JENNA’s POV.
¿Te gustan las rosas?
Cada fibra de mi cuerpo temblaba, estaba tan aterrada que ni siquiera podía gritar. Esto no podía estar pasando. Solo atiné a salir corriendo de mi propia habitación en búsqueda de Sophia.
Llegue ajetreada a la sala donde se encontraba recostada en el sofá leyendo un libro de psicología, se lo arrebato y lo tiro sin importarme donde caiga. Antes de que pueda reprócheme la tomo del brazo y la obligo a pararse para arrastrarla hasta mi habitación.
Estaba consciente de que no cambiaría nada si ella lo veía ya que no se podría hacer nada contra un demonio de ojos violetas pero por lo menos no estaría sola. «Si me cae mierda a ella igual.»
En cualquier situación sabía que mi hermana siempre estaría para mí para encontrarle el lado lógico y científico a esta cosa paranormal.
Pero cuando llegamos a la habitación fue incluso peor, las preguntas ya no estaban y las piernas se me volvieron gelatinas.
¿Qué mierda me está pasando?
¿Me estaré volviendo loca?
—¿Qué te sucede? —Sophia aparta su mano para liberarse y me mira molesta.
Desde lo que pasó ayer insistió en hacerme pruebas psicológicas y trató de convencerme de que era una alucinación de la menstruación. « ¡Cómo si eso fuera más lógico! »
Es completamente ridículo, estoy muy segura de haberlo visto, hasta Salem, sigue con los maullidos y está escondido debajo de la cama.
—¡Te lo juro, estaba por todos lados! —intento convencerla sin sonar como una demente, pero hasta yo pienso en internarme
Probablemente si de aquí a unos años sigo viendo esas cosas, seré paciente del manicomio que futuramente mi brillante y rencorosa hermanita piensa manejar.
—Jenna, aquí no hay nada. —asegura.
—Pero lo de ayer…
—Lo de ayer pudo haber sido una broma con holograma y tu cerebro aun no lo procesa a causa del estrés provocado por los exámenes. No duermes desde hace tres meses con lo de las pesadillas. —analiza—. Esta noche, quieras o no te tomarás la pastilla de mamá para dormir.
Sí, debe ser eso. Le escribiré a Rafa que dejemos la reunión con sus padres para otro día.
Aunque estaba muy emocionado. Presiento que sus indirectas son para pedirme ser su novia pero ese es un título que ya tengo ganado y que puede esperar para después. Si no descanso me volveré loca.
Siento el calor de mi hermana acariciar mis hombros intentando tranquilizarme. Aun no podía separar la mirada de mi habitación.
—Calla a Salem o lo convierto en arroz chino, intento leer.
No me atreví a hablar.
Si Sophia dice eso es porque debe de ser eso sí o sí, ella siempre tiene razón. Tal vez mi cerebro se niegue a creer que me he vuelto loca y la falta de sueño sea el causante de mis “alucinaciones”.
¿Pero qué tal si no? ¿Qué tal si el fantasma es real? Si es así la pregunta también lo es. ¿Qué debería hacer? ¿Responderle? ¡Sería absurdo! ¿Quién me respondería?
Mejor ni pregunto eso. Llegué al punto en pensar que el chico que veo en mis sueños es un demonio que me está acosando.
Bajándome de la tormentosa nube de preguntas, me percato que Sophia se había ido dejándome sola en medio del pasillo y mi demencia. Aprieto mi mano en un puño. Trago saliva y con un falso valor me introduzco de nuevo a mi habitación.
Se ve más iluminada que de costumbre. No recuerdo haber abierto las cortinas.
Rendida—o aceptando—mi supuesta locura, saco nuevamente mi cuaderno y observo que la pregunta seguía ahí.
Miré a todos lados buscando que hacer hasta que no tuve más remedio que aceptar.
« ¡Lo sabía! »
¿Ahora qué?
No tengo más remedio que continuar y dar pie a lo que pasará «Espero que nada porque si no patitas pa' que las quiero». A parte de mi cordura, no tengo nada más que perder.
«Sí» respondo.
El punto de la “i” me sale choreto, mi mano temblaba e inconscientemente ahogue un grito al ver una respuesta aparecer al instante, las sombras de letras se hacían más oscuras hasta poderse distinguirse.
«Mira por tu ventana.»
Mi cuello se tuerce en dirección a la ventana que parecía empañada, como si hubiera neblina o mucho calor allá afuera.
Tengo miedo y me cuesta caminar, pero aun así lo hago sin saber lo que me espera.
Desde que era pequeño el jardín de mamá se había convertido en un cementerio de mascotas, sin contar los cadáveres, el patio estaba más que descuidado; el césped—que desde un principio era verde—era marrón con unos cuantos tonos oscuros. Ver lo que antes era un montón de paja seca ser un bello y húmedo campo de rosas rojas era completamente un horror.
