lo lejos hay un bosque que se extiende hasta donde el vitral me deja apreciar, debajo de la torre en la
El reino de Crisantemo siempre fue un reino de paz, una gente de paz liderados por un rey de paz. La pirámide estaba equilibrada con Galeck a la cabeza y eso era porque nada se le pasaba, ni el más mínimo detalle le daba tiempo de convirtiéndose en una amenaza.Con la extraña chica alojada en su recamara y la modista confeccionando su ropa, el rey se quedó pensativo. Había visto su rostro en alguna parte. Sin abrir la boca y con un gesto llamó a uno de sus más confiables soldados.—Averigüen a la chica. Busquen en todos lados, revisen cada casa, cada rincón y cada libro, pregunten a cada habitante. Quiero saber de ella.Sus fieles acataron la orden sin reproche. Algo en la cabeza del rey le gritaba que la llegada de la forastera le traería problemas.El resto del día, Jenna aun intentaba mentalizarse sobre lo ocurrido, si era real o un simple sueño; la razón la obligo a inclinarse más por la segunda opción pero su cordura por la primera.«Que extra
JENNA’s POV.«Huye.»Vuelvo a escuchar esa voz. La voz que poniéndole atención parecía la de una niña.Algo en mi cerebro me obligó a abandonar la cocina. Corro hacia las posibles salidas que he estudiado casi tropezando en un desespero inexplicable pero como dijo el rey no había escapatoria sino por entrada principal.—¡AHORA!Escucho la voz del rey sin saber a lo que se refiere. Siento las armaduras de los guardias haciendo un sonido agudo al chocar y me doy cuenta que es cuestión de mi mala suerte para que me encuentren. No tengo ni idea del porqué estaba corriendo o del porqué le estaba haciendo caso a esa vocecita; algo en mi interior me grita que lo hiciera.Apenas pienso en lo que estoy haciendo. Solo corro, corro sin mirar atrás. Cada vez que veo un guardia corro al otro lado. Me sentía como un claustrofóbico en un laberinto. Las cosas habían cambiado de forma drástica. Aun no podía creer que estaba en otro mundo y ahora es
JENNA’s POV.De lejos cualquiera pensaría que el Bosque oscuro es otro montón de arboledas iguales al resto, pero a medida que se adentran en él se dan cuenta de su error.El tronco de sus árboles son de un color negro carbón y el follaje varía de azul oscuro y morado; las flores a sus pies son únicas, coloridas pero con escasos pétalos que por la luz de la luna—me imagino—parece tener un efecto reflejante que las iluminan al punto de ser neón.Lo único familiar que he logrado reconocer son las luciérnagas que me ayudan a distinguir el paisaje a pesar de la leve neblina.Maravilloso.Esa es la palabra que lo describiría.— ¿Ahora qué? —Digo, sin dejar de ver la luna entre las hojas—. Escapamos del reino, estamos en un tétrico bosque y no puedo despertar.— ¿Despertar?—Sí, ya sabes, es imposible que todo esto sea real. —le respondo—. Hasta está la posibilidad de que haya caído en coma.—Eso llevaría a que yo no sea real.—S
Con el paso de noche, Jenna no podía cerrar los ojos a causa de la figura enroscada de la Sarrácia, una criatura que de seguro cumplía con todas las cualidades de sus pesadillas, pero principalmente por su desconfianza hacia su compañero de fuga. En cambio, la mente de Brais merodeaba en Crisantemo, el rey, su madre y, esa estatua. Jenna se quedó mirando el pequeño bolso de Brais pensando que era una especie de morral mágico cuando lo vio sacar el enorme y grueso libro de él. La mochila pesaba poco en comparación de lo que ese libro aparentaba. Su mirada curiosa examinó el rostro del joven del cual aún no sabía nada. Sus ojos recorren desde la forma triangular de sus cejas hasta su cabello, castaño, un poco largo sujeto en un moño desordenado. Cuando Brais gira la cabeza ella nota como las brasas desenmascara tres pequeños tachones debajo de su pómulo a cada lado. Su atención se pierde cuando escucha una especie de aullido, más la tonada no era de nin
JENNA´s POV. De niña me encantaba ir a la casa del lago de la abuela, ella siempre nos contaba historias y nos decía a mi hermana y a mí que nunca entráramos al bosque, cosas extrañas pasaban allí dentro. Mamá decía que la abuela estaba loca desde que falleció el abuelo, pero Sophia y yo estábamos seguras de haber visto ese laberinto de rosas. Ella corrió hacia él y yo tras ella, horas después de correr y jugar entre los pétalos, se empezaba a ocultar el sol y mi hermana seguía riendo y corriendo buscando la salida. Nunca la había visto tan feliz, siempre estaba con ese porte frío y de amargada, aun teniendo siete años y yo seis. Cuando encontré la salida antes que ella regrese a casa, había una patrulla de policías y mi familia estaba desesperada. Mamá no paraba de gritar: ¿Dónde estabas? O ¿Por qué no había vuelto a casa? ¿En dónde me había metido durante dos días? Les dije que había salido esa mañana pero Sophia confesó que ella siempre est
Te contaré un cuento de niños muy cuentioso y disparatoso: «Había una vez, en colonias británicas, una niña que leía en la rama de un árbol, un conejo que la observaba de lejos, un gato malicioso y una reina que preparaba el filo de la guillotina para tener su cabeza servido en un plato.»¿Te suena familiar?Correcto, acertaste. Pero déjame decirte que todo lo que conocías de “El país de las maravillas” es mentira. Borremos por un momento a Lewis Carroll y su historia ficticia, o al menos eso es lo que se cree.Se dice que Lewis cayó en la demencia y que en su trastorno vio muchas alucinaciones que decidió plasmar en una historia la cual llamó: Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas.Pero ¿qué si esa locura no fuese de todo un invento? ¿Si el pensar de ese disparatado mundo no fue tan descabellado? ¿Qué pasaría si el famoso mundo existiera? Lewis solo escribió una parte de lo que Jenna Steel le tocó enfrentar en carne