Espantada, busque con la mirada el cuaderno que ya no se encontraba en mi cama.
Primero las preguntas, luego el jardín y ahora mi libreta desaparece. Inspecciono todo el cuarto hasta llegar al paradero de mi cuaderno, aguardaba mi lado abierto y con el bolígrafo disponible, como si esperara a que le contestara.
¿¡VOLÓ, SE TELETRANSPORTÓ O QUE PEDO?!
«Baja.»
La orden—aparte de ser corta y estricta—era como un canto de sirena que me incitaba a obedecerla, aun si incluso me llevara a mi muerte.
Mi cuerpo se empezaba a acostumbrar al estado de miedo e incertidumbre ya que no me temblaba. Tome la libreta entre mis brazos y dándole una última mirada al hermosamente peligroso rosal salí corriendo. « ¡Por supuesto que iré! » Pero no sola. ¿Sophia me creía loca? Pues ahora verá.
—¡SOOPHIA! —Del susto suelta el pesado libro que le terminó cayendo en la cara—¡Mira!
Le muestro la página, orgullosa y aliviada de tener pruebas de mi cordura.
—¿Tu… conversación con Rafa?
—¡SÍ! —exclamé—. Espera ¿Qué?
Volteo el cuaderno para darme cuenta de que ya no estaba la conversación con el fantasma/demonio.
¿¡Pero que…?!
—¡Noo! —estrello el cuaderno contra el suelo. Esta situación me comienza a estresar.
Vuelvo a tomar su mano para salir de la casa y el alma pareció volver a mi cuerpo.
Creí haberme vuelto loca, creía haber tenido alucinaciones, realmente creí haber perdido la razón pero no. El desgastado jardín, al cual mamá no le prestaba atención estaba inundado de rosas rojas. Podía percibir su olor y ver su brillo. El coro de ángeles cantaba y podía sentir como mi hermana se tragaba sus palabras.
—¿Para qué me trajiste?
Mi burbuja de felicidad explota. « ¿Qué? »
¿Para qué me trajiste? ¿¡Que para qué la traje?!
Debería estar boquiabierta y casi babeando con semejante belleza ante ella, en lugar de eso mira con desdén el jardín.
—¡¿Qué no lo ves!?
—¿Ver qué, Jenna?
El pecho se me comprime y siento como el rostro se me contrae en una mueca de pánico. Llevo mis manos a la cabeza y tiro de mi cabello buscando alguna explicación.
—¿Me estoy volviendo loca?
Por favor, no lo digas.
—Creo que sí, calabaza. —suaviza su tono y me da leves palmadas en el hombro—. ¿Quieres que llame a papá?
Asiento con la cabeza, nada salía de mi boca aunque quisiese. Sin nada más que decirme vuelve a entrar a la casa, sin quitar esa mirada que me dice que su única opción es llamar a un loquero.
El jardín está enfrente ¿cómo es que no lo ve? ¿Cómo es que yo lo sigo viendo?
La imagen de unos hermosos ojos violetas me llegan como relámpagos. Él…
Los locos visualizan cosas que no existen en realidad. Lo que significa que si mi hermana no ve las rosas donde está el cementerio de mascota, significa que el seco jardín sigue ahí.
O sea, que si camino por ahí, caminaría por la nada y no por un laberinto de rosa ya que físicamente NO EXISTE.
Sin embargo…
Al hacerlo, la sensación es tan real que hasta tocar las espinas duele. El dulce olor que emanaba de las flores poco a poco se va espesado llegando al punto de ser repugnante y diría que hasta tóxico.
La cabeza me empieza a dar vueltas, el pecho me martilla cuando siento que las rosas se ríen de mí y yo veo la salida con desespero.
No estaba muy lejos de salir de ese lugar, veía la puerta de mi casa a solo unos metros. Con todas mis fuerzas intente aguantar la respiración y freno en seco cuando lo veo, su figura alta, oscura y delgada, su sonrisa se le dibuja de oreja a oreja en tanto me doy la vuelta regresando por donde vine. Es él, el demonio de los ojos violetas, el fantasma, el chico de mis sueños viene detrás de mí y no de la forma romántica en que se oye eso.
No dice nada, no tiene nada a la mano pero aun así corro porque no sé qué quiere de mí ese maniático.
Cruzo, salto, doblo y tomo atajos para perderlo pero no funciona porque sigue detrás de mí. Intento llamar a mi hermana pero no sale y mi única escapatoria es tomar el pasadizo de la derecha que me lleva al centro del laberinto.
—¡DEJAME EN PAZ! —Le gritó.
Está al otro extremo, en el umbral por donde vine con sus manos metidas en el pantalón. Su aspecto es frío, serio y macabro, su rostro es todo eso que soñé y ahora mismo temo.
Los pulmones me exigen más aire de lo normal e intento resistir ya que eso implicaría respirar las toxinas del ambiente más no creo aguantar tanto tiempo
Veo el callejón de la izquierda y me agacho a tomar una roca y lanzársela, pero dudo de la realidad y empezó a temer por mi cordura cuando la piedra sigue de largo y el chico desaparece en una nube rosada que me baja la tensión arterial. Quiero llorar y me lo aguanto para escapar de esta trampa, veo la puerta de mi casa, no he vuelto a ver al hombre y a solo unos pasos de salir me tropecé con el viejo gnomo de mamá.
La horrible sensación vuelve a recorrer mi espina dorsal cuando siento algo rozar mi pierna. Por instinto volteo y ni en mis más horribles pesadillas me imaginé ver como una maraña de raíces brotan de la tierra y serpentean hasta enroscarse en mis piernas, clavando dolorosamente las espinas en mi piel y rasgándola al momento de arrastrarme con ella.
Poco a poco iba viendo como las rosas se marchitaban, las hojas se pudrían mientras mis ojos se cerraban con el crujiente sonido de las raíces y lo último que veo son las botas negras y la sonrisa felina que me indica que es mi fin.
JENNA’s POV. Siempre fui buena dentro de la definición que impone la sociedad; buenas calificaciones, buena hija, buena amiga, buena persona. Cometí uno que otro error y sucumbí a los pecados como cualquiera, no creo merecer por lo que estoy pasando. ¿Qué fue lo que hice? ¿No pasarle la tarea a Isaac? ¿Andar en guerra con Nova durante cinco años? ¡Ya hicimos las paces! Somos buenas amigas, hipócritas, pero amigas al fin. ¿Por qué razón estoy pagando este karma tan extraño? Me siento perdida, desorientada, aturdida, sofocada y lejos de mi familia porque este sin duda no se parece en nada a mi corrupta ciudad, tampoco parece ser otro del país o continente. Estoy muy lejos, sola y con ganas de llorar. Llevaba rato despierta, intentando entender lo que estaba pasando, dándole lógica a dónde me encuentro sin aún poder creer lo que veo. A lo lejos hay un bosque que se extiende hasta donde el vitral me deja apreciar, debajo de la torre en la
El reino de Crisantemo siempre fue un reino de paz, una gente de paz liderados por un rey de paz. La pirámide estaba equilibrada con Galeck a la cabeza y eso era porque nada se le pasaba, ni el más mínimo detalle le daba tiempo de convirtiéndose en una amenaza.Con la extraña chica alojada en su recamara y la modista confeccionando su ropa, el rey se quedó pensativo. Había visto su rostro en alguna parte. Sin abrir la boca y con un gesto llamó a uno de sus más confiables soldados.—Averigüen a la chica. Busquen en todos lados, revisen cada casa, cada rincón y cada libro, pregunten a cada habitante. Quiero saber de ella.Sus fieles acataron la orden sin reproche. Algo en la cabeza del rey le gritaba que la llegada de la forastera le traería problemas.El resto del día, Jenna aun intentaba mentalizarse sobre lo ocurrido, si era real o un simple sueño; la razón la obligo a inclinarse más por la segunda opción pero su cordura por la primera.«Que extra
JENNA’s POV.«Huye.»Vuelvo a escuchar esa voz. La voz que poniéndole atención parecía la de una niña.Algo en mi cerebro me obligó a abandonar la cocina. Corro hacia las posibles salidas que he estudiado casi tropezando en un desespero inexplicable pero como dijo el rey no había escapatoria sino por entrada principal.—¡AHORA!Escucho la voz del rey sin saber a lo que se refiere. Siento las armaduras de los guardias haciendo un sonido agudo al chocar y me doy cuenta que es cuestión de mi mala suerte para que me encuentren. No tengo ni idea del porqué estaba corriendo o del porqué le estaba haciendo caso a esa vocecita; algo en mi interior me grita que lo hiciera.Apenas pienso en lo que estoy haciendo. Solo corro, corro sin mirar atrás. Cada vez que veo un guardia corro al otro lado. Me sentía como un claustrofóbico en un laberinto. Las cosas habían cambiado de forma drástica. Aun no podía creer que estaba en otro mundo y ahora es
JENNA’s POV.De lejos cualquiera pensaría que el Bosque oscuro es otro montón de arboledas iguales al resto, pero a medida que se adentran en él se dan cuenta de su error.El tronco de sus árboles son de un color negro carbón y el follaje varía de azul oscuro y morado; las flores a sus pies son únicas, coloridas pero con escasos pétalos que por la luz de la luna—me imagino—parece tener un efecto reflejante que las iluminan al punto de ser neón.Lo único familiar que he logrado reconocer son las luciérnagas que me ayudan a distinguir el paisaje a pesar de la leve neblina.Maravilloso.Esa es la palabra que lo describiría.— ¿Ahora qué? —Digo, sin dejar de ver la luna entre las hojas—. Escapamos del reino, estamos en un tétrico bosque y no puedo despertar.— ¿Despertar?—Sí, ya sabes, es imposible que todo esto sea real. —le respondo—. Hasta está la posibilidad de que haya caído en coma.—Eso llevaría a que yo no sea real.—S
Con el paso de noche, Jenna no podía cerrar los ojos a causa de la figura enroscada de la Sarrácia, una criatura que de seguro cumplía con todas las cualidades de sus pesadillas, pero principalmente por su desconfianza hacia su compañero de fuga. En cambio, la mente de Brais merodeaba en Crisantemo, el rey, su madre y, esa estatua. Jenna se quedó mirando el pequeño bolso de Brais pensando que era una especie de morral mágico cuando lo vio sacar el enorme y grueso libro de él. La mochila pesaba poco en comparación de lo que ese libro aparentaba. Su mirada curiosa examinó el rostro del joven del cual aún no sabía nada. Sus ojos recorren desde la forma triangular de sus cejas hasta su cabello, castaño, un poco largo sujeto en un moño desordenado. Cuando Brais gira la cabeza ella nota como las brasas desenmascara tres pequeños tachones debajo de su pómulo a cada lado. Su atención se pierde cuando escucha una especie de aullido, más la tonada no era de nin
JENNA´s POV. De niña me encantaba ir a la casa del lago de la abuela, ella siempre nos contaba historias y nos decía a mi hermana y a mí que nunca entráramos al bosque, cosas extrañas pasaban allí dentro. Mamá decía que la abuela estaba loca desde que falleció el abuelo, pero Sophia y yo estábamos seguras de haber visto ese laberinto de rosas. Ella corrió hacia él y yo tras ella, horas después de correr y jugar entre los pétalos, se empezaba a ocultar el sol y mi hermana seguía riendo y corriendo buscando la salida. Nunca la había visto tan feliz, siempre estaba con ese porte frío y de amargada, aun teniendo siete años y yo seis. Cuando encontré la salida antes que ella regrese a casa, había una patrulla de policías y mi familia estaba desesperada. Mamá no paraba de gritar: ¿Dónde estabas? O ¿Por qué no había vuelto a casa? ¿En dónde me había metido durante dos días? Les dije que había salido esa mañana pero Sophia confesó que ella siempre est
Te contaré un cuento de niños muy cuentioso y disparatoso: «Había una vez, en colonias británicas, una niña que leía en la rama de un árbol, un conejo que la observaba de lejos, un gato malicioso y una reina que preparaba el filo de la guillotina para tener su cabeza servido en un plato.»¿Te suena familiar?Correcto, acertaste. Pero déjame decirte que todo lo que conocías de “El país de las maravillas” es mentira. Borremos por un momento a Lewis Carroll y su historia ficticia, o al menos eso es lo que se cree.Se dice que Lewis cayó en la demencia y que en su trastorno vio muchas alucinaciones que decidió plasmar en una historia la cual llamó: Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas.Pero ¿qué si esa locura no fuese de todo un invento? ¿Si el pensar de ese disparatado mundo no fue tan descabellado? ¿Qué pasaría si el famoso mundo existiera? Lewis solo escribió una parte de lo que Jenna Steel le tocó enfrentar en carne
El metal choca entre sí, la ola de muerte le pisa los talones marchitándolo todo a su paso, las hojas crujen a sus pies mientras corre desesperada con el olor a rosa avasallando su nariz. «Estoy sucia, mojada y aterrada» Espadas la persiguen, el corazón lo desemboca mientras intenta alcanzar al chico de cabello negro que está de espalda en el umbral al final del laberinto. La apresura recordando que su sangre depende de eso, de correr. Acelera, gritos suenas detrás y una lluvia de luces amarillas desaparece a los guardias que venían por ella. Alcanza al hombre alto, con el porte de un gato traicionero. El pelo oscuro le cae de forma desordenada sobre la frente y alrededor de las orejas. Sus facciones son afiladas y elegantes semejantes a las del animal. Pómulos definidos, nariz perfilada y sonrisa ampliamente traviesa. —Mía. Eres y siempre mía. —los ojos violetas la hipnotizan mermado el cansancio y el beso la reanima—. Tu mente la manipuló yo. Tu muerte la d